Maneras de crear empleo desde ya con trabajos esenciales que harán las ciudades menos contaminadas, según expertos de la UE
Rehabilitar edificios para reducir sus emisiones de CO2 no solo generaría muchos trabajos, es una importante tarea pendiente en Europa
La evolución demográfica en la Unión Europea y el cambio climático están generando nuevos desafíos que, irremediablemente, están afectando a la forma en la que se organiza territorialmente la población y al papel de las ciudades. Mientras se espera que la población siga creciendo exponencialmente en otros continentes, Europa ha de hacer frente a la disminución y el envejecimiento de la población en muchas de sus ciudades. Por otro lado, las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de coronavirus y los efectos del cambio climático han puesto a las ciudades en la primera línea de fuego para dar respuesta a las demandas sociales derivadas de estos nuevos retos.
Más de la mitad de las metropolis europeas verán disminuir su población en un futuro próximo. Esto significa que las ciudades van a cambiar rápidamente y deben de hacerlo dentro de un enfoque integrado, socialmente integrador y, especialmente, atendiendo a criterios de sostenibilidad dentro de los tejidos urbanos ya existentes.
Por si esto fuese poco, paralelamente, se espera que muchas de ellas abarquen zonas de influencia más amplias que en el pasado, lo que implica que muchas de las ciudades europeas tendrán que aceptar y reconocer la cada vez más acuciante importancia de optimizar la forma y el diseño con el que se utilizan sus espacios públicos y privados, sus sistemas de transporte, incluyendo la imperiosa necesidad de sustitución del transporte privado contaminante, así como reevaluar sus relaciones con sus entornos inmediatos.
Esto podría incluir la relocalización de actividades productivas y proveedores en zonas colindantes –re-shoring– y el abastecimiento alimentario en zonas más cercanas dentro de una nueva lógica de resiliencia impuesta por la pandemia y las nuevas tendencias en los procesos de globalización. En definitiva, el envejecimiento de la población de la UE y los múltiples retos mencionados requerirán una mayor adaptación de las infraestructuras y los servicios urbanos.
El cambio en nuestras ciudades: los ricos extranjeros y la covid-19
En este sentido, dos fenómenos en particular han influido fuertemente en la última década en el planteamiento y construcción de las estructuras urbanas de las ciudades en la Unión Europea. En primer lugar, la llegada intensa de inversiones extranjeras empresariales al sector inmobiliario en forma de nuevas adquisiciones de la propiedad urbana residencial. Este elemento ha transformado los patrones de propiedad en las ciudades, planteando una serie de preocupaciones acerca tanto de la configuración del tejido social de las mismas como del derecho de los ciudadanos a acceder a una vivienda digna y asequible. Estas disyuntivas abren nuevas oportunidades para la renovación de los tejidos urbanos que han de ser compatibles con la transición de los núcleos históricos de las ciudades europeas en los que el 42% de todos los edificios que se construyeron antes de 1950.
El segundo fenómeno atiende a la crisis sin precedentes que la covid-19 ha supuesto en la política urbana. La actual crisis ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de implantar políticas urbanas que garanticen una prestación rápida, eficiente e inclusiva de los servicios de salud. Garantizar el bienestar de los ciudadanos, así como mantener la continuidad de los servicios ante el shock repentino e inesperado que estamos viviendo, debe ser el objetivo general de unas políticas urbanas eficientes y modernas. Por ello, resulta primordial que se combinen objetivos de inclusión social, con la provisión de servicios de salud que no descuiden el diseño y la reconfiguración urbanística de las ciudades a la hora de atender las dinámicas de la crisis sanitaria.
Renovar edificios para reducir sus emisiones de CO2
Por otro lado, una vez salgamos de la actual crisis sanitaria, los retos del modelo energético y el cambio climático se sentirán con especial intensidad en las ciudades. Para atender dichos objetivos, el Pacto Verde Europeo se ha convertido en el instrumento que garantiza soluciones innovadoras, a la vez que permite proponer estrategias urbanas que impulsen la neutralidad climática, el aire limpio, la economía circular, incluida en especial la gestión de residuos y el agua, y la movilidad sostenible.
En este sentido, una de las acciones inmediatas posibles de respuesta urbana a los efectos económico de la pandemia y que, a la vez, podría permitir a las ciudades proyectarse en el futuro en línea con los postulados del Pacto Verde Europeo es precisamente el de la construcción sostenible.
La necesidad de renovación de edificios, muchos de ellos de titularidad pública, para disminuir sus emisiones de CO2 y hacerlos más eficientes energéticamente, incluyendo la difusión de renovables, puede además ayudar a compensar la caída del empleo del sector de la construcción, uno de los más afectados, a la vez que dinamizar los clústeres industriales locales de proveedores de materiales e instaladores, incluyendo la mejora de la formación de trabajadores del sector y la difusión de nuevas tecnologías. Todo ello ayudando, además, a disminuir la factura energética de los inquilinos y mejorando la calidad de vida en sus viviendas.
En definitiva, una política urbana combinada con una política industrial que requiere un alto grado de cooperación público-privada, nuevas formas de financiación y una mejor colaboración inter-institucional entre distintas administraciones, donde las ciudades pueden representar un papel central. Es precisamente por esto, por lo que desde 2016, el Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea ha venido potenciando la Alianza RIS3 sobre Edificación Sostenible, liderada por Andalucía y en coordinación con dos regiones de Croacia y Hungría, y que une hoy a más de 40 otras regiones europeas. De este modo, la Comisión Europea consigue aprovechar las oportunidades y experiencias regionales y urbanas de especialización, impulsando con ellas nuevos mercados en estas áreas.
¿Qué puede hacer la Unión Europea?
Para facilitar esta toma de decisiones ante los retos urbanos a los que nos enfrentamos, la Comisión Europea, a través del Centro Común de Investigación, facilita espacios de colaboración para el diseño de la política urbana entre expertos y profesionales de planificación urbana –Community of Practice on Cities (CoP-CITIES) y City Science Initiative–, con el objetivo de crear una masa crítica de conocimientos prácticos y desarrollar eficientemente cadenas de valor europeas.
Con ello, se consigue potenciar no solo la innovación en los nuevos modelos energéticos, sino también integrarlos plenamente dentro del nuevo Pacto Verde Europeo. En concreto, el Centro Común de Investigación ha diseñado la Urban Data Platform con el fin de proporcionar de manera precisa y actualizada el estado de las ciudades y áreas urbanas en Europa, expandiendo su cobertura geográfica incluso a algunas ciudades africanas.
En momentos de incertidumbre acerca de la evolución futura de las ciudades, resulta esencial proporcionar herramientas para la correcta toma de decisiones políticas. En estos momentos, los numerosos problemas y retos no han de eclipsar las oportunidades que se nos presentan. Renovar el diseño funcional y la eficiencia estructural de las ciudades puede ser el impulso definitivo para el renacimiento urbano en la Unión Europea y jugar un papel clave en la recuperación de la crisis a la que nos enfrentamos.
(*) Mikel Landabaso es director del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea en Sevilla. Nicholas Dodd, Carlo Lavalle y Jorge Díaz Lanchas son investigadores del mismo centro.
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