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La ruta para la eliminación del sarampión

Conocer el progreso de cada país hacia la eliminación de esta enfermedad permite afinar las campañas de vacunación, según un nuevo estudio

En foto: una enfermera vacuna a un niño en EE UU, en una imagen histórica de archivo. En vídeo: Justin Lessler, principal autor del estudio.Vídeo: HHS

Varias regiones del mundo han logrado erradicar el sarampión gracias a las vacunas. Todas las demás lo intentan. Hoy, ocho científicos estadounidenses han revelado la existencia de un patrón característico de infecciones que permite conocer el progreso de cada país en la ruta hacia la eliminación del virus. Según los investigadores, la ubicación de una nación en este camino temporal delata qué grupos de edad en su población son susceptibles a la infección. Esto, a su vez, permite afinar las campañas de vacunación.

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El equipo analizó datos globales sobre la incidencia del sarampión y la cobertura vacunal recogidos por la Organización Mundial de la Salud, desde 1980 hasta 2017. Descubrieron que la dinámica de infecciones varía de manera muy similar en todos los países del mundo conforme avanzan hacia el objetivo de erradicación. Según mejora en las naciones la cobertura vacunal y disminuye la natalidad —ambos factores que frenan el avance del sarampión—, estas progresan en lo que se ha bautizado como la “ruta canónica” de eliminación del virus.

Los territorios que están al comienzo de la línea temporal sufren una gran incidencia de sarampión, año tras año. Después, conforme aumenta la tasa de vacunación y disminuye el número de personas susceptibles a enfermar, cae la incidencia. “Pero a la vez crece la variabilidad de un año a otro, de modo que se empiezan a dar muchos años sin sarampión seguidos de algunos brotes grandes”, explica el epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de Baltimore (EE UU) Justin Lessler, que es uno de los autores principales del estudio. Al final, los brotes desaparecen en un espacio muy breve de tiempo y se consigue una incidencia baja o nula: el estado de eliminación.

En algunas regiones, como las Américas, la mayoría de naciones ya ha completado la ruta y se ha librado del sarampión. Sin embargo, en África, muchos países apenas han comenzado su andadura por el camino. Además, en algunos países donde ya se eliminó el virus, como en Estados Unidos o Venezuela, han vuelto a producirse brotes, algunos letales.

“Nuestro análisis de datos inicial llegaba hasta 2014. Era una historia preciosa, todos los países seguían la ruta canónica”, cuenta Lessler a Materia. “Pero al extender los datos hasta 2017, vimos que algunos países retrocedían, por los brotes de sarampión recientes en América”, agrega. Estos brotes se deben a la concentración de personas sin vacunar, bien por rechazo voluntario de las vacunas o bien por deficiencias del sistema sanitario.

La ruta canónica es el camino típico que parecen seguir casi todos los países, según Lessler y los demás autores del estudio recién publicado en Science. Solo las naciones más pequeñas muestran patrones ligeramente distintos en la evolución de su epidemiología, porque son más susceptibles a la influencia de países vecinos.

El conocimiento de la ruta es una herramienta de salud pública

El estudio de Lessler y sus compañeros es descriptivo, pero se puede utilizar para hacer predicciones. Según los autores, podría tener utilidad en el desarrollo de políticas sanitarias más eficaces. “La manera más directa de aplicar esta herramienta es para entender la edad de los grupos susceptibles”, explica Lessler: “La posición que ocupa una nación en la ruta le indica qué grupos demográficos debe enfocar en las campañas de vacunación”.

Cuanto más haya avanzado un país en la vía de erradicación, mayores son sus ciudadanos susceptibles de enfermar. Esto se debe a que los brotes se vuelven más infrecuentes y los bebés tienen tiempo de crecer antes de enfrentarse por primera vez al sarampión. “Si los brotes están separados por períodos de cinco o diez años, puede haber niños adolescentes que nunca se hayan encontrado a alguien con sarampión”, dice Lessler.

Por tanto, un país que apenas empieza su cruzada contra la enfermedad puede tener mucho éxito inicial con campañas de vacunación solo para bebés. Sin embargo, en países que ya han reducido notablemente la incidencia pero muestran una variabilidad interanual muy alta, las campañas suplementarias de vacunación deben enfocarse también a adolescentes que puedan haberse saltado las vacunas infantiles. Solo así se puede lograr una cobertura mayoritaria de la población susceptible, que es necesaria para lograr la inmunidad en grupo.

El epidemiólogo Antoni Trilla, que trabaja en el Hospital Clínic y en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), opina que la complejidad técnica y matemática del estudio dificulta su aplicación directa a la política sanitaria. Sin embargo, el estudio enfoca la importancia de hacer seguimiento de todas las dosis de la vacuna del sarampión, dice.

Trilla, que no participó en la investigación, explica que el profiláctico tiene una eficacia de en torno al 97 %, pero solo si se siguen los dos pinchazos recomendados. “Llama la atención que los autores del estudio hacen hincapié en la segunda dosis de la vacuna. Para mi la segunda dosis está en el paquete, pero habrá algunos sitios donde no es así”, reflexiona. Según el epidemiólogo, en países donde la enfermedad ha vuelto de la tumba, como en Estados Unidos, una tercera dosis para jóvenes y personas de mediana edad es “una posibilidad a considerar”.

Sobre la ruta canónica de eliminación que describen en el estudio, Lessler aclara que no es una recomendación, sino la observación de un fenómeno generalizado. “Los países se pueden desviar de este camino por buenos motivos. Por ejemplo, si tienen un programa muy bueno de eliminación, podrían atajar el periodo de alta variabilidad y llegar directamente al punto de erradicación”. Sin embargo, también advierte que un país puede dejar de progresar por la ruta debido a fallos en sus programas de salud pública, por ejemplo como se ha observado con los retrocesos recientes en América y también en Europa.

En Francia e Italia, explica Trilla, existen importantes movimientos anti-vacunas. Es necesario que al menos el 95 % de la población susceptible esté inmunizada para bloquear la circulación del sarampión. Cuando eso no ocurre, se compromete la inmunidad en grupo y se pone en riesgo a recién nacidos, alérgicos, inmunodeprimidos, trasplantados y otras personas que no deben recibir la vacuna. “El año pasado hubo 72 muertos en Europa por sarampión, y este año ya llevamos al menos 30. Es inaceptable en una región como Europa”, concluye.

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