Seis pistas básicas para un consumo alternativo en la ciudad
Un equipo del programa ‘Españoles en el mundo’ me acompaña en una ruta ‘eco-responsable’
¿Quién me iba a decir a mí que me pasaría el sábado en compañía de tres periodistas españoles, dicharacheros donde los haya, con quienes iba a compartir algunas de mis recomendaciones para llevar una vida de consumidor más responsable y sostenible? Aprovecho el trayecto (físico y mental) realizado con ellos por mi pequeña ciudad cerca de París para recordar aquí y ahora algunos de los gestos simples pero eficaces para dejar menos huella (de carbono) en el mundo.
1) Dime dónde vives y te diré cuánto dióxido emites. Un día hemos de tomar una decisión de peso: dónde vivir. Y ese día es importante que consideremos, entre muchos otros factores, qué recorrido debemos hacer desde nuestra nueva vivienda hasta el lugar del trabajo, la escuela de los niños o donde sea que tengamos que ir a menudo. En el caso de mi marido y yo optamos por vivir al lado de su trabajo y del colegio de los niños, lo que nos permite ahorrar tiempo en trayectos, gasolina y, por lo tanto, reducir nuestra huella tóxica. Y a eso hay que sumarle que los desplazamientos a pie, en patinete, en bici o en transporte público nos ayudan a mantenernos más en forma y a combatir el sedentarismo.
Aprovecho el trayecto (físico y mental) realizado con ellos por mi pequeña ciudad cerca de París para recordar aquí y ahora algunos de los gestos simples pero eficaces para dejar menos huella (de carbono) en el mundo
2) Invierte en algo bueno para ti y para el medio ambiente. Los autores del libro Familia en transición ecológica explican que hemos de colocar nuestros ahorros en bancos éticos, que nos ofrezcan cuentas claras y transparentes de a dónde va a parar nuestro dinero. La transición financiera es prioritaria porque el dinero en el banco convencional provoca el 41% de las emisiones de carbono. Y es que los grandes bancos siguen apostando por invertir nuestro capital en proyectos que dependen de energías fósiles.
3) Compra (si puedes) de segunda mano. En casa hemos comprado muchos objetos que no son nuevos y lo hemos hecho en tiendas o mercados físicos y virtuales: libros, discos, DVD, ropa, muebles y electrodomésticos. Cerca de casa tiene su sede una organización sin ánimo de lucro que se dedica a recibir como donaciones electrodomésticos rotos o viejos. La organización emplea a personas en riesgo de exclusión y las forma como técnicos para reparar y poner al día esos aparatos desechados, pero con aún vida útil si alguien se anima a insuflársela de nuevo. Y luego venden los aparatos reacondicionados a precios muy ajustados. ¿Qué más me da que mi lavavajillas no salga nuevecito de la planta de fabricación, que tenga unas muescas aquí y ahí, que no sea digital sino analógico, siempre que me lave los platos? Y si encima estoy fomentando el empleo entre un colectivo que no lo tiene fácil, pues miel sobre hojuelas. Amigos de la Tierra ha elaborado un directorio, Alargascencia, que recoge los establecimientos en España donde comprar objetos de segunda mano, reparar, intercambiar, alquilar, prestar.
4) Comparte, intercambia, dona, coge y devuelve los libros. En la familia donde nací la cultura de la cultura, por decirlo así, establecía que si quieres un libro vas a la librería y te lo compras. La realidad hoy en día es que puedes acceder a mucha cultura sin dejarte un presupuesto en ello. En mi ciudad, como en la mayoría de ciudades francesas, contamos con varias cajas de libros, donde puedes coger y dejar libros libremente. Hablé sobre el invento en el post Los clásicos cambian de manos en el parque. En España podemos utilizar el servicio de las bibliotecas públicas y privadas y, si te parecen muy clásicas y algo aburridas estas propuestas, siempre puedes apuntarte al book-crossing (intercambio de libros).
5) Compra (si puedes) a granel, ergo sin plástico. Hay que reconocer de entrada que no podemos ser el consumidor 100% responsable que querríamos porque cada uno de nosotros va a toparse de frente con sus propias limitaciones. En mi caso, por ejemplo, no soporto el jabón de Marsella: no me gusta ni el olor ni la textura. Eso no le impide a mi marido ser un ávido consumidor y lo utiliza tanto para lavar la vajilla como para la higiene personal. Otro de mis frenos es el factor tiempo: no puedo ir a tropecientos establecimientos diferentes en una semana para asegurarme de que la compra sea toda local, de circuito corto, bio, a granel, de segunda mano, sin embalaje. No me da la vida para tanto. Pero cuando se tercia, intento hacer ese pequeño gesto diferente.
Por ejemplo, este sábado fui con el equipo de Españoles en el mundo a la tienda Day by day de mi ciudad, donde puedo comprar alimentación así como productos de menaje del hogar y de cosmética, todo ello a granel. Para quien quiera conocer mejor el tema, le paso el post Cuatro razones y cinco hábitos de la compra a granel que publicaron aquí en su día los compañeros de la revista Opcions.
6) Deja el espacio público mejor de cómo lo has encontrado. A menudo planteamos el consumo responsable y alternativo como una cuestión personal, a lo sumo, familiar. Se trata, de entrada, de reducir el peso de nuestra basura; de que haya coherencia en nuestra cabeza entre cómo pensamos y cómo consumimos. La verdad es que deberíamos dar un paso más allá y preocuparnos del peso de la basura de los otros o, dicho de otro modo, deberíamos estar dispuestos a reparar lo que otros han dañado más allá de la puerta de casa.
Como muestra un botón. Cuando vamos de pícnic, en casa no nos contentamos con que sea de residuo cero sino que acarreamos una bolsa de basura para recoger los restos que otros han abandonado en el espacio público. Hago lo mismo cuando bajo con los niños al parque. Conté la experiencia y de dónde me vino la inspiración en el post Y tú ¿para qué vas al parque? Otras personas ejercen de basureros ocasionales como nosotros mientras hacen footing en el monte o sacan a pasear al perro a la playa. ¿Cuál es la actividad que te permitiría dejar el espacio público mejor de cómo lo has encontrado?
Y por si alguien se pregunta cuándo podrá ver en la televisión las andanzas de los periodistas dicharacheros de Españoles en el mundo por el valle del Loira, que sepa que este programa se emitirá probablemente en septiembre del 2020.
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