Un nuevo sistema solar a la vuelta de la esquina
Científicos españoles lideran el hallazgo de tres nuevos planetas que orbitan una estrella cercana. Uno de ellos podría albergar vida
Un equipo internacional de astrónomos liderado por científicos españoles ha descubierto un nuevo sistema solar cercano con tres planetas. Los cuerpos orbitan en torno a una estrella enana roja, más tenue y débil que el Sol, que está a 31 años luz. Uno de ellos podría albergar agua líquida y por tanto, vida.
“Cada enana roja en las cercanías de nuestro sistema solar tiene al menos dos planetas, así que descubrir estos mundos depende de que nuestra tecnología esté a la altura”, explica Rafael Luque, astrofísico cordobés de 26 años que lidera el equipo de 70 astrónomos de siete países que ha hecho el hallazgo.
Desde que en 2016 se descubrió un planeta terrestre en Próxima, la enana roja más cercana a la Tierra, a solo 4,5 años luz, la detección de nuevos conjuntos planetarios cercanos se ha disparado hasta los 100 que se conocen actualmente.
La primera alarma de la existencia de un planeta en torno a la estrella GJ 357 saltó el pasado 13 de abril tras una observación realizada por el telescopio espacial TESS de la Nasa. El instrumento captó un debilitamiento de la luz que llega desde la estrella probablemente debido al tránsito de un planeta un poco más grande que la Tierra. Este mundo está tan cerca de su estrella que completa una vuelta completa —un año— en cuatro días. Su temperatura de equilibrio es de unos infernales 250 grados.
En apenas tres días, el equipo de Luque, que trabaja en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), recurrió a observaciones previas de esta estrella hechas con potentes telescopios terrestres en Chile, Hawái y, en especial, el instrumento Carmenes del Observatorio Calar Alto, en Almería. Todos detectaron un vaivén de la estrella cada cuatro días producido por la fuerza gravitatoria del planeta en cuestión al pasar junto a ella. Los datos también desvelaron la existencia de otros dos planetas más alejados. El intermedio tiene una masa unas 3,5 veces la de la Tierra y su temperatura es también muy alta, 127 grados. El tercero y más exterior es el más interesante. Da una vuelta a su astro cada 55 días y tiene una masa seis veces la de la Tierra.
Las observaciones realizadas por el equipo, publicadas este miércoles en la revista Astronomy and Astrophysics, no permiten conocer la densidad de este cuerpo, con lo que a día de hoy hay dos opciones abiertas. Puede tratarse de un pequeño núcleo rocoso envuelto por una densa capa de gases, es decir, una diminuta versión de Neptuno incompatible con la vida. O puede que sea un mundo rocoso con un tamaño aproximadamente el doble que la Tierra y con una temperatura de equilibrio de 53 grados bajo cero. Puede parecer demasiado gélido, pero la temperatura de equilibrio de la Tierra es de 18 bajo cero, pero gracias a la atmósfera la temperatura media del aire en la superficie es de 14 grados. Si en el nuevo planeta también la hay, es posible que haya agua líquida en su superficie y por tanto, vida.
“Si conseguimos confirmar que tiene atmósfera estaríamos ante el planeta habitable más cercano que transita frente a su estrella”, explica Enric Pallé, astrofísico del IAC y coautor del estudio. Si el planeta transita —hay solo un 0,8% de probabilidades— sería posible observar su atmósfera usando el telescopio espacial Cheops de la Agencia Espacial Europea, que se lanza este mismo año, explica Pallé. “El gran objetivo que perseguimos los astrónomos es buscar en una atmósfera el desequilibrio químico y termodinámico entre distintos elementos que solo pueda explicarse por la presencia de vida, como sucede en la Tierra con las proporciones de metano, oxígeno y agua, y este planeta puede ser un candidato para hacerlo”, resalta el astrofísico, que también ha participado esta semana en el descubrimiento de otro sistema planetario en la enana roja TOI-270.
TESS, operado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, tiene por delante tres años más observando más de 200.000 estrellas cercanas en busca de planetas en tránsito que atenúen su brillo. Durante toda su vida útil, la Nasa espera hallar miles de exoplanetas nuevos, entre ellos unos 300 con dimensiones similares a la Tierra, aunque “solo un puñado” tendrán características tan interesantes para el estudio atmosférico y biológico como el sistema descubierto el miércoles, dice Pallé.
“TESS acaba de finalizar su primer año de observaciones, así que esto es solo el comienzo de la larga lista de sistemas planetarios que vamos a encontrar”, resalta Meredith MacGregor astrónoma de la Institución Carnegie para la Ciencia (EE UU). “Todo el mundo debería estar entusiasmado por estos nuevos descubrimientos, pero también mantener en mente que hay muchísimo trabajo hasta poder confirmar que alguno de estos planetas puede de hecho albergar vida”, añade. Esa tarea solo comenzará a ser realmente viable tras la llegada del James Webb de la Nasa, que se lanza en dos años, y los nuevos telescopios gigantes que se proyectan en Chile y EE UU.
La posible vida en estos sistemas solares será muy diferente de la que conocemos. Las enanas rojas escupen fulguraciones de radiación que podrían arrasar no solo cualquier forma de vida de un planeta, sino también sus atmósferas, debido a que estos orbitan muy cerca. También hay algo que estos mundos tienen a su favor. “En general, estas estrellas son mucho más viejas que el Sol, algunas son casi tan antiguas como el universo, por lo que teóricamente ha habido varios miles de millones de años más para que haya podido surgir la vida. Y no hay que olvidar que por ahora nuestra estadística es uno de uno. Solo conocemos un planeta con condiciones aptas para la vida y sabemos que esta surgió en él, la Tierra. Por eso es tan importante demostrar si Marte tuvo vida alguna vez, pues la estadística pasaría a ser dos de dos”, resalta Pallés. Y hay una hipótesis que dice que solo en nuestra galaxia hay cerca de 3.000 millones de planetas con condiciones aptas para la vida.
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