El cuadro de una pintora francesa oculto 140 años verá la luz en El Prado tras una petición en Twitter
La obra de Rosa Bonheur se titula 'El Cid' y es un regalo a la institución como muestra de gratitud por la condecoración de la Orden de Isabel la Católica que le fue concedida. Con ella, serán cuatro las mujeres representadas en la pinacoteca
Llevaba 140 años en el almacén del Museo del Prado. Desde 1879, solo había salido de su guarida en 2017, con motivo de la exposición La mirada del otro. Escenarios para la diferencia, dentro de las actividades de la celebración del Orgullo Gay de aquel año. Entre las 30 obras escogidas, El Prado seleccionaba "algunas icónicas y otras menos conocidas, como las excepcionales El Cid de Rosa Bonheur y El Maricón de la Tía Gila de Goya", según figura en la reseña de la muestra.
La pieza que la artista francesa Rosa Bonheur (Burdeos, 1822-Thomery, 1899) tituló El Cid para regalársela a El Prado, como muestra de agradecimiento tras recibir la condecoración de la Orden de Isabel la Católica, representa en realidad a un león. Con el naturalismo realista que caracteriza la obra de la pintora y escultora, que se exhibe en centros de arte como el Museo d'Orsay de París, la National Gallery de Londres y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Según la descripción de la pinacoteca madrileña, la obra es "un retrato dotado de un salvajismo vital, un alegato realista en favor de una animalidad libre donde no cabe la sumisión, una metáfora de los valores instintivos y emocionales que marcaron la vida de Rosa Bonheur".
La artista, de fama internacional y condecorada también con la gran cruz de la Legión de Honor francesa, nunca ocultó su orientación sexual en una época especialmente difícil para el colectivo homosexual y para las mujeres.
Aquella aparición en La mirada del otro era la única pista de la existencia de este cuadro en la colección del Prado, aparte de su ficha en la web: una entre los miles de lienzos, esculturas, fotografías, dibujos y obras de artes decorativas que el museo atesora. La pista la siguió dos años después de la exposición con motivo del Orgullo el diseñador gráfico Luis Pastor, cuando se topó con el vídeo de una conferencia de Carlos González Navarro, técnico de conservación del museo, en la que hablaba de la muestra.
Pastor, que no había visto antes la pintura, creyó que sería un préstamo. Se puso en contacto con Navarro y su sorpresa fue mayúscula cuando supo que El Cid pertenecía a los fondos del museo pero estaba guardado en el almacén. "No me lo podía creer. Es una artista con presencia muy poderosa en las mejores pinacotecas del mundo y nosotros la tenemos colgada en un peine en los bajos del edificio", asegura este madrileño de 39 años asentado en Luxemburgo.
Su movilización en Twitter para que El Prado sacara al león de su guarida ha tenido un alcance inesperado. Junto al historiador de arte y educador cultural de Santiago de Compostela Miguel Ángel Cajigal El Barroquista, y un tercer tuitero, Bernini Rey de los Barrocos, que prefiere permanecer en el anonimato, comenzaron a publicar el 9 de julio la etiqueta #UnaRosaParaElPrado. Sumaron 45.000 seguidores e iniciaron una serie de hilos sobre la obra. También dirigieron un correo electrónico al museo y el pasado martes obtuvieron una respuesta.
"En realidad, Luis y sus compañeros se han adelantado a una iniciativa que el museo ya ha puesto en marcha. En 2020 está programada una exposición sobre las mujeres en el mundo del arte y este cuadro estará incluido", aclara un portavoz del Prado.
Aunque la obra de Bonheur ha recibido críticas destructivas en las redes —"no está al nivel de otros artistas", "las cuotas sexistas no pueden aplicarse en un museo"—, El Barroquista ha respondido: "Hay gente a la que no le gusta el lienzo, pero eso es subjetivo. Estamos hablando de una mujer artísticamente relevante y con una obra característica de su tiempo y representativa de la época. Esto es lo que precisa un cuadro para estar en un museo. De la calidad no hay nada que discutir, a la vista de todos está. Es mucho mejor que muchísimos cuadros que hay colgados y es una cuestión objetiva. No entiendo por qué de un mismo pintor se exhiben 20 cuadros y no se puede descolgar uno para hacer sitio a este".
La obra se encuentra ahora mismo en el departamento de restauración, según confirma el museo a ICON Design, y está previsto que el imponente león de Rosa Bonheur se exponga entre finales de agosto y principios de septiembre. Con ella serán cuatro las mujeres representadas en el museo.
Actualmente, en la colección permanente de la pinacoteca se pueden ver bodegones de Clara Peeters, retratos de Sofonisba Anguissola y de la siempre excesiva Artemisia Gentileschi. Sin embargo, los fondos del museo aguardan muchas sorpresas. "Hemos estado buceando y hay muchas obras de artistas mujeres que no se exponen", afirma Cajigal.
La vida rebelde de ‘la leona’, que tenía hasta una muñeca con su nombre
Cuando Rosa Bonheur regaló el lienzo al Museo del Prado, a través de su marchante Ernest Gambart, la pintora, escultora e ilustradora ya había conseguido fama internacional gracias a la fascinación que producían sus lienzos de animales y temas rurales. El rey Leopoldo de Bélgica y el emperador Maximiliano de México la habían reconocido con las mayores distinciones de sus países y EE UU comercializaba muñecas con su nombre.
Siempre rebelde, sus padres intentaron enderezar su carácter en un par de internados y en una academia de modistas, pero Bonheur se resistía a las normas. Su padre, que era pintor, pensó que el arte podría canalizar su energía y la animó a inscribirse en una academia. Las mujeres en aquella época no podían acceder a una educación completa, así que tuvo que formarse de manera casi autodidacta.
Comenzó dibujando lo que tenía cerca: vacas, caballos, cabras, perros, gatos… Iba al matadero y diseccionaba animales para ver cómo funcionaban los músculos. El resultado se puede ver en cuadros como Le marché aux chevaux (El mercado de caballos), un espectacular lienzo de más de cinco metros que recrea el mercado de caballos de París, que la catapultó a la fama. Tras acabarlo viajó por toda Europa cosechando éxitos; fue protegida de reyes y reinas y se dedicó a pintar animales y fumar puros.
Como el vestido le molestaba en sus paseos por los establos usaba pantalones, una prenda prohibida para las mujeres, y para ello tuvo que solicitar a las autoridades un "permiso de travestismo". La llamaban marimacho, a lo que ella respondía que efectivamente era "más hombre que cualquiera de ellos". A lo largo de su vida le acompañaron sus dos amores. La primera fue Nathalie Micas, a la que conoció cuando tenía tan solo 14 años. Y la segunda, Elizabeth Klumpke, de la que se enamoró tras aceptar posar para ella al natural. En realidad, fue una estrategia de la joven estadounidense que amaba en secreto a Rosa desde que cayó en sus manos la muñeca inspirada en ella. Ahora, la leona saldrá de su guarida en El Prado.
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