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Silvana Estrada: música para recordar

SE ENCONTRABA boca abajo, medio dormido, cuando escuchó con nitidez una conversación en la sala contigua de la clínica que enturbió su estado de relajación. Las repetitivas cascadas del hilo musical se ahogaron entre los cuchicheos, cada vez más cercanos a sus orejas.

“Ha vuelto con ella porque no puede olvidarla”, fue la última frase que descifró. El fisioterapeuta salió de la cabina. Debió reclamar silencio al otro lado porque las voces desaparecieron al instante. Después se disculpó brevemente y continuó con la sesión.

“El arte del olvido”, pensó el cliente sintiendo la energía de las manos de nuevo sobre la espalda. Con los ojos cerrados reflexionó sobre el olvido:

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Pablo Neruda lo dejó escrito en ese verso tan glorioso, “es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”. Lila Downs y tantos otros en una cruz que sobre una barca cruzó el mar de la soledad.

Los Secretos en una calle donde nunca brillaba el día, condenados a una noche tan oscura como fría. Joaquín Sabina, incluso, en un mapa, con 19 días y 500 noches para olvidar.

La mexicana Silvana Estrada en su canción Sabré olvidar y dentro de este nuevo vídeo de Malditos Domingos que es como un teatro al aire libre. La joven artista retrata el olvido en una creación que es un poema. Debería rezarse en los callejones oscuros del desamor, en las cuevas profundas del olvido.

Canta como si se encontrara durmiendo entre nubes e interrumpe el sueño a veces con un “quejío latinoamericano” que, como una blanca paloma, agita la tormenta.

“Sabré olvidar porque el silencio no da opción cuando uno canta. Y este dolor se ha de esfumar en mi garganta. Sabré olvidar. Aunque ahora cargue la desgracia entre mis dientes pues sonreír es un remedio de valientes”.

“Sabré olvidar. Y que te cante quien te quiera de verdad, y que te llore aquel que no te sepa amar, y que te robe el corazón sin avisar. Para que entiendas de milagros y del mar. Voy a callar un par de días, alejarme de tu nombre, abandonar mi artillería, abrazarme al horizonte y a olvidar. Sabré olvidar. Sabré bailar. Sabré tomar entre mis manos la alegría y devolverla poro a poro hasta mi vida”.

“Sabré olvidar. Sabré gritar, pintar colores en el techo con mi boca, dejar de lado tu promesa que me estorba. Sabré olvidar”, dicen sus versos.

Silvana Estrada es una de esas nuevas figuras soleadas que nos trae América Latina tan hermosa, luminosa, que deberíamos hacer una bandera conjunta para no dejarla escapar. Un sueño sonoro folk de raíz mexicana, poesía musicalizada moderna, Chavela Vargas y Frida Kahlo conversando en un jardín con flores. Una voz antigua cargada de colores que no necesita más que una pequeña guitarra de cuatro cuerdas para embelesar a los adultos y convertirlos otra vez en niños.

Seguramente, en este instante, en algún lugar del mundo, su música esté curando el invierno de un corazón roto. Su canción es el mejor regalo que le puedes hacer al que trata de olvidar, para ti que sobreviviste al porvenir.

A través de su cristalina aura, nuestros sentimientos parecen entenderse. Ya lo dijo Gloria Fuertes, “lo mejor del olvido es el recuerdo”.

Silvana Estrada ha agotado todos las entradas en sus primer viaje a España. En noviembre vuelve a España a salas tan míticas como la Joy Eslava y ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Entradas en silvanaestrada.com

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