Sí, hay un paraíso renovable, pero ¿como se llega a él?
La Estrategia de Cambio Energético no supera hasta ahora el nivel de declaración de objetivos; hay que explicar como se conseguirán las inversiones
Mientras no se explique con detalle con qué medios se van a cumplir los objetivos de la Estrategia Energética que defiende este Gobierno y que probablemente defenderá el próximo si gana las elecciones el PSOE y puede gobernar, la política de sustitución de las energías tradicionales por renovables no superará el nivel de horizonte defendible, pero inarticulado e inconcreto en términos políticos. El haz de objetivos —reducción de gases de efecto invernadero, llegar al 42% de energía renovable en el consumo de energía final, reducir la dependencia energética del exterior en el 15%...— aparece como una bengala que señala el camino hacia el futuro, pero poco más. Hay un paraíso renovable, pero ¿cómo se llega?
Algunos ejemplos vienen al caso. Para alcanzar el objetivo renovable hay que instalar 3.000 MW de planta nueva de potencia renovable cada año hasta 2030, contando con que se mantiene la producción nuclear. De ahí que se haya verificado un curioso viraje estratégico desde la execración de las nucleares y la amenaza reiterada de cierre hasta una prolongación de la vida útil para que acompañen al suministro eléctrico hasta 2037. La necesidad, antes como ahora, obliga. Pero dado que 3.000 MW nuevos es el récord anual conseguido en España, habrá que concluir que en los próximos 10 años España se enfrenta al desafío de igualar el récord de potencia nueva ejercicio tras ejercicio.
Pasemos al meollo, que es la inversión. Los planes del Gobierno (Ley de Cambio Climático, más Plan Nacional de Energía y Clima más Estrategia de Transición Justa) requieren una inversión total de unos 238.000 millones hasta 2030. Parte de esta inversión es privada, concretamente el 80%; el resto es pública, por una cantidad aproximada de 47.500 millones. Debemos suponer que en los próximos 10 años el Presupuesto y anexos será capaz de invertir, en un contexto de control del déficit, entre 4.000 y 5.000 millones anuales.
¿Es posible construir 3.000 MW anuales de nueva potencia de aquí a 2030 y extraer 4.000 millones anuales de dinero público en el mismo plazo? Pues quizá. Pero una explicación de cómo se consigue el dinero y se transforma en producción eléctrica nos ahorraría recurrir a la fe del carbonero, dicho sea sin segundas. Otro día habrá que examinar la inversión privada, que también tiene su intríngulis.
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