Una oportunidad para Colombia
El coronavirus y sus repercusiones han evidenciado la urgencia de una estrategia coordinada en el país
La emergencia del coronavirus ya ha modificado los esquemas del debate político de Colombia. El país lleva décadas sumido en una confrontación que apartó el foco del resto de la agenda. Primero la convulsión del conflicto armado con las FARC y, en los últimos años, la brecha que se generó en torno a los acuerdos que llevaron a la desmovilización de la extinta guerrilla desdibujaron la conversación sobre lo que más preocupa a la sociedad: a tenor de las encuestas, el empleo, la economía y la corrupción. Y hoy, la salud. El problema de la violencia no está resuelto, pero los colombianos y sus nuevos dirigentes encaran una transición y la pandemia ha hecho aflorar un horizonte distinto.
La gestión de la crisis sanitaria ha tenido, desde el comienzo, dos actores centrales. El presidente, Iván Duque, y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. El primero ganó las elecciones en 2018 promovido por Álvaro Uribe en un clima de elevada polarización. Su talante, alejado de las formas explosivas del exmandatario derechista, ha comenzado a valerle ahora un reconocimiento inesperado. Duque multiplicó sus apariciones, pero decidió rodearse de profesionales y aparcó los mensajes estrictamente políticos. El resultado: logró levantar su popularidad. La regidora de la capital, que gobierna una ciudad en la que vive casi el 20% de los colombianos, asumió el cargo, considerado el segundo del país en importancia, el pasado enero. Su victoria supuso un vuelco en el tablero político. La líder de la Alianza Verde se sitúa ideológicamente lejos del presidente y tiene unas dotes de liderazgo que la convierten en su competidora natural.
Hasta ahora los dos han colaborado en lo fundamental, aunque lo han hecho entre tiranteces. López fue la primera en tomar la iniciativa al decretar una cuarentena preventiva en Bogotá. Ambos han adoptado medidas económicas, han aprobado ayudas sociales y se han mostrado prudentes ante la relajación de las restricciones. Colombia, con alrededor de 50 millones de habitantes, ha superado los 5.000 contagios y ha confirmado más de 240 muertes por covid-19. Sin embargo, Duque decretó la reactivación progresiva, a partir de este lunes, del sector de la construcción y la manufactura. La alcaldesa lo cuestionó con dureza, al igual que la oposición en el Congreso. “El presidente manda, pero que mande bien”, le advirtió después de que este reivindicara sus atribuciones como mandatario. Además, los dos dirigentes tienen diferencias a propósito de la reapertura de El Dorado, el principal aeropuerto de la región andina.
El pulso, en cualquier caso, se ha mantenido hasta ahora en el terreno de las divergencias técnicas. Unas posiciones que, si bien ocultan aspiraciones políticas de fondo, han dado pie a una discusión razonable que es en sí una anomalía en la rutina de crispación a la que están acostumbrados los colombianos. El drama del coronavirus y sus repercusiones en la economía han evidenciado la urgencia de una estrategia coordinada y han demostrado, al menos hasta hoy, que, si existe voluntad política, es posible una colaboración. La paradoja de la emergencia es que representa una oportunidad para construir, para cambiar el paradigma de confrontación habitual en un país históricamente dividido y, en definitiva, sentar las bases para transitar hacia una nueva Colombia.
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