Histeria colectiva
Sí, tenemos una epidemia, y quizás una pandemia, pero la reacción de muchas personas es ridícula. Hay quien ha comenzado a hacer acopio de alimentos y de todo lo que creen que podrían necesitar. Algunos padres con hijos en el hospital infantil de la ciudad se han negado a permitir que médicos o enfermeras que parecen “asiáticos” traten a sus hijos, cuando médicos y enfermeras son precisamente quienes más nos pueden ayudar en este momento. Los restaurantes asiáticos locales están prácticamente vacíos, y algunos han cerrado, tal vez permanentemente, ya que muchos de sus clientes temen al virus “asiático”. Es hora de escuchar a las personas que saben lo que están haciendo, y dejar de lado bulos y actitudes absurdas.
Dennis Fitzgerald. Melbourne (Australia)
Todos piensan en lo mismo. Tengo alergia al polen y estos días son especialmente duros. Mis estornudos se amplifican por el vagón, la tos es como un disparo. Mi nariz roja me delata. Pero la cosa va más allá. Ya nadie quiere pulsar el botón para abrir las puertas. Hay menos gente en el vagón y la que hay está más separada. Yo mismo pienso en no coger durante unos días el transporte público, pero no tengo otra forma de llegar a clase. Histeria colectiva, pero sutil. He entrado a un supermercado para comprar gel de manos y se había agotado, al salir he visto a un cliente con un carro lleno de bolsas de arroz. Quizá deba hacer la compra para unos días. Al cartel de la farmacia de debajo de mi casa que antes decía “Hay mascarillas” hoy le han añadido un discreto “no” a mano. Días difíciles para un hipocondriaco con alergia.
Julián Sainz Martínez. Soria
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.