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Columna
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El vació de Rajoy

Primeras elecciones sin el expresidente. Y sin embargo resplandece el brillo de su ausencia

Enrique Gil Calvo
El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un mitin en Pontevedra, el pasado 12 de abril.
El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un mitin en Pontevedra, el pasado 12 de abril. OSCAR CORRAL (EL PAÍS)

Primeras elecciones sin Mariano Rajoy. Y sin embargo res-plandece el brillo de su ausencia. Ante todo porque las consecuencias de su mandato constituyen los problemas centrales de la agenda actual: el procés y su juicio en el Supremo, los efectos de los recortes sobre la desigualdad, la omnipresente vergüenza de la corrupción… Pero además, porque su salida de la escena pública hace casi un año significó un auténtico terremoto sobre el sistema de partidos. Entonces Cs encabezaba las encuestas, el PP conservaba intacto su suelo electo-ral y UP todavía le disputaba el tercer puesto a un PSOE desnortado. Mientras que tras la huída de Rajoy todo ha cambiado. Sánchez enca-beza el ranking como favorito destacado, el PP sufre una incontenible hemorragia por su derecha, Cs ha quedado rezagado al tercer lugar y un desguazado UP tiene que medirse con el colista Vox.

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Lo cual ha creado en los tres partidos en retroceso (PP, Cs y UP) grandes problemas existenciales de identidad política en patética busca del votante desaparecido. De ahí su coincidencia populista en hacer de Sánchez su común enemigo interior. El PP ya no es la Brigada Aranzadi de los grandes cuerpos de funcionarios sino un improvisado vivero de FAES cuyo lema financiero ("Un valor seguro") solo apunta a los bonistas de renta fija que cortan el cupón de las 'matildes'. De ahí que el PP ya eche de menos a los 'sorayos' de Rajoy.

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Más grave aún es el problema de identidad que aqueja a los nuevos partidos llegados en 2015. ¿A quién representa Cs, más acá de los catalanes que se sienten españoles? Si su lema es "¡Vamos!", ¿a quiénes convoca y a dónde les conduce, como un impostado flautista de Hamelin? ¿A la derecha? Y en el caso de Unidas Podemos ¿quiénes son las que afirman unirse? ¿Las izquierdas contrarias a la social-democracia, con su congénita condición de jaula de grillos? ¿O las feministas, olvidando que el feminismo universalista nunca puede ser un partido? En 2014 Podemos convocaba a toda la juventud sin futuro, pero hoy ya no se sabe a quién representa. Por lo demás, privado del populismo integrador e incluyente que encarnaba Errejón a la manera de Laclau, UP se empeña en practicar un populismo de confrontación antisistema, lo que sólo conduce de las trincheras a las catacumbas. De ahí el eslogan "Que no vuelvan" que revela su nostalgia de Rajoy.

En cambio, nadie duda de a quiénes representan los dos parti-dos en alza, Vox y PSOE. Aquellos son el neofranquismo en estado puro sin trampa ni cartón, en el que busca refugio la vieja derecha que no se siente representada por los advenedizos de Casado. Y el PSOE se encamina a superar por fin la travesía del desierto impuesta por la gran recesión, tras recobrar la fidelidad de los trabajadores por cuenta ajena con nómina o sueldo. Todo gracias al golpe de mano de Pedro Sán-chez, el hombre que mató a M. Rajoy como James Stewart mató a Liberty Valance en la película de John Ford. No le disparó él (sino el juez De Prada ponente de la sentencia Gürtel), pero acertó a empuñar la pistola humeante que lo envió al basurero de la historia. RIP.

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