La generación que fue víctima de la dictadura de Pinochet, desolada ante el triunfo de Kast en Chile
El republicano es el primer presidente en democracia que ha respaldado al régimen militar. Aunque en 2025 evitó hablar de los indultos a los violadores a los derechos humanos, en 2017 los visitó en la cárcel


El amplio triunfo en la elección del 14 de diciembre de José Antonio Kast ha golpeado fuertemente a la generación que fue víctima de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). El republicano es el segundo presidente de Chile, desde el retorno de la democracia en 1990, que es derechas. Pero, a diferencia de Sebastián Piñera (2010-2014, 2018-2022), de la derecha tradicional y quien fue opositor a Pinochet, es el primero que ha respaldado al régimen militar. Si en el plebiscito de 1988 votó a favor de la continuidad del general, en 2017 visitó en la cárcel a los exagentes que violaron los derechos humanos y dijo entonces que, “más allá de las condenas, militares y civiles merecen justicia. Hoy en muchos casos prima la venganza por sobre la justicia”.
Kast asumirá el cargo en La Moneda el 11 de marzo de 2026 en reemplazo de Gabriel Boric. Ganó con el 58% a la candidata del bloque oficialista de izquierdas, la comunista Jeannette Jara. Postuló tres veces a la Presidencia y, en contraste con sus campañas anteriores, en la de 2025 evitó hablar de la dictadura. Cuando, en un debate previo a la segunda vuelta, le preguntaron si indultará a los violadores de los derechos humanos, entre ellos a Miguel Krassnoff, a cambio de que entreguen información sobre los detenidos desaparecidos, eludió la respuesta. Y recordó que en el Congreso está en trámite una norma “por un tema humanitario”. “Yo no creo en lo que podría denominarse la delación compensada; yo creo en la justicia y la justicia es también tratar con respeto a las personas que están con una enfermedad terminal que no tienen conciencia. Porque usted puede tener preso un cuerpo, no la conciencia”, dijo.
En otro debate, en la recta final de la campaña, señaló: “Hay situaciones en temas de derechos humanos donde hay personas que eran un soldado conscripto en la época que ocurrió el quiebre institucional de Chile; que estaba tomando nota en la portería de la comisaría. (...) No hizo nada más que eso y cinco o 10 años [de condena]. Me parece que ahí uno debiera revisarlo".
La posibilidad de indultos es, precisamente, lo que inquieta a Corina Maureira, quien tras la victoria de Kast sintió “tristeza, angustia y el corazón apretado”. Su padre Sergio Maureira y sus cuatro hermanos —Sergio, José Manuel, Segundo Armando y Rodolfo— fueron asesinados junto a otros 10 campesinos en 1973. Sus cuerpos fueron encontrados en 1978 en los Hornos de Lonquén, una mina ubicada a 37 kilómetros de Santiago: fue el primer hallazgo de detenidos desaparecidos en Chile, en circunstancias que la dictadura negaba que se violaran los derechos humanos.

Corina tenía 20 años cuando vio que funcionarios de Carabineros se llevaron detenidos a sus familiares en octubre de 1973, un mes después del golpe de Estado. Su madre quedó a cargo de sus otros ocho hijos, el menor de 12 años. “Es un dolor que se lleva diariamente, muy guardado dentro de nuestra alma. Hablar de ellos, es sentirlos vivos”, dice a EL PAÍS. “Para mí es muy importante seguir con la memoria, porque si no lo hacemos, ellos parten. Y eso me da miedo con el presidente que salió electo: mi miedo es que haya indultos, que no se ayude a mantener los memoriales y que se deje de buscar a los detenidos desaparecidos, porque no solo se ha luchado por los de uno, sino que por miles”.
Por eso, dice que es importante que se pueda continuar con el Plan de Búsqueda que Boric impulsó en 2023.
“Una sensación de desamparo”
La periodista y exdiplomática Odette Magnet cuenta que el 14 de diciembre por la noche sufrió mucho: “Se me acumuló la angustia y la tristeza, y tuve un llanto largo y profundo”. Tras conocer los resultados de la elección, dice que le fue imposible no recordar a su hermana, la socióloga chilena María Cecilia Magnet, quien fue secuestrada en Buenos Aires, el 16 de julio de 1976, junto a su marido, el médico argentino Guillermo Tamburini. Ambos son víctimas del Plan Cóndor y están desaparecidos.
“Ese día imaginé algo muy desolador, que toda la lucha que hemos dado por tantos otros, y que tanto dolor, habían sido en vano y eso es muy duro de constatar. Sentí una sensación de desamparo, de estar abandonada. Sé que eso no es cierto, porque muchos sintieron lo mismo y entre nosotros nos acompañamos y consolamos. Pero en ese momento me sentí muy sola”, señala.

