Críticas a Carlos de Inglaterra por su apoyo en el pasado a un obispo condenado por abuso de menores
El Príncipe de Gales intercedió a favor de Peter Bell ante la jefatura anglicana
Su obsesión por implicarse personalmente en aquellos asuntos que le afectan le ha ocasionado más de un disgusto al heredero de la corona británica, Carlos de Inglaterra. En esta ocasión, sin embargo, como futura cabeza de la Iglesia Anglicana, su intromisión en el pasado en un caso de abusos sexuales a menores supone una tacha difícil de dejar atrás. Por primera vez, una comisión de investigación independiente cuestiona en público la actuación de un miembro de la casa real, aunque sea en términos muy respetuosos. "Las actuaciones del Príncipe de Gales estuvieron muy mal informadas. Su intervención, y la del personal a su servicio, pudieron ser interpretadas como expresiones de apoyo a Peter Ball, y dado el futuro papel del Príncipe de Gales en el seno de la Iglesia de Inglaterra, tuvieron el potencial de influir en las medidas que adoptó la Iglesia", dice el informe.
La Comisión para la Investigación de Abusos Sexuales a Menores la Iglesia Anglicana (IICSA, en sus siglas en inglés) es un organismo de carácter independiente con el mandato del Ministerio del Interior para indagar los casos de pederastia ocurridos en las últimas décadas. En su informe, publicado este jueves, se centra en dos asuntos concretos: los abusos ocurridos en la Diócesis de Chichester y las acusaciones y posterior condena de Peter Bell, exarzobispo de Gloucester. En el caso de Bell, la Comisión ha investigado hasta 33 acusaciones de abusos a niños y adolescentes, desde 1969. Las autoridades eclesiásticas inglesas, conocedoras de muchas de las acusaciones, no hicieron nada al respecto y permitieron que Bell fuera nombrado Arzobispo de Gloucester en 1991. Simplemente, se le advirtió antes de su nombramiento que ya "no podía haber más niños".
Durante todo ese tiempo, el arzobispo supo rodearse de amigos poderosos, "miembros del Parlamento, rectores de importantes colegios privados, Lord Lloyd of Berwick (magistrado del tribunal de apelaciones que revisaría posteriormente su caso) y Su Alteza Real el Príncipe de Gales", relata el informe. Muchos de ellos escribieron cartas de apoyo a Bell, y cuando acabó renunciando a su cargo, intercedieron para que fuera devuelto a su posición anterior.
Durante años se le permitió seguir ejerciendo de sacerdote y tener acceso libre a menores hasta que, después de una investigación policial y posterior juicio, fue condenado en 2015 a 32 meses de prisión. Para entonces tenía ya 87 años.
Carlos de Inglaterra, quien mantuvo una intensa amistad con el arzobispo durante dos décadas, llegó a escribirle una carta en la que aseguraba a su amigo que había sido víctima de "monstruosos errores", y llegó a intervenir personalmente ante la cabeza de la Iglesia Anglicana, el arzobispo de Canterbury, para que se permitiera a Bell seguir celebrando servicios religiosos. El Príncipe de Gales ha asegurado que mantuvo esa correspondencia "porque se trataba de ser educado", aunque el informe de la Comisión sugiere que el tono que empleaba "sugería más cordialidad que buena educación". Carlos de Inglaterra se defendió también en su momento con el argumento de que nunca llegó a entender la naturaleza y el alcance de los delitos de Bell hasta que no fue encarcelado.
Un portavoz de Clarence House, la institución desde la que realiza sus actividades públicas el Príncipe de Gales, ha asegurado que "sigue siendo objeto de profundo arrepentimiento para el príncipe el hecho de que él, junto a otros muchos, fuera objeto de los engaños de Peter Ball durante tantos años. Como ya dejó claro en su declaración voluntaria ante la Comisión, nunca usó su influencia para condicionar las actuaciones de la Iglesia ni de ninguna autoridad relevante. Sus pensamientos están con las víctimas que sufrieron estos abusos durante años".
La vicepresidenta de la Comisión, Alexis Jay, se ha expresado en términos duros respecto a la connivencia de Iglesia y poder durante años: "Peter Ball es un ejemplo de cómo un miembro veterano de la Iglesia fue capaz de abusar durante décadas de adolescentes y jóvenes vulnerables. El apoyo público que recibió refleja la cultura de la Iglesia durante todo ese tiempo; un apoyo que en muy raras ocasiones se extendió a las víctimas".
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