La verdad sobre Parchís: compra de locutores, explotación y estafa
Fue un grupo para niños sobre el escenario, pero llevaban vidas de rock entre bambalinas. Un documental de Netflix revela episodios sorprendentes sobre el gran fenómeno musical infantil español
Explotación infantil, padres ausentes, millones que nunca cobraron. De eso se habla en el documental Parchís. El documental, que se acaba de estrenar en Netflix. En una película en la que han participado los miembros principales (hoy cincuentones) del grupo infantil más exitoso de España, también se analiza su fama, se habla de los viajes por medio mundo a los 14 años, de los problemas con el dinero...
Los niños de Parchís vivieron en una burbuja. No sabían lo que era eso del éxito. Se sintieron unos privilegiados. Vendieron 14 millones de discos, protagonizaron siete películas en menos de tres años. Tocaron en el Madison Square Garden de Nueva York, en el Estadio Azteca de Ciudad de México (el segundo más grande del mundo en aquel momento), giras que duraban seis meses... Vendieron más que los Beatles en Perú y fueron imagen de todo tipo de merchandising.
Oristrell desvela en el documental que en las fiestas que hacían no eran gominolas lo que precisamente se consumía y que si su prima Yolanda era “el objetivo de algún empresario”, él la tenía que proteger
Cuatro décadas después de su creación, sus integrantes han querido defender su historia en un documental que sirve también de homenaje a toda una generación de fans. Los Parchís pueden afirmar sonrientes que sobrevivieron a Parchís.
- No fue un grupo, fue una idea de 'marketing'
Tras el éxito de Enrique y Ana en los setenta, Discos Belter, la discográfica de Carmen Sevilla, Lola Flores o Juanito Valderrama, convoca un casting para formar un grupo infantil compuesto por dos chicos y dos chicas, con los colores del parchís. De este solo sale Gemma (ficha verde), el resto lo hace por otras vías. Yolanda (ficha amarilla) es la hija del popular músico Rudy Ventura, artista de la discográfica. A Tino (ficha roja) lo seleccionan en su colegio. Óscar (ficha azul) destaca por salir en varios anuncios (luego, sería sustituido por el pelirrojo Frank). Añaden a David (el dado) porque baila bien. No piensan a largo plazo. La idea es lanzar un único disco, adaptando 25 éxitos populares, en plenas fechas navideñas de 1979.
A lo Milli Vanilli: "Lo que me importaba era vender cómo se movían"
“Las canciones no me importaban o si les doblaban en el estudio. Me importaba venderles a ellos, su manera de moverse”, explica Ignacio Janer, director de Discos Belter, en el documental de Netflix. Las voces de Óscar y David, los más pequeños del grupo, no son las suyas. Según cuenta Josep Llobell, el técnico que hizo su primer arreglo con la canción Comando G, la discográfica contrataba a actores de doblaje que ponían voz de niño para suplir sus carencias.
La discográfica compró a locutores de radio y presentadores de televisión
Meses antes de editar el disco, la maquinaria de promoción comienza. Parchís aparece en el popular programa Aplauso, de TVE, imprescindible para darse a conocer. En el documental, Salvador Fenollar, jefe de ventas de la discográfica, desvela que pagaron a varios locutores de radio para que pincharan sus discos y que, incluso, llegaron a “regalar” un cheque de un millón de pesetas a un presentador. Sin decir su nombre, en la pantalla aparecen varios rostros televisivos, como los de Teresa Rabal y Pepe Domingo Castaño.
Jornadas de 18 horas para "los millonarios más jóvenes de España"
El disco es un éxito de ventas y lo que iba a ser flor de un día se convierte en un fenómeno social. Un año después del lanzamiento del disco, a finales de 1980, estrenan su primera película, La guerra de los niños. "Los millonarios más jóvenes de España", según rezaban los titulares de la época, recorren España de gira apiñados en un Seat 131 Supermirafiori, con la compañía de su mánager, Antoni Plana. “Ahora sería impensable”, reconoce Óscar. La fama de Parchís llega al otro lado del charco, donde el grupo viaja en lo que serán giras agotadoras, con presentaciones por la mañana y actuaciones por la tarde. Solo en 1980 editan seis discos en España (y otros tantos en América Latina). En Argentina rodaban por la mañana y por la tarde tenían doble función en el circo. Llegaron a trabajar casi días enteros (16-18 horas) durante meses, durmiendo en los aviones habitualmente.
No eran gominolas precisamente lo que se consumía
Antes de convertirse en director de cine, Joaquín Oristrell, tío de Yolanda (ficha amarilla), ejerce con los niños de tutor en sus giras en el extranjero cuando la cosa se desmadra. Hasta ese momento, los chicos hacían básicamente lo que les daba la gana. “Eran unos niños asilvestrados”, reconoce. Robaban en tiendas, tiraban sillas por la ventana del hotel, tenían sus novios… Yolanda comenta que su madre le decía que no se sentase en las rodillas de los hombres que acudían a las fiestas que organizaban. “Hubo personas que pudieron tener fantasías no adecuadas para esa edad”, resume. Oristrell añade que en dichas fiestas en la piscina no eran gominolas lo que precisamente se consumía y que si su prima Yolanda era “el objetivo de algún empresario”, él la tenía que proteger.
