Sergio Conejo, jefazo antes de llegar a los 18
Un proyecto de diseño gráfico, desarrollo de videojuegos y una plataforma para autónomos en el horizonte. Y todo antes de empezar el bachillerato. Emprender no tiene edad.
Sergio Conejo es un nini: ni se conforma, ni se rinde. No ha empezado el bachillerato, pero ya tiene claro que estudiará Ingeniería Informática y un máster en Administración y Dirección de Empresas. El cóctel formativo perfecto para un joven apasionado por la tecnología con alma emprendedora, que a los 16 años capitanea un negocio propio de diseño gráfico, un proyecto de desarrollo de videojuegos y trabaja para lanzar Worksible, una plataforma que sirva de encuentro entre empleadores y autónomos. “También habrá un marketplace de servicios digitales, en el que se podrán vender fotos, música, programas y demás”, aclara. Y en su cabeza rondan muchas otras cosas que no quiere desvelar porque “aún no están patentadas”.
Conejo tenía cinco años cuando cayó en sus manos una PlayStation. Ahí comenzó su flechazo con la tecnología. ¿Por qué no iba a poder hacer él mismo su propio videojuego? En su entorno no había nadie familiarizado con sistemas operativos y códigos fuente, pero eso, en la era de la información accesible, no fue un escollo. “He aprendido gracias a Internet, viendo tutoriales… Donde más ha sido en YouTube. Soy autodidacta, y también he leído muchos manuales de programación”, explica sentado en la oficina de su padre, en un polígono industrial de Alcobendas, y que también hace las veces de sede para su negocio de diseño gráfico. En el exterior pica el sol, pero ha acudido a la entrevista ataviado con una impoluta camisa de manga larga. “Para conseguir financiación, comencé a hacer páginas web. Tuve que hacer la mía y vi que tampoco era tan difícil”, explica. Así nació Sewdo Studio, que ahora cuenta con un colaborador más, aunque aclara: “Si hace falta, subcontratamos servicios a empresas”.
Conejo encarna el mejor ejemplo de su propia afirmación: “Ya no hace falta llegar a los 40 años para tener una empresa”. Al menos, en parte. Aunque le gustaría ser autónomo, su minoría de edad le obliga a facturar los trabajos a través de su padre. Por lo demás, él solo se ha encargado de darle forma a DeoxGames y FisoTer. La última es una aplicación “al estilo Uber” para fisioterapeutas aún por lanzar; la primera, una plataforma de desarrollo de videojuegos que cuenta con 24 colaboradores entre los 20 y los 30 años. “En caso de que haya ganancias, repartimos los beneficios obtenidos”, aclara. Hasta la fecha, disponen de tres videojuegos para Android que acumulan 5.000 descargas: DotBall, Fit The Shape y Wavid.
No es extraño que cuando se le pregunta por su ídolo, el joven madrileño mencione a Bill Gates, a quien admira no solo por ser un pionero de la informática, sino por su filantropía. Tanto que tiene claro que intentará seguir sus pasos con una fundación propia para “ayudar a otras personas”. Escuchar a este joven tímido de ideas claras es un antídoto para todo aquel que vea a los adolescentes como despreocupados, egoístas y cómodos. Él, por el contrario, defiende que es ahora cuando más se interesan por “aprender cosas nuevas”, algo que achaca a Internet, aunque señala la falta de preparación para “el mundo real”. “En el colegio aprendes conocimientos, pero no te enseñan a emprender, por ejemplo. Ahora se están dando cuenta de que eso va a ser más útil para el futuro que saber otras cosas”.
Los únicos límites que conoce Conejo vienen de fuera. En su corta pero intensa andadura profesional, ha tenido que capear la desconfianza de los adultos. “Tengo que demostrarles más por ser más joven. Con 12 años iba a un inversor a pedir dinero y directamente ni me contestaban. Pero, si no me respondían, llamaba a otra puerta”. ¿La peor respuesta que le han dado? “Bloquearme en las redes. Eso duele más que una respuesta negativa”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.