La sensación que tiene, explica Magnet, se debe a que Kast “no se ha pronunciado”. “No ha tenido ninguna palabra de aliento y apoyo ni de defensa de los derechos humanos, de lo que ha sido nuestra lucha por los desaparecidos en Chile y en América Latina”.
“El tema de los derechos humanos sigue incomodando a la sociedad chilena, y a la derecha particularmente, no solo a Kast. Y una siente que habla sola. Él ha eludido el tema constantemente y no asume ningún compromiso con lo que pasó, que fue muy grave. Él es heredero de la dictadura, y de alguna manera, es el hijo de Pinochet (...)”, señala la periodista, quien en 2024 publicó el libro de 11 cuentos, Fracturados. “Soy muy poco optimista de los avances que podamos lograr en el Gobierno. Pareciera que hasta aquí no más llegamos. Nuestra búsqueda siempre ha sido muy solitaria y en general hay un sentimiento de poca solidaridad”, añade.
“Un fracaso de la memoria colectiva”
Estela Ortiz es hija de Fernando Ortiz, detenido desaparecido y por cuya causa sigue pendiente la extradición desde Australia de la exagente de la DINA, Adriana Rivas. También es viuda de José Manuel Parada, quien era jefe del departamento de análisis de la Vicaría de la Solidaridad, un emblemático organismo que asesoró y ayudó a las familias de las víctimas de la dictadura. Parada, el publicista Santiago Nattino y el profesor Manuel Guerrero fueron secuestrados el 28 de marzo de 1985 y aparecieron degollados cinco días después. Para ella, que Kast saliera electo, le provoca sentimientos de “rabia y dolor”. “Es un tema complejo. Si bien es un triunfo de la democracia, es un fracaso de la memoria colectiva del pueblo por lo que él representa y porque defiende a Pinochet (...) También digo: ¿tan mal lo hemos hecho? ¿cómo no hemos sido capaces, como gente que ama la democracia, de lograr que la memoria sea de la mayoría del país por algo que no puede volver a repetirse? Los derechos humanos no son contra la derecha, sino que están a favor de todos".

Coincide Luis Emilio Recabarren: “Entiendo que el pueblo haya hecho una elección, pero refleja la falta de memoria, una amnesia colectiva” dice al teléfono desde Suecia, donde reside junto a su familia. Allá vivió los resultados de la elección como “una decepción y un dolor”.
Luis Emilio tenía poco más de dos años cuando su familia desapareció. En abril de 1976, agentes de la dictadura detuvieron a su madre, Nalvia Mena, embarazada de tres meses y medio; a su padre, Luis Emilio Recabarren González, y a su tío Manuel Recabarren. Cuando su abuelo, Manuel Recabarren, los salió a buscar, nunca más volvieron a verlo.
En adelante, fue criado por sus abuelas, Ana González, una de las fundadoras de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD, y Ernestina Alvarado, quienes buscaron a sus familiares hasta que ambas fallecieron, en 2018 y 2020, respectivamente. En 2024, cuando cumplió 50 años, Recabarren escribió el libro El día en que mis padres desaparecieron (Ediciones B). Hoy, dice: “Aunque el pueblo tiene falta de memoria, es hora de unirse más en los valores humanos para no caer en la polarización. Eso es lo que más siento ahora”.

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