La relación entre Yolanda y Tino, el mayor del grupo, no fue a más porque Tino comenzó a ligar con las madres que llevaban a sus hijas a los espectáculos
Relaciones con Paulina Rubio y con alguna madre
Sin supervisión de un adulto antes de la llegada de Oristrell, cuentan que sus primeras experiencias amorosas las mantuvieron entre ellos mismos. “Yolanda se besó con todos”, dice David en el documental. Frank estaba perdidamente enamorado de ella. Estaban experimentando, jugando y conociendo sus cuerpos, relatan en Parchís. El documental. La relación entre Yolanda y Tino, el mayor del grupo, no fue a más porque Tino comenzó a ligar no con las hijas sino con las madres. Algunas de estas mamás, recuerdan, aparecían escondidas en el armario del hotel. Según el mánager, Antoni Plana: “Si Tino tenía a tiro a una niña lo aprovechaba al máximo, lo que hemos hecho todos cuando éramos jóvenes”. David explica que mantuvo una relación con Paulina Rubio cuando ella estaba en Timbiriche, el grupo que inventó la cadena Televisa en México para competir con Parchís.
"¿Dónde está el dinero? Los niños no cobraban, estaban explotados"
Durante la gira, solo uno de los niños podía llamar una vez al mes a sus padres, a cobro revertido, y ese padre se encargaba de hablar con el resto. Oristrell habla sin pelos en la lengua en el documental, recordando cómo los padres fueron muy permisivos con lo que solicitaban la discográfica y los mánagers. Los chavales podían cantar en el gigantesco Estadio Azteca de México, pero también en locales sórdidos, con tipos alrededor que dejaban asomar la culata de una pistola. Oristrell critica la actitud de esos progenitores a los que no les importó que sus hijos viajaran solos y trabajaran sin descanso. Para Oristrell eran como “la familia Telerín” cuando fueron invitados con todos los gastos pagados a una de esas giras. La que desconfió desde el principio fue Victoria Cañadas, la madre de Óscar, que decidió sacar a su hijo del grupo. “Las actuaciones estaban a rebosar de gente. Entonces, ¿dónde estaba el dinero? Los niños no cobraban, estaban explotados”. El resto la vieron como una señora problemática. Los padres de Frank, que sustituyó a Óscar como ficha azul, son los únicos que hablan abiertamente del dinero que, según ellos, "les robaron".
Alguien se ha fugado con el dinero y se ha comprado una casa en La Moraleja
En el documental, Frank se pregunta dónde fueron a parar los 600 millones de pesetas (unos 13 millones de euros hoy) que según él ganaron. Con la primera película cobraron solamente 30.000 pesetas cada uno (unos 180 euros hoy), pero en una entrevista en 2015 Frank comentaba que el productor del filme se compró con las ganancias una casa en La Moraleja (urbanización de lujo en Madrid). “Se lo llevó todo”, añade. “Me iba de gira dos meses y ganaba lo que mi padre en cuatro”, recuerda Gema. En el año en que comenzó su declive, en 1983, seguían siendo el grupo infantil que más cobraba, incluso más que Isabel Pantoja. Jorge Berlanga, el productor que los hizo famosos en México (según Oristrell, el amigo de Maradona, que “vende a Hugo Sánchez al Atlético de Madrid”), logró despedir al mánager español y prescindir de la discográfica. Berlanga explica cómo Ignacio Janer, director de Discos Belter, creó una miniempresa y se quedó con el dinero. La discográfica finalmente quebró aunque lo hicieron pasar por suspensión de pagos (“sus directivos tenían que haber ido a la cárcel”, dice Fonollosa). Aunque pelearon por cobrar derechos de autor, no lo lograron. “No sé quién robaba a quién”, explica Yolanda. “Generaron mucho dinero, no sé quién se lo llevaba, ocurre mucho en este mundillo”, dice Oristrell. El grupo sigue facturando anualmente “unos 70.000 euros” al año, según dijo Frank en esa entrevista. Ellos perciben la simbólica cantidad de 700 euros al año.
No se hablaron hasta el accidente de coche
Tino, el más mayor de los componentes de Parchís, dejó el grupo a espaldas del resto y editó sus propios discos en solitario con el apoyo de la casa de discos. Sin él se frustró la posibilidad de que Parchís hiciese algo gordo con Disney en Estados Unidos. Por ello, el resto del grupo dejó de hablar a Tino. No volvieron a retomar la relación hasta después del accidente de coche en el que Tino perdió un brazo en 1998. Parchís no se disolvió: los que se iban eran reemplazados. Aquellos nuevos integrantes, como Chus o Michel, no aparecen en el documental. Tampoco Juan Pardo, quien fuera su productor y el de Botones, un grupo madrileño muy similar. En su canal de YouTube, Yolanda comenta que todos los involucrados fueron llamados para salir en el documental, pero que si no lo hacen es porque no quisieron.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.