Qué pinta un profesor senegalés en la movida madrileña
El licenciado en filología hispánica Mohamed Insa Séne ha sido traductor de diplomáticos y periodistas, como Mercedes Milá y Javier Bauluz, y acompañó a la reina Letizia en su visita a Senegal. Hablamos con él sobre racismo, emigración y los retos que afronta España
Cuatro años después de la muerte de Franco, en 1979, la homosexualidad dejó de ser delito en España; se celebrarían las primeras elecciones municipales y Naranjito se presentó como la mascota oficial del mundial de fútbol de 1982. Pero antes de este evento deportivo, en 1980, Pedro Almodóvar estrenaba su primera película, Felipe González presentaba una moción de censura contra Adolfo Suárez y comenzaba la movida madrileña. Al mismo tiempo, el profesor senegalés de español Mohamed Insa Séne (Saint Louis, 1952), fue testigo directo de la droga, el destape y el comienzo de la Transición. Junto a otros seis estudiantes, cursó una beca en la Complutense de Madrid después de licenciarse, entre septiembre de 1979 y junio de 1980, que le uniría para siempre a España. "Nos habían advertido que tuviéramos cuidado, porque estaba mal visto abrazarse y cogerse de la mano en público, pero cuando llegamos era todo lo contrario; la gente se besaba, como una especie de rebelión contra un sistema que los había machacado durante muchos años. Fue una época maravillosa", rememora en un perfecto y delicado castellano frente a un café solo y unos cacahuetes en el hotel Siki de Saint Louis (Senegal).
El licenciado en filología hispánica ha sido traductor de diplomáticos y políticos españoles, como Anasagasti, de periodistas como Mercedes Milá y Javier Bauluz, y acompañó a la reina Letizia en su visita a Senegal junto a la Agencia de Cooperación Española (Aecid). Y asegura que su labor como intérprete fue siempre por "una sucesión de accidentes", aunque ya tenga su titulación oficial como traductor jurado. “Me labré una fama y a mí me interesaba para practicar, más que por el dinero, porque así seguía en contacto con nativos de español, que era mi herramienta de trabajo como profesor", explica.
Su verdadera vocación ha sido la de la enseñanza, profesión que ha ejercido durante 32 años como docente de español en un instituto de Saint Louis. Aunque se jubiló a los 60 —la edad oficial en Senegal—, no concibe su vida sin trabajar, y desde su casa en el barrio de Sor, viaja a Dakar donde enseña español en una escuela de comercio dos semanas cada mes. "Desde que me jubilé he estado tres semanas parado y parecía que se me había caído el mundo entero sobre la cabeza, creo que hasta me enfermé", cuenta divertido.
Recuerdo participar en una manifestación por las calles de Madrid donde gritábamos 'el hijo del obrero a la universidad', porque la gente tenia problema para pagar sus matriculas
Séne nació y creció en Guet Ndar, un barrio popular de pescadores de la antigua capital de la África occidental francesa, donde todos sus habitantes le saludan cada vez que pasea por sus calles de arena de playa. Hijo de una mujer vendedora de pescado, sus padres se separaron después de su nacimiento, pero recuerda su infancia como una etapa feliz, "sin muchos problemas". "A los 12 años mi hermano empezó a trabajar y se ocupaba de mi madre y de mi hermana", recuerda. Aunque reconoce que su familia no tenía problemas económicos, es consciente que pudo estudiar gracias a la gratuidad de la enseñanza en Senegal. "Cuando llegamos a España nos dimos cuenta que la universidad era muy cara. Recuerdo participar en una manifestación por las calles de Madrid, en el barrio de Argüelles, donde gritábamos 'el hijo del obrero a la universidad', porque la gente tenía problemas para pagar sus matriculas".
Cuando habla de sí mismo, lo hace en plural y con pudor, como si ejerciera de voz colectiva de una generación entera, aunque huya de generalizar. Una voz que representa también a la de sus otros seis compañeros de aventura en Madrid, con los que vivía en un único piso, lo que podían pagar con una beca de 18.000 pesetas de las de entonces [108 euros], cerca de Tetuán, desde donde bajaban a las verbenas y a la discoteca Imperial…
Hay una especie de barrera invisible. Cuando antes desatábamos la curiosidad, ahora es como si no nos vieran
Lavapiés, hoy el barrio multicultural por excelencia de la capital, era territorio prohibido por la droga de los años ochenta y explica que se acercaban allí solo “los domingos al Rastro”. “Cuando íbamos al mercado, la gente nos decía que hablábamos como libros, y es verdad. No se me olvida el revuelo que causé el día en que usé la expresión ‘es menester’”, rememora. El profesor recuerda que su primer contacto con el idioma fue la televisión, en concreto el programa de teatro de los Estudio Uno de Televisión Española. “Nuestras mejores clases fueron en las calles, hablando con la gente. Eso no se aprende en la universidad”.
