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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

América Latina no se conforma con exportar alimentos

La región tiene una oportunidad de vender, además de materias primas, servicios relacionados con el conocimiento y la economía digital

Recolección de mangos en Chiquimula (Guatemala).
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Si alguna vez te comiste un arándano, es muy posible que haya venido de Chile, Perú o México. Pero para que ese fruto haya llegado a tus manos, debió haber pasado por un largo proceso de cultivo, producción y exportación, y de competencia internacional.

Por eso los principales exportadores latinoamericanos de arándanos se esmeran por mejorar su calidad, ofrecer nuevas variedades o desarrollar productos procesados, lo que les permite competir con los productores de todo el mundo, y crecer.

Sin embargo, no todas las empresas de América Latina y el Caribe logran aumentar sus ventas externas cada año, ya sea por limitaciones propias, competencia o factores externos, como ha sucedido en estos primeros meses del año.

El último reporte del estado de las exportaciones de América Latina y el Caribe reveló que, tras 27 meses de expansión, las ventas externas de los países de la región se contrajeron ligeramente en los tres primeros meses del 2019 comparado con ese período en el 2018.

Para América Latina y el Caribe es también vital diversificar la canasta de exportación de bienes, altamente concentrada en materias primas como el petróleo, el cobre o los productos agrícolas

Las tensiones entre China y Estados Unidos, la caída de los precios de las materias primas y una menor demanda por los productos que vende esta región ocasionaron el cambio de tendencia.

Este tipo de vaivenes en la política económica internacional y en factores externos no controlables, invitan a una reflexión: si los países y empresas latinoamericanas quieren incrementar sus exportaciones y economías, deben tomar cartas en el asunto e implementar las políticas y estrategias comerciales que la experiencia y los datos nos indican que funcionan.

Por un lado, es clave seguir atacando importantes cuellos de botella como la reducción de los costos logísticos, de información y regulatorios, y la modernización de la infraestructura para las exportaciones. También hay que planear estratégicamente.

América Latina y el Caribe debe explorar nuevos mercados, más allá de China. Por ejemplo, puede ampliar con mayor ímpetu el comercio con la India, el cual se multiplicó por 20 en las dos últimas décadas, pasando de 2.000 a 39.000 millones de dólares al año. Los países latinoamericanos ahora exportan más a la India que a Japón y Corea juntos. Y a medio plazo las ventas de esta región a la India tienen el potencial de crecer un 42% anual, o 7.600 millones de dólares, según un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo.

También debería explorar mercados como los países del Golfo Árabe, que necesitan bienes que América Latina produce, como alimentos, metales, maquinaria, automóviles y hasta aviones.

La apertura de nuevos mercados se facilita con la firma y aprovechamiento de acuerdos de libre comercio, como el anunciado recientemente entre la Unión Europa y Mercosur, el bloque compuesto por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

Para América Latina y el Caribe es también vital diversificar la canasta de exportación de bienes, altamente concentrada en materias primas como el petróleo, el cobre o los productos agrícolas. En ese esfuerzo, existe una gran oportunidad en aumentar la exportación de servicios basados en conocimiento de la mano de las nuevas tecnologías digitales.

Esto incluye por ejemplo los servicios financieros, de desarrollo de software, de mercadeo y publicidad, la animación, los videojuegos y plas aplicaciones móviles, entre otros.

Globant, por ejemplo, el unicornio (empresa con una valoración de más de 1.000 millones de dólares) argentino que ayuda a las compañías a transformarse digitalmente, ha demostrado que ofrecer servicios de calidad a nivel global sí paga. Hoy emplea cerca de 10.000 personas y el 90% de sus ingresos proviene de Estados Unidos y Europa. Aunque en los últimos años las exportaciones de servicios de las empresas de América Latina y el Caribe crecieron con más rapidez que las de bienes, estas siguen rezagadas comparado con la India, China y otros países asiáticos.

La participación latinoamericana en las exportaciones mundiales de servicios apenas ronda el 3,5%. Pero la oportunidad para exportar servicios digitales es monumental. Para el 2025, se calcula que la economía digital representará 23.000 billones de dólares o casi una cuarta parte de la economía mundial.

Una tarea medular de una estrategia agresiva para captar oportunidades del comercio global es fortalecer y especializar las agencias de promoción del comercio y de las inversiones. Nuestras investigaciones demuestran que estas agencias tienen un impacto significativo sobre las ventas externas de un país, pero hace falta continuar afinando y mejorando estas instituciones. Junto con la OCDE, el BID identificó y resumió en un estudio reciente las características de las agencias más efectivas y exitosas. La especialización, tamaño y nivel de independencia del gobierno son algunas de ellas.

En el caso uruguayo, por ejemplo, Uruguay XXI ha contribuido a transformar a ese pequeño país en un hub de exportación de servicios, desde financieros hasta arquitectónicos. En los últimos años, unas 35 empresas internacionales en diversos sectores han establecido o ampliado sus operaciones en ese país, entre ellas BASF, Itaú, Roche y Abbott.

Como los datos nos revelan y ejemplos indican, los países latinoamericanos tienen a su disposición un amplio abanico de opciones para ampliar y diversificar sus exportaciones, desde los arándanos hasta los videojuegos, y estar así preparados para diversificar las opciones y los riesgos cuando se asoman las crisis. También tienen aliados como el BID, dispuesto a acompañarlos en esos procesos.

Fabrizio Opertti es gerente del Sector de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo.

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