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No hay otra: castidad obligatoria

El sexo a distancia es el único recomendable mientras dure la pandemia

Más les vale que no besen a nadie con quien no hayan estado confinados.
Más les vale que no besen a nadie con quien no hayan estado confinados. Antonio Parrinello (Reuters)

Como todos, la que suscribe, ha aprendido poco a poco cómo va a ser esto de volver a la vida después del confinamiento. Y ya sé que, aunque me empeñe, estoy obligada a serle fiel a la pareja con la que estuve encerrada.

Hay toda una explicación científica de por qué algunas personas funcionamos con energía solar, que tiene que ver con los niveles de serotonina de nuestro organismo y de la importancia del sol para que produzcamos esa sustancia que actúa como neurotransmisor de la felicidad. También tiene que ver con que relacionamos el verano siempre con el ocio y las vacaciones. Y, coincido, es en verano cuando más nos conocemos y reconocemos. Ahora imaginen que este verano que nos espera no van a poder tener sexo más que con las personas con las que hayan estado confinadas. Única y exclusivamente. Eso es lo que dicen los que más saben.

Marián García es doctora de Farmacia y nutricionista. Y una de las científicas que más divulga cómo debemos actuar con la presencia de la covid-19 en nuestras vidas. Porque, literalmente, está en nuestra vida. Su respuesta ante la pregunta de qué tipo de sexo podemos tener, ahora que empezamos a quedar con los amigos y podemos vernos de nuevo, es contundente. "El único sexo que se puede tener es el que te permita mantener la distancia social. Dos metros. Habrá muchas fases, se reducirán las distancias para poder pasear, pasaremos a otra fase en la que podamos cambiar de provincia, pero lo último de verdad, lo último que vamos a poder hacer va a ser tener contacto físico con las personas a las que veamos".

Y lo peor es que no sabemos cuánto tiempo tendremos que mantenerla, porque fecha para comernos los morros, no tenemos. Según @BoticariaGarcia, esa medida será la última en irse junto con la del uso de la mascarilla. "Por tanto, el sexo es impensable. En menos de dos metros el contagio es posible. Solo puedes estar saltándote esta distancia si llevas EPI y eso no lo vas a tener. Lo que hay en las farmacias y las mascarillas que llevamos son otra cosa", afirma. Y que nadie crea que con evitar las babas ya está todo hecho. Llegó incluso a publicitarse todo un coronasutra con posturas sexuales en las que las bocas de los amantes se mantenían distanciadas más de un metro la una de la otra. Pero no solo es una cuestión de babas. "Hay un estudio que se hizo a principios de mayo en el Journal of the American Association, JAMA, en el que se dice que de treinta y ocho pacientes, en seis se encontró el virus en el semen, cuatro estaban asintomáticos, pero dos dieron de nuevo positivo, a pesar de haberlo pasado y, supuestamente, haberse curado. Ya no tenían la enfermedad, pero su semen sí. Por tanto, que nadie piense que con evitar la boca cerca, basta. Ni el semen se libra".

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Laura Morán, psicosexóloga, tiene la percepción de que no somos aún conscientes de la gravedad de lo que hablamos: "El riesgo es una percepción individual y hay determinadas personas que tienen una percepción muy baja de él, como los adolescentes. Ellos piensan que no les va a rozar. Luego tenemos el sesgo de la familiaridad. Tenemos la sensación de que podemos ver a nuestra madre, a nuestra sobrina, a nuestra hermana y, por supuesto, al novio que hace semanas que no vemos. Te puedes ver, pero de lejos. No te puedes tocar: Viven en otra casa".

Para que pudiéramos tener sexo, según comentan ambas, lo mejor sería que existiera una pastilla de profilaxis de prexposición, (PrEP), como la que ha surgido para el VIH: "Es una pastilla que te tomas todos los días e inhibe la replicación del virus dentro de tus células. Ha sido efectiva en un 90% de los casos. No se infectaron de VIH a pesar de tener sexo con personas infectadas". Pero eso no existe. Laura Morán, como buena sexóloga, apuesta por explorar las posibilidades del sexo a distancia en todas sus posibilidades. "No podemos tocar, no podemos besar, no podemos estar cerca de nuestros amantes. No dejo de recomendar usar dispositivos con imagen, mensajes, ¡hasta que recuperen las cartas! pero incido mucho en que no pueden saltarse la medida de los dos metros". La norma ya está más que escrita, recuerda Marián García, científica: "Cualquier relación sexual va en contra de las normas que son generales para todos. La normativa exige mantener los dos metros de distancia social. Y los que quieran tener sexo no van a tener más derecho que las madres que llevan meses sin abrazar a sus hijos y nietos".

Hablamos de un verano que, probablemente, tenga que ser sin sexo. A escasos veinte días de que empiece, no tiene pinta que vayan a quitarnos la necesidad y obligación de mantener la distancia social.  A ver quién se lo cuenta a los más jóvenes.

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