Jóvenes frescos en un mundo que arde
Los jóvenes alzan su voz de protesta contra 30 años de ineficacia política ante el desafío medioambiental
El pasado 15 de marzo se convocó la primera Huelga Internacional de Estudiantes por el Clima, en la que participaron más de cincuenta países de todo el mundo. El motivo de la huelga fue la inacción política frente al cambio climático, tanto de aquellos que lo niegan como de los que lo aceptan, pero no aplican políticas al ritmo que el deterioro exige. Muchos jóvenes estamos sensibilizados con el medioambiente y nos inquieta la perspectiva del calentamiento global. Muchos de nosotros conocemos la magnitud del problema y exigimos una solución a la altura. Pero ¿qué significa este movimiento? ¿Por qué está sucediendo ahora? Y, sobre todo, ¿qué queremos conseguir con él?
Por un lado, los efectos del calentamiento global se perciben cada vez con más claridad en nuestro día a día. Los récords de temperaturas de los últimos cuatro años y la contaminación atmosférica —efecto derivado del cambio climático y que afecta directamente a nuestra salud—, son dos ejemplos cotidianos de ello. Pero, además, las evidencias científicas sobre la realidad del cambio climático son cada vez más contundentes. Nuestra protesta está avalada por 50 años de investigaciones e informes científicos, que confirman que el ser humano está causando el calentamiento global. En otras palabras, es una urgencia, lo dice la ciencia.
Sin embargo, ¿cuál ha sido la respuesta política en todo este tiempo? Treinta años de cumbres climáticas y ninguna decisión eficaz. Nos quedan once años para salvar el planeta, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC). Esto significa que lo que hagamos en la próxima década va a ser decisivo para evitar que el planeta se caliente más de 1.5ºC por encima de los niveles preindustriales. Los científicos han mostrado que la diferencia entre 1.5º y 2º es muy grande. Con solo medio grado de diferencia, la población expuesta a calor extremo iría de 14% a 37%; la frecuencia de lluvias extremas iría de 17% a 36% y las sequías se duplicarían. Y esto no es alarmismo, sino realismo.
Ante la inminencia del peligro, los jóvenes nos hemos unido y organizado a través de plataformas como Juventud por el Clima, Fridays For Future o Extinction Rebellion para protestar. Estos grupos, formados mayoritariamente por personas entre 16 y 28 años, casi todos inexpertos en movimientos sociales, están cargados de energía e ilusión. Lo demuestra la cantidad de gente que se sumó a la huelga, indicando que el cambio ya ha comenzado, y que es imparable. ¿Por qué ahora? Porque lo insoslayable del momento así lo exige: Greta lo ha dicho, Anuna lo ha viralizado y nosotros lo hemos secundado.
Y ahora viene la gran pregunta, ¿qué tenemos que hacer? Los cambios en el estilo de vida —reducir el consumo de carne, cambiar el coche por el transporte público, evitar viajar en avión, abandonar la moda pronta— son muy importantes. Pero, además, los expertos han dado respuesta sobre qué tenemos que hacer a nivel global para cambiar el cambio climático y convertir la amenaza en una oportunidad. Reducir la demanda de productos que generen CO2, implementar políticas de compraventa de emisiones, descarbonizar la electricidad y las industrias de cemento, plástico y siderúrgicas, restringir los vehículos de combustión interna y fomentar la economía circular para reducir radicalmente los residuos, entre otras medidas. Por último, está transición debe ser justa y acelerada. Para conseguirlo, los ciudadanos, jóvenes y mayores, debemos presionar para que los políticos de cada país tomen decisiones, reales y efectivas, independientemente de su partido o ideología.
La ciencia no es partidista y todos debemos responsabilizarnos de los hechos. Por eso, romper la barrera de los estereotipos, que asocia una determinada ideología con el cambio climático, es crucial. Seas quien seas, este movimiento va contigo y está en tus manos detener lo que ya está siendo la mayor crisis de nuestra época, antes de que sea demasiado tarde.
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