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Columna
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Quim Torra no existe

En su primer año, el president de la Generalitat no ha hecho literalmente nada. En cuanto a gobernanza se refiere

Xavier Vidal-Folch
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante la sesión de control en el Parlament el pasado miércoles.
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante la sesión de control en el Parlament el pasado miércoles.Alejandro García (EFE)

El inquilino de la Generalitat, Quim Torra, muestra una hoja de resultados transparente: no se los ve, ni por el haz ni por el envés. En su primer año no ha hecho literalmente nada. En cuanto a gobernanza se refiere.

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La doble parálisis de gobierno en Cataluña

Ni una ley, ni un decreto relevante, ni un programa, ni la recuperación de la mayoría (indepe), ni nada que favoreciese la continuidad del diálogo institucional, salvo romperlo.

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Algunos consellers han intentado algo: Pere Aragonès esbozó un presupuesto (otra vez fracasado), Damià Calvet medió en el litigio del transporte de pasajeros (sin llegar a soluciones definitivas) y Ester Capella acaba de pugnar por un decreto de control de los alquileres (nacido muerto por falta de apoyo alguno). Les ha dejado a su albur, sin poner a su favor el peso político/simbólico de la institución (que milagrosamente sobrevive).

Así que el Govern no existe como el “gobierno efectivo” que se postulaba. Ni como nada más que un sindicato de intereses, una agencia de colocación de fieles, una gestoría para la apertura irregular de embajadas inútiles, un dispensador de subvenciones a los adictos, y un comité para la convocatoria de actos de agitación que mantengan la llama de la inexistente república.

Carece de otro horizonte aparte de llegar en funciones aparentes hasta que se dicte la sentencia del procés.

Vean la agenda. En los primeros días del incendio más pavorosos que sufre Cataluña en 20 años, en la ribera del Ebro, el president lanzó apenas una desvaída declaración de trámite aconsejando al personal... que no fuese a la montaña. Quizá porque con los bomberos colaboraba en apagarlo el Ejército (español): “De un país vecino”, según lo definió el Govern.

Y es que mientras Cataluña ardía, él andaba en sus cositas. Organizando el boicot al Rey, que inauguraba el Salón de Logística: y que ha empezado a contrarrestar el vacío institucional mediante encuentros relevantes, en este caso los jóvenes empresarios de Barcelona Global. Manteniendo infinitas reuniones para preparar la “respuesta a la sentencia” del procés, que ni está ni se la espera a la vuelta de la esquina. Apoyando a los secesionistas que nada más tomar por sorpresa la Cambra de Comerç ya elaboran listas para boicotear (y/o chantajear) a las empresas catalanas escasamente patrióticas.

Qué sandez: en la cena del Rey sirvió el vino esa compañía cuyo fundador ha sido socio de Marta Ferrusola, militante del partido y asiduo financiador del 3%. Cada uno a su negocio.

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