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El país al que por fin llegó el orgullo trans

La comunidad LGTBI pudo celebrar por primera vez un desfile en Burkina Faso para elegir su Miss y Mister Burkina. Un paso de gigante en un lugar en el que aún se arriesgan a ser repudiados o sufrir agresiones

Un miembro de la comunidad trans de Burkina Faso.
Un miembro de la comunidad trans de Burkina Faso.Juan Luis Rod
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En un jardín privado cedido por un mandatario europeo sensibilizado con la causa LGTBI. Allí tuvo lugar en 2019, el primer concurso del orgullo trans en Uagadugú. El evento fue privado, se limitó el número de asistentes para evitar que las informaciones sobre esta fiesta circulasen por la ciudad. Solamente se podía asistir con una tarjeta de invitación entregada por los organizadores a las personas de confianza del círculo LGBTI burkinés.

El objetivo era evitar el boicot del evento o poner en riesgo la seguridad de los asistentes al recinto. Se trata de una sociedad tradicional, donde sigue primando la justicia dictada por líderes religiosos y tradicionales. Si los sectores radicales conservadores supiesen que existen este tipo de celebraciones que van en contra de la moral y religión, los asistentes podrían poner en peligro su integridad física.

Este acontecimiento que reunió a alrededor de 50 asistentes, fue una primicia en el país. Once hombres homosexuales transgénero compitieron por el premio a Miss Burkina 2019 y diez mujeres trans por el puesto al mejor Mister. Al final hubo tres finalistas que recibieron como premio el título de Miss Idahot, las siglas en inglés de Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.

Los concursantes desfilaron ante un ilusionado y festivo público, pero no pudieron acudir a la gala desde su casa ni vestidos con sus trajes de competición ni con sus pelucas o maquillaje. Travestirse en público es un acto que muy pocos en el país osan realizar ya que ello podría suponer el encarcelamiento o el linchamiento. Eventos como este, permiten a los jóvenes salir de la situación de opresión y secretismo en la que viven su día a día así como conocer a otras personas del colectivo, lo que les ayuda a no sentirse solos. En estas fiestas privadas consiguen quitarse las cadenas de la tradición y ver que pueden expresarse libremente de una forma que está absolutamente prohibida en el imaginario colectivo burkinés.

A veces nuestras novias no saben nada de nuestra doble vida, otras, nuestras amigas lesbianas se hacen pasar por nuestras parejas

En este país no existen bares específicamente LGBTI donde poder reunirse, travestirse y ligar libremente. Si bien es cierto que en algunas discotecas más libres saben que pueden asistir y conocer a personas de su misma orientación sexual, cualquier beso o gesto de cariño podría desencadenar en un conflicto con el resto de personas heterosexuales. Así pues, estas fiestas privadas LGBTI son una válvula de escape para estos jóvenes trans.

Amina es una de las tres finalistas. Nació varón hace 27 años en una ciudad del oeste de Burkina Faso, no muy lejos de la frontera con Mali, pero se considera mujer. “Estoy obligado a comportarme como un hombre en la universidad, con la familia... si no hago esto me pegarían”, asegura. Recién acabados sus estudios, está buscando trabajo en la capital. A pesar de tener familia en esta ciudad prefirió no vivir con ellos y alquilarse una habitación ella sola para evitar las sospechas de su familia.

A sus 27 años, el hecho de no tener una novia o mujer está empezando a levantar sospechas ya que lo normal en este país es casarse joven. Nadie en su familia sabe su orientación, sin embargo su tío la está investigando porque piensa que es homosexual. El padre de Amina murió y ahora es el hermano de su padre el cabeza de familia. En esta sociedad patriarcal vinculada fuertemente a la tradición tribal en numerosas ocasiones la madre y sus hijos pasan a estar bajo la custodia de uno de los hermanos del marido fallecido. Su familiar es muy católico y le ha amenazado con investigarle ya que considera que su comportamiento se sale de las normas establecidas.

Al no tener pruebas de su travestismo, su tío no puede acusarle. Amina nunca le ha dicho a su adoptivo padre dónde vive exactamente en la ciudad para que este no pueda encontrarla. Si la descubren, la echarán de la familia y nunca más podrá ponerse en contacto con ellos. El hecho de venir a la capital le ha permitido ser más libre y conocer a gente de la comunidad LGBTI, donde se ha dado cuenta de que hay muchas personas que se ocultan y llevan una doble vida con dos identidades completamente diferentes. “Este desfile es la primera fiesta transgénero en la que he participado y dónde puedo sentirme libre”, explica.

Juan Luis Rod

Discriminación y miradas

Amina cuenta que ha sentido que en la universidad le "miraban raro". Incluso en su vecindario, al no verle salir con chicas. “Para ocultarnos, hacemos como que tenemos novia durante el día pero por la noche es otra cosa”, explica. “A veces nuestras novias no saben nada de nuestra doble vida, otras, nuestras amigas lesbianas se hacen pasar por nuestras parejas” afirma. 

Lo mismo le ocurre a Emmanuelle, otro chico transgénero de 18 años que ha preferido presentarle a su familia a una novia ante los constantes interrogatorios. Le pidió el favor a su amiga Nicolle. Sus parientes nunca conocerán verdaderamente a la persona a la que ama. Sin embargo Enmanuelle no pierde la esperanza de que las cosas en su país cambien. “Hemos nacido así y no podemos cambiar. Dios nos ha creado así por lo tanto los burkineses van a tener que entenderlo”, sentencia.

Al salir de casa Emmanuelle viste unos vaqueros y una camisa pero en su mochila lleva el maquillaje, vestido y tacones que le permiten ser quién verdaderamente es. En la calle no es libre, cualquier gesto amanerado o forma de hablar podría delatarle y sufrir desde el acoso, la expulsión de su hogar o incluso un linchamiento que acabe con su vida. Si bien en este país no se realizan detenciones o condenas por orientación sexual, los derechos básicos de los burkineses del colectivo LGBTI se ven vulnerados cotidianamente. Así pues existen detenciones a personas transgénero por ser hombres e ir vestidos de mujer en lugares públicos. Estas detenciones son posibles debido a que se considera que atentan contra el orden público y la moral.

Los nombres que se mencionan no son reales para no comprometer la seguridad de las personas que nos dieron su testimonio.

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