Carlos de Inglaterra cumple 50 años como heredero y no lo quiere celebrar
El primogénito de Isabel II recorre Gales para conmemorar este hito, pero lejos de los fastos con los que festejó en otoño sus 70 años
El 1 de julio de 1969, el castillo galés de Caernarfon veía a un joven Carlos de Inglaterra, de apenas 20 años, ser investido heredero al trono británico. Tocado con corona, sujetando el cetro y vestido de armiño, el hijo mayor de Isabel II se convertía oficialmente y de manos de su madre en príncipe de Gales y en su sucesor.
Medio siglo después, todo ha cambiado pero todo sigue igual. Aquel Carlos veinteañero cumplió en noviembre 70 años rodeado de sus dos hijos, sus tres nietos —que ya son cuatro con la llegada de Archie Harrison en mayo— y su segunda esposa y amor desde la juventud, Camila de Cornualles. Entonces celebró ese momento clave en lo personal pero ahora, sin embargo, ha decidido no darle demasiada atención a este hito, por así decirlo, profesional.
El príncipe Carlos se encuentra toda esta semana de gira por Gales, la tierra que da nombre a su principado y donde fue investido, donde está atendiendo más de 20 actos y donde han aprovechado para lanzar nuevos retratos oficiales, tanto de Carlos de Inglaterra solo como de la pareja junta. El heredero que más tiempo ha esperado por el trono de su país (desde que tenía tres años) y la persona más longeva en ostentar el título de príncipe de Gales (desde los nueve) no visitará durante su gira el castillo de Caernarfon. La propia Camila ha asegurado que serán "unas celebraciones tranquilas", como recoge la BBC. Mientras que por sus 70 años se celebraron fiestas y cenas en el palacio de Buckingham y en su residencia de Clarence House, este 50º aniversario tiene un carácter más institucional y estará marcado por esta visita oficial, sin grandes fastos.
El primogénito de Isabel II es un heredero muy distinto al de otros europeos, por su edad y condición. Con los últimos cambios en las monarquías del Viejo Continente, la media de edad de los herederos ha bajado y ha hecho que Carlos de Inglaterra se convierta en el mayor, con diferencia, del club. Está lejos de los 13 años de la princesa Leonor, de los 16 de Amalia de Holanda y de los 17 de Isabel de Bélgica. Ni siquiera pertenece a la generación intermedia, la de Victoria de Suecia, heredera del rey Carlos Gustavo; Federico de Dinamarca, de 51 años, que está llamado a sustituir a su madre, la reina Margarita; o la de Haakon de Noruega, de 45, que aspira a suceder a su padre, Harald, en el trono.
También su historia personal, escrutada por los medios hasta la saciedad, es más compleja y convulsa. Dos matrimonios, dos hijos y una incesante exposición pública parecen, sin embargo, no pasarle factura. Tampoco los escándalos más recientes —y constantes— a los que se enfrenta, y que no parecen afectar a su imagen ni a su popularidad. Según una encuesta de noviembre, sería séptimo en la lista de rostros más queridos de la familia real británica, por detrás de sus hijos con sus esposas y de sus padres, Isabel II y Felipe de Edimburgo, y tendría el apoyo del 48% de los británicos.
Él ha asegurado que, cuando sea rey, tratará de no entrometerse en asuntos políticos o delicados. "He tratado de asegurar que todo lo que he hecho ha sido político no partidista, y creo que es vital recordar que solo hay espacio para un soberano a la vez, no dos. Así que no puedes ser el mismo que el soberano si eres el príncipe de Gales o el heredero", explicaba en una entrevista a la BBC en noviembre de 2018. "Si entrometerse es preocuparse sobre [la precaria situación] de las ciudades del interior [del país] como lo hice hace 40 años [...] y las condiciones en que la gente estaba viviendo. Si eso quiere decir entrometerse, entonces estoy orgulloso", aseguraba.
Sin embargo, los escándalos no dejan de perseguirle. Solo en los últimos meses ha sido criticado por apoyar en el pasado a un obispo que fue condenado por abuso de menores, porque una de sus fundaciones habría recibido donativos de una empresa que canaliza dinero desde paraísos fiscales y por su apoyo a la homeopatía, de cuya asociación se ha convertido en patrón. También, eso sí, se ha convertido en el primer miembro de la familia real británica en visitar Cuba, en un viaje sin precedentes encargado por el Gobierno de su país y de amplio calado histórico y político. Sin embargo, al discreto y eterno heredero le cuesta brillar.
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