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Hacer periodismo bajo la amenaza del M23 en la República Democrática del Congo: “O abres la radio y trabajas bajo su control, o te vas”

Los reporteros en la provincia de Kivu Norte se enfrentan a las amenazas de las milicias rebeldes, las presiones del Gobierno congolés y los cortes de internet

Republica Democratica del Congo
Antiguos miembros de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo llegan a Goma, Congo, el domingo 23 de febrero.Associated Press/LaPresse (APN)

Simon Zuri, un periodista de 36 años (nombre ficticio por seguridad), no ha pisado las instalaciones de Radio Télévision Nationale Congolaise (RTNC-Goma) en la provincia de Kivu del Norte donde trabaja, desde el 18 de enero. Ese día, el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23), respaldado por Ruanda, lanzó una nueva ofensiva en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Ver a personas alcanzadas por balas perdidas y perder a un compañero en el conflicto hace dos años le han enseñado a ser más precavido.

“El M23 controla actualmente toda la ciudad de Goma; la población no tuvo más opción que aceptar la situación, lo que supuso un suspiro de alivio ante los constantes tiroteos que ya causaban daños materiales e incluso muertes entre los ciudadanos pacíficos”, dice Zuri en un mensaje de WhatsApp a este periódico. Aunque la situación sigue siendo incierta”, añade, “la mayoría de las emisoras de radio siguen cerradas. Cubrir mis necesidades y las de mi familia, como la comida y el transporte, ahora es un problema”.

Más de 7.000 personas han muerto en el este de RDC, de acuerdo con las cifras entregadas por el gobierno a finales de febrero, y casi medio millón de personas se han quedado sin hogar desde la escalada del conflicto este año. Aunque el conflicto lleva tres décadas, la última ofensiva de la milicia M23 ha vuelto a llamar la atención mediática del mundo. Tras la toma de Goma, a finales de enero, la ciudad sigue su cotidianidad entre la calma tensa y el temor por el futuro. Los periodistas también. Actualmente, la falta de acceso a la información y el aumento de la censura de la información disponible por ambas partes del conflicto, comprometen su trabajo.

La clasificación anual de Reporteros Sin Fronteras sitúa a RDC como uno de los países con más riesgos para ejercer el periodismo. En el índice de 177 países, que valora aspectos como la seguridad, la legislación y el entorno político, RDC queda en el puesto 123. “El panorama mediático congoleño está marcado por la fuerte presencia de políticos que poseen o crean medios para convertirlos en instrumentos de influencia y poder”, decía el informe de 2024 de Reporteros Sin Fronteras. Y especificaba: “El M23 exige a algunos medios de comunicación que reajusten su línea editorial”.

Tanto el Gobierno congoleño como los rebeldes del M23 enjuician y persiguen a los periodistas que dan voz a una de las partes en conflicto. El periodista Zuri afirma que conseguir fuentes fiables sobre el estado del conflicto se ha vuelto “extremadamente difícil”, ya que “todo el mundo tiene miedo”. “Mientras el Gobierno esgrime la pena de muerte contra los periodistas que colaboran con el enemigo, los rebeldes tampoco quieren que comuniquemos información que les acuse”, afirma. Zuri se refiere a declaraciones públicas que dio Constant Mutamba, ministro de Justicia de RDC, que aseguró que todo periodista que difunda las actividades del ejército ruandés y del M23 “será castigado con todo el rigor de la ley (pena de muerte)”.

Moussa Dunia, director general de Radio la Vérité, afirma que los periodistas que trabajan en las zonas controladas por los rebeldes se sienten ahora como “cautivos”. “Aquí, o abres la radio y trabajas bajo su control, o te vas. Es una decisión difícil de tomar”, cuenta Dunia, de 42 años, a este periódico en un mensaje de WhatsApp. Según él, tras tomar el control de Goma, los rebeldes se pusieron manos a la obra prohibiendo la difusión de ciertas noticias y suprimiendo completamente otras. “Ahora tenemos nuevos amos”, asegura Dunia. Reporteros Sin Fronteras, precisamente, ya había advertido en 2024 que esta milicia ordenaba a algunos medios que modificaran su línea editorial.