A pesar de la buena etapa en España, los siete estudiantes no tenían pensado quedarse, el sueño les esperaba en casa. “Sabíamos que a la vuelta podíamos ser profesores. En nuestros pasaportes en todas las páginas se podía leer: ‘Trabajo no habilitado aquí’, para que no tuviéramos la tentación de quedarnos. Tenía una amiga que me había buscado un trabajo en una academia privada, pero quedarse era sinónimo de ser clandestino”, explica.
Así que Séne tardó 25 años en volver a pisar Madrid. Lo hizo en 2006, en plena crisis de los cayucos, cuando llegaron a las islas Canarias hasta 31.678 inmigrantes procedentes de Mauritania y Senegal. “En los que salieron de Saint Louis no había muertos, porque estaban capitaneados por personas que conocían el mar. Cuando las mafias se apoderaron de la situación muchos, sin saber llevar un barco, se echaron a la mar y ahí murieron muchas personas”, responde en voz baja cuando se le pregunta por aquel momento que marcó un antes y después de la emigración a Europa desde África. En aquella visita a Madrid, asegura que lo vigilaron “como leche sobre fuego” hasta volver a Senegal. “¿Por qué me iba a quedar en España? Eran los primeros meses de Frontex, y creo que para ellos todos queríamos salir de Senegal”.
A pesar de que sabe que su opinión no es muy popular, cree que los jóvenes de Senegal que se van buscando un futuro mejor en Europa lo hacen por los motivos equivocados. “No huyen de una guerra, ni del hambre, pero creen que yéndose allí es mucho más fácil enriquecerse”, argumenta y recuerda esos primeros años de éxodo en los que mucha gente compraba a los emigrantes en España, Francia e Italia, como medida paliativa para ayudarlos a ganarse la vida. “Aquellos primeros emigrantes volvieron y construyeron casas y los chicos han creído que allí [Europa] es más fácil ganar dinero”, contextualiza.
Se define como hombre de izquierdas y admite que Senegal debe asumir y solventar sus problemas en materia de Sanidad, Transporte y Educación, en un país con una clase política rica, “con salarios faraónicos" si se compara con los de profesores y trabajadores, y que no piensa en el pueblo, sino en los escaños. Y con un profundo conocimiento de la actualidad política española, Séne ha encontrado diferencias en aquella sociedad española que él vivió, que despertaba de 40 años de dictadura, y la actual. “La gente tiene mucho miedo de los morenos, como nos llamaban entonces”, dice más con tono de dolor que de resentimiento. “Lo que más me entristece es que la primera reacción cuando me acerco a preguntar por una calle es que siempre sea de miedo”, se lamenta. “Hay una especie de barrera invisible. Cuando antes desatábamos la curiosidad, ahora es como si no nos vieran”, prosigue.
En 2008 volvió de nuevo a España con una de sus hijas, y desde entonces lo repite cada dos años, para pasear por las calles de Madrid, pero también para visitar el Valle de los Caídos o la tumba de la mujer de Machado en Soria. Ha transmitido su amor por el castellano a sus cinco nietos y sus cuatro hijos, entre los que hay dos licenciados en Derecho, otro en Comercio y una profesora de español pero que ahora ha decidido ser cantante, “para rebelarse contra el padre que le impone”, según su versión. Sin embargo, ese amor que él les trasmitió por la lengua ha llevado a su hija a convertirse en toda una celebridad después de haber versionado Despacito en wolof.
Han pasado 40 años desde la aventura de Séne en España y en octubre de 2019 Franco era exhumado del Valle de los Caídos. En diciembre se alcanzaba un acuerdo de Gobierno de coalición entre Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (Unidas Podemos); en enero de 2020 Pedro Almodóvar volvía a estar nominado para los Oscar y en febrero se cumplen cuatro décadas del primer concierto de la movida madrileña. “A pesar de las dificultades, políticas y sociales, hay un sustrato que permanece, lo extraordinario de España no ha desaparecido, queda un fondo muy humano”.