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Deportes lunares

La baja gravedad de nuestro satélite facilitará todo tipo de tareas, así como el lanzamiento de vehículos y materiales al espacio

Carlo Frabetti
Fotograma de la película 2001: una odisea en el espacio.
Fotograma de la película 2001: una odisea en el espacio.

Neutralizar los efectos de la baja gravedad en el organismo humano sería fundamental para el establecimiento de colonias permanentes en la Luna

Como veíamos la semana pasada, la baja gravedad lunar, un sexto de la terrestre, facilitará todo tipo de tareas, así como el lanzamiento de vehículos y materiales al espacio, ya que su velocidad de escape es de solo 2,4 kilómetros por segundo, frente a los 11,2 km/s de la Tierra. Pero, como contrapartida, hay que tener en cuenta los efectos negativos de la baja gravedad sobre el organismo humano: atrofia muscular, pérdida de densidad ósea, trastornos circulatorios… Una estancia prolongada en la Luna solo sería posible si se encontrara la forma de neutralizar o minimizar estos efectos perjudiciales.

Un “rotor centrífugo” similar a los que hay en algunos parques de atracciones podría ser la solución. Una de las secuencias más impactantes de 2000: una odisea del espacio, es la de un astronauta corriendo por el interior de una superficie cilíndrica giratoria, cuya velocidad de rotación está ajustada para que la fuerza centrífuga (centrípeta, en puridad) sea equivalente al tirón de la gravedad terrestre.

Sin salir del ámbito del cine de ciencia ficción, en Elysium vemos una gigantesca colonia espacial en órbita, un enorme cilindro que al girar alrededor de su eje permite que en toda su superficie interior, cubierta de lujosas urbanizaciones y zonas verdes, se disfrute de una seudogravedad similar a la terrestre. Una colonia espacial directamente inspirada en las que, en los años setenta del siglo pasado, concibió Gerald O’Neill (ver El cilindro de O’Neill).

No sería difícil instalar en la superficie de la Luna un rotor parecido al de 2001, en cuyo interior los astronautas podrían no solo hacer ejercicio, sino también dormir, comer y realizar buena parte de sus actividades. Pero la gravedad lunar no es nula ni insignificante, por lo que interferiría con el efecto del rotor. ¿Cómo se podría conseguir un efecto similar al de la gravedad terrestre a pesar de esta interferencia?

Un tiovivo en la Luna

Además de correr o hacer pesas en un rotor gravitacional, los colonos lunares podrían practicar, en el interior de espacios oportunamente adaptados, algunos deportes ad hoc.

No parece muy viable una versión lunar del baloncesto, pues los jugadores podrían dar saltos de varios metros de altura, por no hablar de la lentitud de los botes del balón. Pero tal vez una adaptación del rugby a las condiciones de la Luna podría tener éxito, e incluso ganar interés al volverse más tridimensional. En el yudo y otras modalidades de lucha, como la grecorromana, sería prácticamente imposible inmovilizar al adversario en el suelo; pero el kárate y el taekwondo podrían enriquecerse con una amplia gama de espectaculares patadas voladoras…

Invito a mis sagaces lectoras/es a contribuir a la colonización de la Luna con sus comentarios y sugerencias sobre posibles deportes lunares y otras actividades recreativas practicables en baja gravedad. En Estados Unidos y otros países, los parques de atracciones suelen denominarse “Luna Park”. Y, al fin y al cabo, un tiovivo es un rotor…

Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellosMaldita física, Malditas matemáticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal.

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Carlo Frabetti
Es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos ‘Maldita física’, ‘Malditas matemáticas’ o ‘El gran juego’. Fue guionista de ‘La bola de cristal’.

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