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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Doha, el gran espectáculo urbanístico

¿Qué ha supuesto para la capital catarí ser la ciudad que albergue el Mundial de fútbol de 2022?

Doha, area diplomática, 2013
Doha, area diplomática, 2013Fadi Al-Assaad (Reuters)
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El petróleo sigue siendo uno de los detonantes que contribuyen a la transformación de muchas ciudades del planeta; el caso de Caracas o Doha son algunos ejemplos que deben ser leídos como la materialización de un paisaje urbano identificado como símbolos tanto de modernización y progreso.

A lo largo de la historia, la alta ambición social y política de los gobernantes, seguida de las consecuentes prioridades de los mandatarios y otras fuentes de poder, persiguió la construcción de grandes urbes. Infraestructuras, equipamientos, urbanizaciones exclusivas y vías expresas fue lo que marcó la creación de una condición urbana funcionalista, aunque particularmente, el cambio más drástico impactó en la población introduciendo una nueva mentalidad contemporánea. Caracas, por ejemplo, empezó su proceso de transformación a partir de las primeras décadas del siglo pasado mientras que Catar empezó un complejo proceso de modernización en los años setenta, que se activó en el año de su independencia, en 1971.

La recurrencia de expertos extranjeros para transformar las ciudades y establecer grandes planes de desarrollo urbano fue un hecho habitual y común en las dos ciudades mencionadas. En este sentido, la planificación urbana parece un concepto nuevo en las urbes que aún no son, pero aspiran a ser, y se implanta e impone –desde una visión muy alejada de la realidad urbana– una imagen de ciudad soñada plasmada en asentamientos que han ido creciendo durante años de manera orgánica.

Centrándonos en el caso de la capital catarí, en 1950 el área urbana de Doha tenía 18.000 habitantes, cifra que ha aumentado considerablemente estas últimas décadas llegando a 637.000 habitantes en 2019. Doha está emplazada en el desierto, en una pequeña península del golfo Pérsico y en la actualidad, se enfrenta a la construcción de complejas obras de ingeniería como el metro, tren, tranvía, así como la construcción de ocho estadios de futbol desde que la FIFA escogió esta ciudad en 2010 para poder albergar el Mundial de fútbol de 2022.

Hoy, esta ciudad capital presenta grandes retos y desafíos para manejar grandes problemas urbanos, constructivos y climáticos. Siguiendo los mismos pasos estratégicos de Dubái, la capital de Catar es un espectáculo urbanístico donde son muchos los urbanistas, arquitectos estrella e ingenieros que contribuyen a dañar tanto el paisaje urbano, el tejido social y cultural así como a promover lujosas construcciones y acciones poco sostenibles con el fin de servir al régimen político absolutista del país.

La política del consumo ha ganado y conquistado terreno en una gran parte de la sociedad catarí. Como si de un bosque artificial se tratase, la ciudad del desierto ya tiene sus rascacielos de vidrio y acero, centros comerciales, mega proyectos y establecimientos exclusivos aptos para unos pocos.

Desde el anuncio de la FIFA en 2010, han sido muchos los inconvenientes que han aparecido para que este evento de talla mundial no pueda celebrarse; los condicionantes climáticos (viento del desierto, humedades de hasta 80 %, temperaturas de hasta 45º C), los geopolíticos (muchos países vecinos han decidido hacer boicot comercial a Catar), y sobre todo, los referentes en materia de derechos humanos (falta de libertad de expresión, asociación y reunión, discriminación de las mujeres, vulneración de los derechos de la infancia así como los derechos laborales y humanos). En este sentido, cabe mencionar que en Catar aún sigue vigente el sistema conocido como kafala, donde los inmigrantes trabajan en condiciones que rozan la esclavitud.

Además de estos condicionantes, los grandes casos de corrupción, la vulneración de derechos humanos y laborales, la exclusión de una gran parte de los trabajadores inmigrantes –que roza el 80 % de la población de la ciudad– así como la poca tradición futbolística del país son más motivos que visualizan la poca idoneidad para celebrar este evento. Recientemente, un artículo en The Guardian publicó que los aficionados que viajen a Catar especialmente para asistir al mundial de 2022 tendrán la oportunidad de alojarse en dos embarcaciones de lujo, contratadas por la empresa MSC Cruises, que servirán como hoteles flotantes... Una vez más, el uso de este tipo de alojamiento temporal improvisado es una clara señal de los excesos de Catar 2022.

Ya no solo la concesión de este torneo por parte de la FIFA fue un escándalo sino todo lo que conlleva, pues este evento ha sido y sigue siendo objeto de indignación mundial. Doha ha convertido el capitalismo en un gran espectáculo urbanístico y arquitectónico. ¿Hay manera de ponerle freno?

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