Arte e industria del sexo en tiempo de coronavirus
La ‘performer’ Linda Porn organiza talleres de teletrabajo sexual para ayudar a un sector desprotegido
“En tiempo de guerra en la industria del sexo se trabaja mucho más, pero esta es una pandemia. Todos tienen miedo, los empresarios de los clubs, las prostitutas, los clientes. El parón ha sido general”. Lo explica Linda Porn, artista visual, performer, jefa de familia, madre y también trabajadora del sexo. La artista, que desde hace años compagina el trabajo en la industria del sexo con su actividad creativa en el marco de la pospornografía y el activismo antirracista y anticolonial, ha decidido aprovechar la crisis sanitaria para compartir sus conocimientos y ayudar a muchas personas que de un día para otro se han encontrado sin su medio de subsistencia.
“Este gobierno autoproclamado feminista no nos reconoce como trabajadoras, no existe relación laboral con los empresarios de los clubes y no podemos acceder a una ayuda del Estado”, explica y pone como ejemplo uno de los clubes más grandes de Europa, el Paradise de La Jonquera, que ha solicitado un ERTE para 69 trabajadores, ninguno sexual, es decir ninguno de los que generan el capital. “El teletrabajo sexual se desarrolla desde hace años con las webcams, pero últimamente han surgido plataformas para que las trabajadoras sexuales puedan colgar sus contenidos, sin tener que esperar el contrato de una productora, que solo admite perfiles blancos, jóvenes, flacos y normativos”, explica Linda Porn, que ya ha organizado dos charlas a través de Zoom, junto con Anneke Necro y Paul Purple y ya está trabajando en nuevas fechas. Además, han redactado una “putiguía” donde comparten sus saberes sobre cómo gestionar el teletrabajo sexual tanto desde una perspectiva práctica y operativa (plataformas, fórmulas de cobro, seguridad…) como psicológica (cómo gestionar tanta exposición, cómo proteger a tu familia del estigma y la vergüenza).
No es un secreto que la gran mayoría de artistas no llega a vivir de su trabajo y menos cuando debe mantener a una familia y ayudar a su gente en su país de origen, México, en el caso de Linda Porn. Ella lo tuvo claro desde joven, cuando empezó a estudiar y trabajar en el Teatro Campesino Indígena de México. “Mi madre era soltera y no había forma de que pudiera costearme la universidad y mis estudios de teatro así que empecé a trabajar en un table dance y me dí cuenta de que trabajando en la industria del sexo podría independizarme y tener la vida que quería”, cuenta.
Así empieza una historia de lucha y creación que la ha llevado a pisar las tablas de teatros alternativos e importantes museos de Europa y Estados Unidos, incluido el MoMA de Nueva York. “Llegué a España en busca del sueño colonial europeo, directamente para trabajar en la industria del sexo, lo cual me permitía desarrollar mis proyectos relacionados con mi vida”, explica Linda Porn, cuyas obras mezclan la herencia cultural mexicana, el activismo antirracista y anticolonial, la migración y la lucha en contra de la discriminación. “El arte me sirvió para salir del armario. La estética pospornográfica es muy poderosa y me ha permitido hablar del estigma de la prostitución, las estrategias de control de las mujeres y la hipocresía que lo envuelve todo”, indica.
Así surgieron obras de gran poder visual y conceptual como el vídeo Puta mestiza que se pudo ver en la exposición ¡Feminismos! del CCCB, una denuncia de la explotación de las mujeres del sur global y el fracaso de la Ley de Extranjería o la obra de teatro Oluz con la compañía murciana Los Menos, en la que participa también la hija de la artista, que en un monólogo desgarrador interpreta al personaje de su madre de niña. Entre los peligros que debe sortear una madre soltera que vive de la industria del sexo, probablemente el peor es el miedo a que te quiten a tus hijos que en este tiempo de pandemia se multiplica. Esta problemática se pone de manifiesto en la obra La Llorona, que forma parte de una serie en la que Porn revisa los mitos femeninos mexicanos. “La criminalización de las madres prostitutas sirve para castigar a las mujeres pero también para alinearlas a modelos de feminidad eurocéntricos, capitalistas, patriarcales y coloniales, así como suspender la transmisión de valores distintos”, concluye.
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