Limpia, fija, da esplendor
Marchena ha evitado en 35 sesiones que acusadores, defensas, reos o testigos se desmanden, desborden o insubordinen
El magistrado Manuel Marchena despliega disciplina y seducción a partes iguales. Con esa doble técnica de palo y zanahoria ha evitado en 35 sesiones que acusadores, defensas, reos o testigos se desmanden, desborden o insubordinen.
Parece un requisito clave para una correcta vista oral: que limpie el entorno de aderezos inútiles, fije los hechos como sucedieron y aflore la verdad. Se parece esa función arbitral a la de la Real Academia Española.
Y en esa tarea cada parte trata de limpiar y fijar a su manera. Este jueves, sesión 36, empezó el período de los testigos de las defensas.
Era un día clave para el ejercicio del arbitraje por el presidente de la sala. Sorprendió. Fue mucho más allá de las palabras de alivio, respeto o alabanza que a veces prodiga. Se mojó sobre un asunto controvertido.
La alcaldesa de Sant Vicenç dels Horts, Maite Aymerich —sucesora de Oriol Junqueras al frente de su municipio— explicó que el día del referéndum ilegal del 1-O, “un número importante de mossos impidió [al entonces vicepresidente] el acceso al centro de votación. No pudo entrar”.
Contradecía así la tesis acusatoria y de las policías rivales (explicada en muchas sesiones anteriores) de que la actuación de los Mossos fue siempre pasiva, inane u obstructiva. Y que recibían instrucciones directas del Govern.
Como quiera que Aymerich se enrollaba sobre su programa político, Marchena le indicó que eso sobraba. Sobre todo porque lo que acababa de decir “sobre la votación y el trayecto y lo que hizo Oriol Junqueras” ya “tiene interés, relieve y significado probatorio”.
No aclaró si ese “significado probatorio” fue mucho, regular o ligero. En cualquier caso, Aymerich reiteró al fiscal que el colegio donde quiso votar Junqueras “estaba cerrado, no se podía votar por la presencia de los mossos”. Y que por eso se fue a otro.
Es frecuente que los testigos de la defensa favorezcan los intereses de esta. También sucedió con los de las acusaciones, y hay que descontarlo así.
Pero no siempre sucede. Este jueves mismo, el dirigente de la UGT David García Tenorio hizo agua al explicarse sobre el patronato de Diplocat, al que pertenecía. No por decir inconveniencias, sino al aclarar que lo abandonó en 2016. Nada supo en directo, pues, de lo que se le preguntaba, la involucración (o no) del organismo en la preparación del 1-O.
Así que el problema lo van a seguir teniendo los intérpretes militantes. Los que siguen a pies juntillas ora a los fiscales, ora a los abogados. Sin distancia ninguna.
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