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La batalla por la presa del Nilo se encona

Sudán y Egipto hacen frente común contra Etiopía, que prevé comenzar el llenado el próximo julio

José Naranjo
Construcción de la presa del Renacimiento Etíope, el pasado septiembre.
Construcción de la presa del Renacimiento Etíope, el pasado septiembre.TIKSA NEGERI (EL PAÍS)

La batalla por la gran presa del Nilo que está construyendo Etiopía se encona aún más. Este martes, el primer ministro sudanés Abdalla Hamdok mostró su rechazo a firmar un acuerdo propuesto por las autoridades etíopes para la primera fase de llenado del gigantesco embalse. “Hay problemas legales y técnicos que deben ser discutidos”, aseguró el jefe de Gobierno sudanés en un comunicado. Egipto también rechaza la propuesta. El Ejecutivo etíope ha reiterado su intención de comenzar con el proceso de retención de agua dentro de dos meses.

La construcción de la presa del Renacimiento Etíope, la mayor de África, comenzó en 2011. Situada en el Nilo Azul, uno de los brazos del gran río, tendrá 1,8 kilómetros de largo, 155 metros de alto, una capacidad de 64.000 millones de metros cúbicos y podrá generar unos 6.000 megawatios de electricidad. Sin embargo, Egipto considera que la interrupción del curso de agua sería una catástrofe para el sector agrícola y la pérdida de su medio de vida para unas 200.000 personas. Sudán, tercer país en discordia, espera beneficiarse del suministro eléctrico pero también sufriría la disminución de caudal.

Ante el bloqueo de la situación, Estados Unidos y el Banco Mundial abanderaron en los últimos meses una iniciativa de negociación entre las tres partes que concluyó con un borrador de acuerdo que debía firmarse a finales de febrero. Sin embargo, Adis Abeba dio marcha atrás y en los últimos días ha redactado otra propuesta parcial para poder comenzar a llenar su presa. Egipto reaccionó de inmediato mostrando su rechazo y remitiendo una carta de protesta al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, mientras que Sudán ha decidido alinearse con la negativa egipcia.

El responsable sudanés para las negociaciones auspiciadas por Estados Unidos, Hamed Saleh, expresó que “la mayoría de las cuestiones en juego no se pueden separar, incluidos los impactos medioambientales y sociales a largo plazo”. Por su parte, el primer ministro Hamdok considera que “el único camino para llegar a un acuerdo es volver de inmediato a la mesa de negociación”. De igual modo, las autoridades egipcias consideran que Etiopía está poniendo en práctica una política de hechos consumados y ha vuelto a recordar que no aceptará esta presa sin acuerdo.

La apuesta etíope es arriesgada. Con más de 100 millones de habitantes y en pleno crecimiento económico, al menos hasta la irrupción del coronavirus, necesita nuevas fuentes energéticas para cubrir su demanda, pero también aspira a convertirse en el principal exportador de electricidad del continente. El elevado coste de la nueva infraestructura, unos 4.000 millones de euros, se ha sufragado con préstamos concedidos por entidades chinas y con financiación propia. Para los etíopes se ha convertido en una cuestión de orgullo nacional e incluso los funcionarios han aceptado una reducción de su salario para poder pagar la obra, que está terminada al 73%.

El Premio Nobel de la Paz 2019 y primer ministro etíope, Abiy Ahmed, no ceja en su empeño. “Símbolo del progreso de Etiopía y de África, seguimos comprometidos con un uso justo y equitativo de las aguas del Nilo para un beneficio económico compartido de Etiopía y los países ribereños río abajo", dijo Ahmed. La polémica gira en torno al ritmo de llenado de la presa ya que Etiopía pretende comenzar a amortizar su inversión a la mayor brevedad, mientras que las autoridades de El Cairo temen que una interrupción drástica del Nilo Azul, que supone el 86% del agua que llega a Egipto, provoque desempleo y pobreza. Para los egipcios también es una cuestión de orgullo nacional.

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La gestión del río Nilo amenaza con desatar un conflicto regional. Etiopía trata de doblegar la voluntad sudanesa, cuya posición es más volátil dado que podría beneficiarse no sólo de suministro eléctrico sino de la regulación de las crecidas del río. Además, el primer ministro etíope desempeñó un papel clave en la resolución de la crisis sudanesa tras la caída del dictador Al Bashir el pasado año y su mediación logró la creación de un consejo de transición equilibrado entre civiles y militares. Sin embargo, la postura egipcia es mucho más intransigente pues su dependencia del río Nilo es mayor.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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