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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Por qué es tan importante que España haya retornado al Fondo Mundial contra las tres pandemias

El compromiso de 100 millones de euros anunciado por Pedro Sánchez en la ONU corrige omisiones pasadas y marca el camino

Gracias a los esfuerzos de las autoridades y a la ayuda internacional, en Ruanda la mortalidad infantil ha disminuido dos tercios, y la materna, tres cuartos desde 1990. También las nuevas infecciones por VIH han bajado de 13.000 en 2004 a 7.400 en 2018. En la imagen, una madre reciente con sus gemelos en un hospital ruandés.
Gracias a los esfuerzos de las autoridades y a la ayuda internacional, en Ruanda la mortalidad infantil ha disminuido dos tercios, y la materna, tres cuartos desde 1990. También las nuevas infecciones por VIH han bajado de 13.000 en 2004 a 7.400 en 2018. En la imagen, una madre reciente con sus gemelos en un hospital ruandés. Nichole Sobecki (Fondo Mundial)
Gonzalo Fanjul
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En medio del espectáculo circense en el que se han convertido las asambleas generales de la ONU, el anuncio de Pedro Sánchez ha pasado casi desapercibido. Sin embargo, el retorno de España al Fondo Mundial contra el sida, la malaria y la tuberculosis tiene un valor que va mucho más allá de los 100 millones de euros comprometidos para los próximos tres años.

En primer lugar, corrige una omisión histórica. Aunque la contribución acumulada de nuestro país al historial del Fondo es de más de 700 millones de dólares, España llevaba una década sin aportar prácticamente nada. Nueve años dando la espalda a tres de los desafíos más acuciantes de la salud global, que matan cada año a 2,5 millones de personas y suponen un lastre insoportable para los frágiles sistemas sanitarios de los países afectados. La Gran Recesión no es una excusa suficiente cuando en estos mismos años otro país en crisis como Italia aportó la cantidad de 233 millones de euros. Aún hoy, el compromiso del Gobierno en funciones es solo una fracción de lo que destinaron solo en la última reposición vecinos como Reino Unido (936 millones de euros), Francia (747 millones) y Alemania (595 millones).

Estamos contentos, pero aspiramos a más.

En segundo lugar, España ha decidido dar este paso precisamente cuando más se nos necesitaba. Como señala un documento que hará público la próxima semana el Instituto de Salud Global de Barcelona, en la lucha contra enfermedades como la malaria “la casa está ardiendo”: tras 15 años de avances sin precedentes —en los que se ha logrado reducir la tasa de mortalidad un 58%—, la estrategia global contra esta enfermedad se enfrenta a una verdadera encrucijada en la que una financiación insuficiente amenaza con destruir los avances obtenidos. La lucha contra el VIH y la tuberculosis plantea dilemas similares.

Finalmente, el discurso del presidente Sánchez en Nueva York tiene la virtud de trasladar con eficacia algo mucho mejor: que la política de cooperación es inherente a su relato de país. No les aburro con los mismos argumentos que hemos agotado en casi una década de travesía por el desierto, pero resulta absolutamente imperativo que España recupere una herramienta que define nuestra manera de entender el mundo y demuestre que sabemos que no estamos solos en este planeta. Entre otras cosas, porque esa mirada se contrapone a la que tratan de imponernos otros. Además de la salud global, Sánchez anunció compromisos con el fondo de cambio climático y con el de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Si este es el "globalismo" que repugna a Trump, ¡que vivan los globalistas!

Dicho todo esto, conviene tener aquí muy presente las recomendaciones del Sr. Lobo en Pulp Fiction. Porque, hasta que no se haya cerrado un presupuesto que escriba en piedra los compromisos del presidente, lo que tenemos es poco más que una estupenda promesa. Los programas electorales serán una buena ocasión para comprobar la salud del consenso alcanzado entre los partidos del Parlamento hace años. Literalmente, millones de seres humanos les contemplan.

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