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La niña a la que nadie pudo dejar en tierra

Ola Abu Al Ghaib dirige desde el pasado septiembre la secretaría técnica del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para los Derechos de las Personas con Discapacidad

Ola Abu Al Ghaib, en sede de la ONU, en Nueva York.
Ola Abu Al Ghaib, en sede de la ONU, en Nueva York.M. F. M.

La querían dejar en tierra, pero Ola Abu Al Ghaib (Nablus, Palestina, 1973) no es de las que se rinden fácilmente. No lo hizo cuando, a los 16 años, una cirugía para eliminar un tumor le hizo perder la movilidad en las piernas y le redujo la de un brazo (desde entonces, usa silla de ruedas). Ni cuando, poco después, se tuvo que mudar desde Ramallah, donde hasta entonces vivía con su familia, a Belén, para poder continuar sus estudios en un colegio privado con las necesarias adaptaciones. Así que ni mucho menos iba a hacerlo cuando al ir a coger un vuelo en El Cairo, en 2008, faltaba la silla portátil que necesitaba para acceder al avión.

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“La tripulación insistía en que yo podía andar unos pasos, como un pasajero anterior había hecho, no entendían que yo no podía caminar en absoluto. Llegó un punto en el que incluso no querían aceptar que embarcara, porque simplemente no sabían qué hacer. Pero yo insistí, y el vuelo se retrasó dos horas hasta que encontraron una silla portátil disponible en otro avión”, explica Abu Al Ghaib, como ejemplo de hasta qué punto llega la falta de conocimiento sobre qué es la inclusión de personas con discapacidad.

Eso a pesar de que no es ni mucho menos una cuestión minoritaria. El 15% de la población mundial, mil millones de personas, tienen discapacidad, según la Organización Mundial de la Salud, y, de ellos, el 80% (800 millones) viven en países en desarrollo, donde, como confirma Abu Al Ghaib desde su amplia experiencia profesional y personal, los retos son mayores por la falta de recursos e infraestructuras. UNESCO advierte que el 90% de los niños con diversidad funcional en países en desarrollo no van al colegio. Al Ghaib es actualmente la responsable de la secretaría técnica del Fondo Multidonante de la ONU para los Derechos de las Personas con Discapacidad (UNPRPD, por sus siglas en inglés).

En su caso, la experta palestina tuvo que separarse, siendo una adolescente, de su familia para ir a un colegio adaptado en otra ciudad: “Era la única opción para mí para continuar mi educación”, recuerda. Tras terminar la universidad, trabajó durante unos años un centro de rehabilitación para heridos palestinos en el conflicto con Israel, ofreciéndoles el apoyo necesario para reintegrarse en la comunidad. Ella misma conoce en primera persona las dificultades extra que para una persona con minusvalia conlleva vivir “en un país con constante inestabilidad y sistemas de gobierno frágil”, con las limitaciones que ello supone en términos de infraestructura.

También cuando trabajó con la organización Humanidad e Inclusión (anteriormente, Handicap International, en inglés), y tenía que viajar por varios países de Oriente Medio (Jordania, Egipto, Siria, Líbano, Yemen, Palestina), tuvo que afrontar muchas veces las dificultades que supone la falta de transportes e instalaciones inclusivos. “Tenía que buscar soluciones originales como llamar a las compañías de taxi y pedirles que quitaran los asientos de atrás, o escanear el país completo para encontrar un hotel accesible”, recuerda.

Ahora, con su experiencia y estudios (tiene un doctorado en protección social y discapacidad), y desde su actual responsabilidad en la secretaría técnica del Fondo Multidonante de las ONU, trabaja para profundizar en la inclusión de estas personas, especialmente en países en desarrollo.

Desde su perspectiva, “es complejo entender por qué no hemos avanzado más en este mundo, a pesar de que hace ya 14 años que se adoptó la Convención de la ONU de los Derechos de las Personas con Discapacidad”. Entonces, rememora, mucha gente pensó que se iba a desarrollar una más rápida transformación en este ámbito. Sin embargo, a su juicio: “Cuando bajas al terreno, las vidas de quienes forman parte de este colectivo no han cambiado verdaderamente”.

La tripulación insistía en que yo podía andar unos pasos, como un pasajero anterior había hecho, no entendían que yo no podía caminar en absoluto

¿Por qué? “Creo que la principal razón es que no hemos conseguido influir suficientemente en los gobiernos, que son quienes tienen la responsabilidad, y si conseguimos cambiar ese nivel, habrá más sostenibilidad e igualdad, en áreas como los sistemas de impuestos, derechos y servicios”, considera. Por eso considera tan importante el Fondo Multidonante para los Derechos de las Personas con Discapacidad, que se creó en 2011 para apoyar la implantación de la Convención aprobada en 2006, “porque implica a diferentes actores, incluyendo a los gobiernos, para avanzar en los derechos de estas personas, a través del apoyo financiero y técnico a programas centrados en diferentes áreas (como, entre otras, educación, salud reproductiva, protección social)”.

Abu Al Ghaib reclama que esta condición se alinee “igualmente” con otros aspectos del desarrollo, y rechaza a quienes apuntan a su complejidad para conseguirlo. “Es una realidad que cuando hablamos de discapacidad hablamos de diferentes tipos, que necesitan diferentes requerimientos de los gobiernos para responder a esas diferencias. Pero no es tan complicado; ni es más complejo que otros asuntos sociales, ni es imposible de conseguir”, proclama.

Por supuesto, admite que los países con más ingresos, especialmente Europa y Estados Unidos, han logrado más progreso en este ámbito, “no solo al respecto de los recursos, sino también del respeto a la igualdad y la no discriminación”. Y aunque asegura que la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad es una de las más exitosas en términos de interés por parte de los gobiernos (188 de los 193 estados miembros de las Naciones Unidas la han ratificado), a la vez, advierte que “ese respaldo no ha conllevado un auténtico alineamiento de las políticas y sistemas nacionales”.

Sin embargo, la secretaria técnica del Fondo Multidonante destaca que actualmente hay excelentes oportunidades para avanzar en estos derechos. Por un lado, la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, con el compromiso de “no dejar a nadie atrás”, promueve una mayor inclusión para las personas con discapacidad.

Además, el pasado junio, la ONU implantó la Estrategia para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, que persigue incrementar su presencia y protagonismo en esta institución. Y, con la misma contundencia con la que perseveró para mantener su derecho de embarcar en aquel avión en El Cairo, Abu Al Ghaib insiste: “Simplemente, todos los gobiernos necesitan asegurarse de que incluyen a estas personas en sus agendas y de que no están marginalizadas”.

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