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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Atención primaria para combatir las enfermedades crónicas

El médico de cabecera es clave para frenar el avance de las dolencias no transmisibles porque permite el contacto privilegiado con la población y ayuda a la promoción y prevención de la salud

Marily Vázquez, enfermera en San Miguel (Guatemala), pasa consulta en su centro de salud en abril de 2018.
Marily Vázquez, enfermera en San Miguel (Guatemala), pasa consulta en su centro de salud en abril de 2018.Lys Arango
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Coincidí con Heriberto en la sala de espera del centro de salud. Se había desmayado, le habían llevado a urgencias y le habían transferido a un médico general que no le dio cita hasta 32 días después. Esperó más de una hora a que le asignaran un número y me contó su historia en las dos horas que pasaron antes de que le atendieran. Cuando salió de consulta 14 minutos después de haber entrado, yo seguía allí. Le pregunté cómo le había ido: “No sé, algo de azúcar y la sangre. No lo entendí muy bien”. Vi cómo se iba hacia la larga cola donde se solicitaban los análisis. Probablemente fuera diabético, poco familiarizado con esta enfermedad que le acompañará el resto de su vida. Seguramente tendrá que repetir esas esperas interminables muchas veces más, una situación que se da en numerosos centros de salud de América Latina, donde nos encontrábamos, y de varias partes del mundo.

Las enfermedades no transmisibles, como la diabetes, son actualmente las responsables de más del 60% de las muertes que se producen en el mundo y, si no se cambia sustantivamente la forma de prevenir y atender estas dolencias, probablemente ese porcentaje aumentará en numerosos países, con independencia de su nivel de ingresos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que los países del Mediterráneo oriental presentan el índice más alto de diabetes y, junto con África y el sudeste asiático, la mayor proporción de población con hipertensión arterial. Por su parte, la región de las Américas y Europa lidera las cifras de prevalencia de colesterol, responsable del mayor riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

España es una de las excepciones en este panorama. De acuerdo con el último Informe Bloomberg sobre la salud, que compara indicadores de calidad de vida de 169 países, es la nación más saludable del mundo, la que tiene una mayor esperanza de vida y una menor tasa de problemas cardiovasculares y de algunos tipos de cáncer. Detrás de ello puede haber condiciones medioambientales, estilos de vida o hábitos nutricionales, pero no cabe duda de que en esos buenos resultados en salud desempeña un papel fundamental su sistema de atención primaria. El acceso generalizado, la cobertura financiera y la capacidad resolutiva del sistema español permiten abordar adecuadamente los factores de riesgo asociados al comportamiento de la población. Y esa es, justamente, la esencia de la atención primaria.

La atención primaria en los sistemas de salud es la puerta de entrada y un punto de contacto privilegiado con la población para hacer promoción de la salud. El Plan de acción mundial de la OMS sobre las enfermedades no transmisibles incluye, entre los indicadores de progreso, una serie de directrices, protocolos o normas nacionales para la atención clínica de estas enfermedades en la atención primaria. En este sentido, los sistemas más fortalecidos serían aquellos que permiten el diagnóstico oportuno, la adecuada prescripción y la supervisión farmacológica sistemática, así como el correcto asesoramiento a las personas en todos aquellos aspectos que les resulten esenciales para manejar su salud.

El porcentaje de personas de América Latina y el Caribe que percibe que sus servicios de salud son satisfactorios es de apenas el 12,5%

En América Latina y el Caribe el gran reto no es tanto saber qué hacer sino conseguir hacerlo con buenos estándares de oportunidad, calidad y resolutividad. Un informe reciente publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) confirma que aún hay mucho que hacer en esta área. Si se parte de la base de que una atención primaria verdaderamente centrada en el paciente es aquella donde el acceso resulta fácil para los usuarios, la comunicación de los proveedores con las personas es adecuada y eficiente y la relación del médico o la enfermera es personalizada, con conocimiento sobre el historial del paciente y con tiempo suficiente para la interacción, la evaluación no es alentadora: en comparación con países de la OCDE, el porcentaje de personas de América Latina y el Caribe que percibe que sus servicios de salud cumplen con estas características es de apenas el 12,5%, muy inferior al 39,6% de los habitantes de los países de la OCDE aunque, a todas luces, en ambas regiones la brecha es significativa.

Fortalecer la atención primaria en salud exige poner el foco en las condiciones que harán posible una puesta en práctica efectiva de ese modelo de atención centrado en el paciente. Para prevenir y manejar más adecuadamente las enfermedades no transmisibles y sus factores de riesgo, es necesario revisar las condiciones estructurales que, junto con el objetivo de garantizar la cobertura sanitaria universal, permitan la atención diferenciada según el nivel de riesgo, la incorporación sistemática de la entrevista clínica integral o una mayor inversión en las visitas de promoción para evitar consultas por morbilidad. Medidas que permitirán mejorar la experiencia de muchos pacientes como Heriberto que esperan, y no solo en sentido figurado, un mejor servicio de salud.

Patricia Jara es especialista en Chile de la división de Salud y Protección Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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