“Los rebeldes del M23 nos han pedido que sigamos trabajando con normalidad manteniendo la neutralidad y la independencia, pero esto es solo el principio. Aún no sabemos lo que nos dirán cuando por fin estén bien establecidos”, agrega Dunia. Para el director, la situación actual en Goma es de “decepción total” y “horror”. “¿Cómo vamos a vivir en esta zona bajo su control? ¿No nos llamarán periodistas pro rebeldes? ¿Aceptarán la difusión de algunos canales progubernamentales? ¿Tendremos garantizada la libertad de prensa? Después de haber controlado completamente la ciudad, ¿no será un momento de ajuste de cuentas con la búsqueda en los archivos de ciertos reportajes u otros elementos? Son muchas las preguntas que nos hacemos”, afirma.

Según el relato de Dunia, los rebeldes del M23 han pedido a los ciudadanos que desarrollen libremente sus actividades en las zonas que ahora controlan. Se han prohibido los robos, la embriaguez antes del mediodía y llevar armas o material militar. Pero la ciudad sigue siendo “totalmente insegura”, afirma Dunia.

Un periodista que trabaja en la emisora de radio UPDECO FM de Kiwanja, territorio de Rutshuru, en la provincia de Kivu Norte, que optó por el anonimato por miedo a ser objeto de ataques, ha declarado que la censura de guerra ha obligado a muchos periodistas a limitarse a “hablar solo de lo superficial”. “Varios periodistas también han dejado de trabajar y han aceptado otros empleos por miedo a los rebeldes”, explica este reportero de 28 años.

“El acceso a la información de guerra en una zona controlada por los rebeldes no es fácil. Con la guerra informativa que se vive actualmente en la RDC, es difícil equilibrar la información por miedo a glorificar a los rebeldes. El Gobierno restringe el acceso a la información. Me he limitado a informar solo sobre hechos sociales, evitando sumergirme en este conflicto”, añade.

La lucha por el control de la información

Durante una conferencia de prensa el 30 de enero, el mando del M23 pidió a los periodistas que siguieran ejerciendo su oficio, pero que mantuvieran la profesionalidad. “Hablar de profesionalismo en medio de una rebelión....es fácil entender el mensaje”, reprocha Chantal Kahashi, periodista independiente congoleña que colabora con Radio Colombe de Rutshuru, Panierdesinfos.net y miembro de la Sinergia de Periodistas Desplazados. La reportera ha perdido mucho en esta guerra: a su hermana, también periodista, y a una sobrina en 2013. Tras la toma de Goma, huyó de Rutshuru y perdió todo su equipo de trabajo.

Kahashi lamenta que el acceso a una información fiable se haya vuelto difícil. Los cortes de internet dificultan la publicación de contenido y los ciudadanos temen compartir información por miedo a ser objeto de ataques. “Lo mismo nos ocurre a los periodistas, que tenemos que tener cuidado para evitar detenciones o desapariciones. Pero la falta de información significa oscuridad total e incertidumbre para los ciudadanos”, afirma Kahashi.

El profesor Freedom Onuoha, coordinador del Grupo de Investigación sobre Seguridad, Violencia y Conflictos de la Universidad de Nigeria en Nsukka, afirma que el control y la manipulación de la información es una “estrategia integral” de la guerra. Según la naturaleza de los conflictos y los intereses en juego, prosigue, las partes en la violencia armada, como la guerra, deciden cuál es la mejor manera de controlar el acceso a la información o de estructurar la información que se difunde a un público global o específico.

“Lo esencial es asegurarse de que la impresión o la posición de la audiencia global sea una que apoye su causa. En el caso del conflicto en curso en la RDC, el control de la información o la operación informativa tiene como objetivo reforzar sus narrativas y su causa, y lo que es más importante, suprimir la información negativa sobre posibles violaciones de los derechos humanos y daños a civiles”, explica Onuoha a este periódico en un mensaje de WhatsApp. “Cualquier parte que sea capaz de controlar la información que circula desde el escenario del conflicto está en una posición mucho mejor para vender su narrativa al mundo, ganándose así los corazones y las mentes de la población y el apoyo de poderosos actores globales”.

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