Tiempos diferentes
El anuncio de una reforma tributaria en Colombia hace saltar todas las alarmas
Desde que comenzó la crisis de la covid-19, el presidente de Colombia, Iván Duque, ha intentado armar su Gobierno alrededor del manejo de la crisis. Lo primero que hizo es que se separó de su gabinete más político y dejó de lado los miembros más radicales de su partido. Se rodeó de la parte técnica de su equipo y a partir de ahí lanzó toda una estrategia. Luego, en lo que parece una carrera de ir leyendo la realidad del país, comenzó a expedir decretos de todo tipo para contener la emergencia. Decenas se han lanzado en los últimos días.
Todo lo anterior le permitió el presidente Duque mejorar su imagen, no debe olvidarse que hasta antes de la crisis su popularidad rondaba el 24%. Se había desplomado desde el inició de su mandato, en 2018. En medio de la pandemia, tanto los alcaldes, como los gobernadores y el presidente comenzaron a mejorar en las encuestas. El mandatario subió durante las primeras tres semanas de la crisis. De hecho, le habla al país todos los días de seis a siete de la noche.
Sin embargo, hace unos días ocurrió lo que siempre ocurre: en una entrevista, el ministro de hacienda, Alberto Carrasquilla, anunció que era inminente una reforma tributaria para recaudar dinero. La caída en los precios del petróleo, la parálisis económica producto de la cuarentena y la necesidad de inyectar recursos a la economía fueron la justificación del anuncio. Inmediatamente, el debate nacional comenzó y nuevamente la imagen del presidente Duque se vio afectada.
Lo difícil del asunto es que, por un lado, al inicio del Gobierno de Duque, el ministro Carrasquilla anunció una reforma tributaria que incluía subir el IVA a toda la canasta familiar. Si bien, debido a la presión de diferentes sectores. eso nunca ocurrió, es también cierto que, desde ese momento el presidente nunca se pudo recuperar. Por otro lado, la reforma que salió de esa primera legislatura era la reducción de impuestos a los ricos y no se estipuló nuevos recaudos. Según la versión del Gobierno, esto se hacía con el fin de aumentar el empleo, es decir, que esos ahorros en impuestos de empresarios debían traducirse en más inversión y por ende más empleo. Eso nunca se dio: el desempleo siguió creciendo en el país y hasta antes de la crisis del coronavirus estaba cerca al 13%.
Así las cosas, desde el 2020 y sobre todo a partir del 2021 el Gobierno iba a recibir menos dinero producto de esta reforma tributaria. Con la epidemia, la caída de los precios del petróleo y la necesidad de invertir grandes recursos para levantar la crisis económica, según muchos analistas una reforma es inminente. La discusión es más bien sobre cómo debería ser. Alberto Carrasquilla es de la vieja escuela neoliberal y ortodoxa. Para este sector, la reforma es ampliar el recaudo, afectando lo menos posible a los grandes capitales. Nuevamente, con la idea de que el rico entre más rico más redistribuye, algo falso y poco comprobado. Para otro sector social y político, la reforma debería ser equitativa y aumentar los impuestos a los que más tienen para dar más recursos a los más vulnerables durante la crisis. Un modelo en el que Carrasquilla no cree.
En estos tiempos de crisis, dicen los analistas, se necesita un keynesiano y no un neoliberal. Lo que se debería hacer es relajar la regla fiscal, aumentar la deuda y utilizar reservas internacionales para poder mitigar la crisis económica. Pero esas decisiones las está demorando el Gobierno, hay mucha ortodoxia y son demasiado conservadores.
Lo cierto, más allá de la necesidad de una reforma tributaria, es que el anunció fue inadecuado e inoportuno. Además, el debate sobre el cómo de la reforma debe darse con apertura y escuchar a todos los sectores. En estos casos, los que más tiene deberían pagar más. Es muy difícil que una sociedad que puede tener un desmpleo por encima del 20% tenga capacidad de pagar más impuestos, aumentar ingresos vía IVA no haría otra cosa de afectar a los más vulnerables.
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