_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Aznar-Casado: tierra quemada

El desenlace de esta batalla campal afianzará la percepción de que el PP de Casado es otra terminal del derechismo radical

Xavier Vidal-Folch
El expresidente del Gobierno, Jose María Aznar, junto con la expresidenta de los populares vascos, María San Gil, en Bilbao, el pasado 20 de febrero.
El expresidente del Gobierno, Jose María Aznar, junto con la expresidenta de los populares vascos, María San Gil, en Bilbao, el pasado 20 de febrero.H.Bilbao (Europa Press)

Las convocatorias de elecciones autonómicas en Euskadi y Galicia para el 5 de abril surgieron bajo el augurio de muy interesantes. Desmonopolizaban el interés centrado en la cuestión catalana, mostraban que el Estado autonómico sigue vivo y evidenciaban que, pese a sus defectos, puede ser y de hecho es útil para el desarrollo de las “nacionalidades históricas”, en vez de un corsé anticuado e inservible.

Más información
EDITORIAL | Mosaico electoral
La voz que se va a oír
PP: hacia el futuro marcha atrás

La confección de listas y alianzas entre las derechas de ambos territorios ha aumentado aquellas expectativas a extraordinariamente interesantes. Porque la dirección central del PP ha optado por aprovechar las convocatorias como tubo de ensayo —es la consideración que le merecen sus propias organizaciones territoriales— para su plan de resucitar a Josemari Aznar. Es decir, para emprender la segunda refundación aznarista del partido, autoritaria y retroconstitucional, con la ambición de abarcar a todas las derechas. Incluso al precio de la carcoma moral, de Gürtel a las arruinadas autopistas radiales madrileñas, pasando por el autoritarismo y el uso partidista del terrorismo. Así lo ilustró el desprecio con que la voz de Pablo Casado, Cayetana Álvarez de Toledo, despachó en diciembre a las víctimas vascas del terror y que llevó a la hermana de Gregorio Ordóñez a espetar: “¿Dónde estabas tú cuando ETA nos mataba?”.

El proyecto avizoraba tres fases: enseguida, coaliciones autonómicas con Ciudadanos; después, su fusión por absorción, o mediante una CEDA reactualizada; al cabo, integración o esterilización de la ultra Vox, a la que falsamente reputan, en sordina, de “constitucionalista”.

La primera fase hizo agua en Galicia, al oponerse el marianista Alberto Núñez Feijóo a aliarse con los naranjas: finalizó en la mera disposición a cederles poltronas. Y capota en el País Vasco. El barón sorayista Alfonso Alonso consideró “inadmisible” el preacuerdo labrado a sus espaldas con los de Inés Arrimadas. El jefe del PP, Pablo Casado, le fulminó ayer, en beneficio del servicial e inane mayordomo Carlos Iturgaiz. La ley interna para los sufridos populares vascos es la tierra quemada: ya se le aplicó a otro fiel de meritoria trayectoria centrada, Borja Sémper.

El desenlace de esta batalla campal afianzará la percepción de que el PP de Casado es otra terminal del derechismo radical más que un centroderecha capaz de incorporar la discrepancia, las ideas de sus centristas y la voz de los territorios. De traducir la realidad de la España diversa y plural a un partido ídem.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_