La maldad en campaña electoral
No hay alternativa, parece decirnos Rivera. O Gobierno con acuerdos por la derecha o Gobierno con acuerdos por la derecha
En su Maldad líquida Bauman y Donskis nos dicen que el mal recorre nuestra sociedad disfrazado de ausencia de alternativas. Abocados definitivamente a la famosa doctrina TINA —There is no alternative, (no hay alternativa, en castellano)—, “los héroes de la maldad líquida tratan de despojar a la humanidad de sus sueños, sus proyectos alternativos y sus poderes para disentir”, nos dicen ambos pensadores.
En esta larga campaña que apenas acabamos de iniciar ese mal líquido entendido como falta de alternativas se ha inoculado en buena parte de los actores políticos. Uno de los primeros ejemplos lo tuvimos con la decisión de Ciudadanos de negarse a pactar o a apoyar al PSOE para un posible acuerdo de gobierno. No hay alternativa, parece decirnos Albert Rivera. O Gobierno con acuerdos por la derecha o Gobierno con acuerdos por la derecha. Y en esa derecha incluye, como hemos podido ver, al foralismo de UPN tantas veces por él denostado.
Donde posiblemente esta idea se muestra de forma más desgarradora es en la elaboración de las listas electorales. Una de las principales funciones que tienen esas extrañas criaturas que son los partidos políticos es la de seleccionar las élites que luego ocuparán cargos de responsabilidad pública, algo que en España equivale también a tener un notable poder orgánico.
El momento es vital, y los líderes de todas las formaciones, tanto en su forma más conservadora de mesa camilla como en las diferentes versiones de primarias, utilizan todos los medios a su alcance para hacerse con el centro del tablero, es decir, para situar a cuantas más personas de su confianza mejor. Tanto, que parece que hay quien ha decidido incluso experimentar con el pucherazo digital.
En caso de confirmarse, la mancha no se quedará en Castilla y León, sino que Ciudadanos verá extendida la sospecha de manipulación y fraude al conjunto de primarias. Si un partido que nació haciendo bandera de la lucha contra la corrupción y el fraude es capaz de llegar a esto, es porque su líder, o sus líderes, lo tienen claro: o yo el caos. No hay alternativa.
No parecen querer ver alternativas tampoco en el PDeCAT, donde la tesis de Carles Puigdemont se ha impuesto en forma de veto en las listas de aquellos diputados que más han apostado por el acuerdo, la negociación y la búsqueda de soluciones posibles a un conflicto de indudable naturaleza política.
“Siempre que apuestas por el diálogo, una parte de los tuyos se frustran. Tenemos que tener el coraje de decepcionar a algunos de los nuestros”, decía hace unos días Carles Campuzano en este diario. Efectivamente, la búsqueda de alternativas implicará siempre renuncias y apertura de nuevas vías que conllevarán el abandono de otras, pero, ¿acaso no es eso la Política? Aunque claro, siempre podemos consolarnos mirando a la británica Cámara de los Comunes.
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