_
_
_
_
IDEAS | LA PUNTA DE LA LENGUA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El escurridizo significado de “guiri”

El 'Diccionario' define el término como “turista extranjero”, pero no se lo aplicaríamos nunca a un uruguayo

25/06/19 Dos turistas miran postales en un quiosco de la Rambla.
25/06/19 Dos turistas miran postales en un quiosco de la Rambla. Albert Garcia
Álex Grijelmo

El verano aumenta las temperaturas y también el uso del vocablo “guiri”, que el Diccionario define con sólo dos palabras: “Turista extranjero”. Pero ¿es eso lo que entendemos por “guiri”?

Más información
El inglés impreso en el pecho
Heridas por asta de toro

“Mira, niño, dame unas cervezas para los guiris de la mesa ocho”. “Vaya cómo se ha puesto de colorado ese guiri”. “Intenté ligar con una guiri pero no le entendía nada”. “Menuda algarabía están montando los guiris de la habitación de al lado”. “Las guiris vienen mucho a esta tienda”.

Lo siento, son los ejemplos que han surgido a bote pronto. Habría de esforzarme mucho para imaginar contextos diferentes, y (ay) poco verosímiles: “Los guiris que cenaron aquí se tomaron un rioja gran reserva”. “Un guiri llegó ayer en patera”. “Me preguntó una guiri boliviana por dónde se iba”. “Los guiris de la habitación de al lado escuchaban ópera”.

Porque la palabra “guiri” ha ido acumulando connotaciones y exclusiones que no aparecen reflejadas en la escueta definición del Diccionario.

¿Llamamos “guiri” a un turista uruguayo, que es por tanto un “turista extranjero”? Quizás no, porque identificamos “guiri” con alguien que no habla español. Entonces, ¿un italiano puntúa como guiri? Pues tampoco, porque un italiano es como de la familia, igual que un portugués o una brasileña. ¿Consideramos “guiri” a un africano negro? De ningún modo: el guiri o la guiri deben ponerse colorados en cuanto se tumban al sol. ¿Acaso es guiri un ser silencioso que se acuesta poco después del ocaso? Tampoco encaja. ¿Es el “guiri” un exquisito en gustos poco dado al chiringuito porque prefiere un restaurante de lujo? Más bien no.

El vocablo “guiri” entró en el Diccionario en 1925, pero referido al nombre con el que los carlistas del siglo XIX llamaban a los partidarios de la reina Cristina. Se supone procedente del vasco guiristino, alteración fonética de “cristino”. El euskera tiende a rechazar las consonantes sordas iniciales y en especial los grupos en los que aparece una erre; por eso en vez de “cruz” escoge gurutz (Alvar Ezquerra, 1994). Y los carlistas veían a sus adversarios como extranjeros, lo que lleva a establecer tal relación mediante el acortamiento de guiristino.

Hasta 1984 no añadió la Academia esa acepción concerniente al turista que nos visita, a la que quizás convendría incorporar la marca de “españolismo” (pues apenas se oye en América).

Ha pasado poco tiempo aún para que se asiente entre nosotros. Pero ya podemos conjeturar algunos rasgos constantes: los “guiris” hablan inglés, francés o alemán (el japonés se halla en lista de espera); con el sol español pasan de blancos a pieles rojas; se excluye del término a las personas de raza negra; no suelen mostrar gustos exquisitos y ejercen sus actividades culturales, si acaso, lejos de nosotros.

Los diccionarios discuten sobre marcar o no el término como despectivo. La Academia no lo hace, la edición de 2007 del María Moliner dice que lo es “a veces”, y el Seco lo considera sólo como “jergal”.

No sé. Quizá sea despectivo el plural, y no el singular: los guiris en grupo dan la brasa, pero el guiri aislado nos merece compasión, le ayudamos complacidos si pide ayuda. Y el guiri varón puede ser gordo y bruto, mientras que la guiri, sobre todo si está sola, forma parte de cierto imaginario: esbelta, rubia…, casi casi una “sueca”.

Podemos pedirle algo más al Diccionario, pero antes habremos de saber que sus definiciones son sólo la puerta por la que se entra en los contextos de las palabras.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_