La voz que se va a oír
Aznar ha pedido que Pablo Casado haga su discurso contra el Gobierno como si Vox no existiera, y Casado dice que es Vox quien copia el discurso del PP
Le vamos a oír. Claro que le vamos a oír. José María Aznar no tiene miedo a hablar, aunque según dice él, hay miedo a hacerlo en España. Pues vaya, miedos a estas alturas, y eso sin Gobierno del PP.
Según Aznar, estamos asistiendo ni más ni menos que a un cambio de régimen. Algo así como lo que pasó para que llegara la II República. Dice el que todavía parece ser el jefe espiritual de la derecha española, que hay un Gobierno ilegítimo, que preside Pedro Sánchez, empeñado en evitar lo que, también según él, es natural en España, o sea que gobierne la derecha.
El discurso de Aznar es golpista. Como si lo hubiera elaborado alguien a sueldo del aparato de Miguel Ángel Rodríguez o, casi tan bestial como eso, alguien pagado por terroristas iraníes, como Iván Espinosa o Santiago Abascal. Lo primero que hace es quitarle legitimidad al Gobierno, luego le atribuye deseos de romper España y, no lo dice por si acaso, aquí tiene que intervenir alguien para evitar una dictadura comunista pagada por Caracas.
No se sabe de dónde va a sacar Caracas tanto dinero, pero ese es otro cantar. Por supuesto, la estupidez de Sánchez de ningunear a Guaidó ha ayudado a Aznar a fabricar ese delirio trasatlántico, pero lo grave es que tiene alguna audiencia.
Aznar ha pedido que Pablo Casado haga su discurso contra el Gobierno como si Vox no existiera, y Casado dice que es Vox quien copia el discurso del PP. Así que hemos perdido el centroderecha en un santiamén: el discurso de los terroristas iraníes es, en realidad, el de nuestra derecha, la que había renacido a partir de la moderación de su discurso, al que ahora, con el entusiasmo seguidista de Casado, se opone Aznar. No hay moderación que valga, no habrá tregua ni pactos de Estado.
Ya se puede oír a José María Aznar. Retumba su voz por todas las paredes que acotan el solar patrio. ¡Qué valor tiene este hombre, que se atreve a hacerse oír en un país en que la izquierda se cree, porque así lo dicen los torpes números, que ha ganado las elecciones!
La jugada es, sin embargo, zafia. Quizá más zafia que la que le sirvió a José María Gil-Robles para aupar al proiraní de su tiempo, o sea a Franco, al poder.
¿Oyen la voz de Aznar?
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