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Charlene A. Carruthers. “Acabar con el capitalismo es un asunto feminista”

Es uno de los rostros de la movilización afroamericana. No cree en la moderación y se autodefine como feminista radical negra y marxista

La feminista Charlene Carruthers en Washington
La feminista Charlene Carruthers en WashingtonMike Rudzinski
Amanda Mars

Feminista, queer, activista, organizadora. Cuenta Charlene A. Carruthers (Chicago, 1985) que ella era todas esas cosas desde antes de tener conciencia incluso de que existían y qué significaban. Criada en el distrito obrero del South Side, lleva 16 años volcada en el activismo y es reconocida como una de las principales figuras de los movimientos afroamericanos de Chicago. Es fundadora de la organización Black Youth Project 100, que analiza las decisiones que toman los jóvenes negros y les ayuda a alzar su voz. Su libro Sin concesiones. Preceptos negros, queer y feministas para movimientos radicales (editado en España por Consonni) es un manifiesto osado, radical en el sentido más amplio de la palabra y con un mensaje final: “El poder nunca concede nada que no se le exija de forma organizada”.

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PREGUNTA. Usted habla metafóricamente de ponerse unas lentes negras, queer y feministas. ¿Qué tal se ven las cosas desde ahí?

R. Pues cuando te pones esas lentes ves el mundo en su plenitud. Llevarlas tiene que ver con pedir respeto y dignidad, y tratar con ese mismo respeto y dignidad a todas las personas. Significa mirar las estructuras que existen más allá de los individuos. También significa valorar las tradiciones feministas negras y LGBTQ y reconocer que esas tradiciones de las que venimos han articu­lado visiones que nos han liberado.

P. ¿Cómo ha cambiado el activismo desde que comenzó?

R. De muchas formas. La información ahora llega a la gente muy rápido, de muchas fuentes, y nos permite organizar de manera mucho más veloz. Aunque en esa información se mezclan los hechos con las mentiras. También percibo cómo la gente ha estado girando de forma consistente a la izquierda. Siempre ha habido gente que creía en causas, pero ahora están organizándose más a la izquierda en asuntos concretos.

“Desde 2008 hemos visto mucho activismo reaccionario. La izquierda no es dueña del activismo”

P. Al mismo tiempo, el movimiento de reacción a la derecha también va más lejos.

R. Ellos se han atrincherado. Después de 2008 hemos visto mucho activismo reaccionario, porque la gente de la izquierda no es dueña del activismo. Cualquiera puede hacerlo.

P. La polarización ha sido buena para el activismo.

R. En algunos aspectos, y no tan buena para la gente. Cuando la polarización significa que van a restringir los derechos, es malo para quien lo sufre. Si esa polarización significa más educación, más sanidad o más infraestructuras, la cosa es distinta, pero en el caso del poder, la polarización ha sido hacia la derecha.

P. ¿Cómo puede el activismo luchar con fuerza por ciertas reivindicaciones y al mismo tiempo no alimentar la polarización?

R. No lo creo posible. Creo que la gente debe escoger un lado, por suerte o por desgracia, y ser muy claro en eso. La gente debe decidir en qué cree y qué está dispuesta a hacer. Estar en el centro no le sirve a nadie. Prefiero ser clara que moderada. ¿Qué es ser moderado en el contexto estadounidense?

P. ¿No cree que la moderación sea posible hoy en día?

R. No lo creo. Desde mi experiencia en Estados Unidos, moderado significa a menudo conservador, o significa restricción de acceso a cosas para ciertas personas.

P. Por ejemplo, cuando se habla de precandidatos demócratas moderados como Joe Biden o Pete Buttigieg, ¿usted los ve conservadores?

R. Sí. Puede que no sea extrema derecha, pero en lo relativo a préstamos estudiantiles, sanidad o política de justicia penal no son de izquierdas. De hecho, me parecen regresivos. Quizá el baremo conservador progresista es insuficiente en este caso, necesitamos algo más para describirlos, porque desde luego no diría que Biden es lo mismo que Donald Trump, pero tampoco tiene nada que ver con [los izquierdistas] Bernie Sanders o Elizabeth Warren.

P. Dice que el poder no cede nada si no se le exige de forma organizada. ¿Es esa su definición de activismo?

R. Frederick Douglass [líder abolicionista de la esclavitud] fue quien dijo que el poder no concede nada sin que se le exija. Yo digo que hay que ir más allá y añadir que la exigencia debe ser organizada. Cualquiera puede ser activista, significa pasar a la acción para lograr algún cambio. Organizar significa ser capaz de trabajar junto a otra gente que comparte esa visión.

P. También hay una discusión sobre el feminismo, hay quien lo vincu­la necesariamente a la lucha anticapitalista.

R. Una lucha contra el capitalismo es feminista. Acabar con el capitalismo es un asunto feminista. ¿Cómo puedes acabar con la explotación de género sin acabar con el capitalismo? El feminismo del que yo procedo, como feminista radical negra, es socialista y marxista. No son cosas separadas.

P. Una feminista puede luchar por la igualdad y creer en el mercado y en el capitalismo, querer hacerlos justos.

R. Eso es antifeminista, es insuficiente.

P. ¿No se puede ser feminista y conservadora en lo económico?

R. No, no; si, por ejemplo, estás a favor de quitar las ayudas para la alimentación de las familias pobres, es algo completamente antifeminista, porque las grandes perjudicadas de ello son las mujeres.

P. Habla en su libro de la denuncia pública por agresión sexual que una joven hizo contra uno de los líderes del movimiento Malcolm London. Lo resolvieron a través de un proceso alternativo de “justicia transformativa”. ¿Por qué no acudieron a la justicia ordinaria?

“El sistema en EE UU no está preparado para que quien causa un daño aprenda y no vuelva a causarlo”

R. Porque cuando hablamos con esa joven supimos que ya había pasado por procesos así ante los tribunales, no había recibido nada parecido a justicia y quería probar algo diferente. El sistema estadounidense no está preparado para otorgar justicia a la víctima ni para ofrecer a la persona que causó el daño un modo de aprender —y desaprender— lo necesario para no volver a causarlo. Es muy difícil que la persona acabe ante el juez y admita o se disculpe por lo que hizo.

P. ¿Pero se probó lo ocurrido? ¿Cuál fue el resultado?

R. No se trata de probar porque nadie salvo ellos sabe lo que ocurrió, y lo que sabemos, por la experiencia de ella, es que ir a los tribunales no solucionaba nada, no metía a los hombres en prisión. Ambos fueron pasando por un proceso. Él hizo las reparaciones como individuo, ella escuchó lo que necesitaba escuchar de él y recibió el apoyo que necesitaba de las comunidades a las que pertenece.

P. Pero si hubo un delito real, ¿no debería responder ante un juez, algo más que reflexionar?

R. Es mucho más que reflexionar. Pasaron juntos un proceso de un año y publicaron una carta entera contando cómo había sido. Nada de esto hubiera pasado en la justicia estadounidense, no hay apoyo para los supervivientes.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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