La fortuna de Céline Dion se enfrenta al abismo
La cantante canadiense, millonaria gracias a tres décadas de carrera, debe hacer frente ahora a una demanda de 500 millones de dólares interpuesta por su agencia de representación
Céline Dion sabe lo que es empezar desde cero y convertir la nada en oro. Cuando tenía 12 años, esa chiquilla tímida de fosca melena rizada, la menor de 14 hermanos hijos de un carnicero y una ama de casa, se atrevió a mandarle un casete casero con un tema propio a un conocido excantante y representante de artistas. La cinta fue escuchada; el tema, grabado; y ese hombre se convirtió en su representante y, 14 años después, en su marido. El resto de su carrera es historia. Pero esa historia puede que tenga que volver a empezar, de nuevo, desde cero.
La cantante más famosa de Canadá se enfrenta, a sus 50 años y con más de 30 de trayectoria, al que puede convertirse en el mayor revés de su carrera, tanto de imagen como, principalmente, económico. La que ha sido su agencia de representación desde hace años, la empresa californiana ICM Partners, le reclama 500 millones de dólares, unos 440 millones de euros. Algo que pondría en peligro toda su fortuna, que en 2018 la revista Forbes calculaba en 430 millones de dólares, unos 380 millones de euros.
Poco se sabe del motivo de esa demanda. Según filtró el medio especializado en música Billboard, que ha tenido acceso a documentos internos de la compañía, la cuestión se remonta a un contrato que la artista firmó en 2017. Es decir, justo el año después del fallecimiento en enero de 2016 de su marido, René Angélil, quien la asesoró de forma legal y financiera durante tres décadas. "Como muchos sabéis, Rob Prinz ha representado a Céline Dion desde hace 30 años, desde los comienzos de su carrera, lo que incluye un contrato por 500 millones de dólares generados por muchos años de giras y por un contrato que ella firmó en 2017", se leía en ese documento de ICM, que después afirmaba que desafortunadamente, la señora Dion se niega a pagar el total de comisiones que debe a la agencia por este histórico acuerdo". Acuerdo del que no se han filtrado más detalles, pero llamativo por su cuantía.
Aunque aseguraba "admirar y respetar" el "extraordinario talento como artista" de la canadiense y estar haciendo "todos los esfuerzos para resolver amigablemente este asunto", ICM afirmaba: "No nos quedan más opciones que comenzar un proceso legal para asegurarnos la compensación que se nos debe". Además, anunciaban que ya no la representarían. Ella no tardó en reaccionar. Horas después de publicarse la noticia refutaba en sus redes sociales la historia de Billboard y se describía "triste y decepcionada". "Sé que mi equipo les ha hecho muchas ofertas justas y generosas y nos estamos esforzando muchísimo para tratar de que las cosas funcionen", contaba, dando pábulo, pues, a que había un desacuerdo financiero sobre la mesa. Su agencia actual, CDA, también entraba en faena asegurando que su representada había sido "perjudicada públicamente en esas falsas alegaciones". Y trataban de evitar la imagen de una Dion despechada: "ICM y el señor Prinz no han dimitido de sus funciones. La señora Dion acabó su relación contractual con ellos el 7 de mayo de 2018".
Lo que resulta más llamativo, además de la millonaria cantidad exigida, son los tiempos. Por la cuestión de que la advertencia de demanda llegue más de nueve meses después de esa ruptura profesional. Y porque el contrato al que se refiere sea tan reciente, pero suponga una pena de 500 millones. Y, sobre todo, porque todo ocurra solo dos años después de la muerte de Angélil y en un momento excepcional en el recorrido profesional de Dion.
Porque lo que para algunos puede parecer la carrera de una artista menor de canciones de karaoke algo casposas fue desde el principio una apuesta para Angélil. Él vio claro desde ese casete que su representada tendría mucha más carrera que la suya como crooner del trío canadiense Les Baronets y que sería su apuesta segura como agente. Tanto que decidió hipotecar su casa para apostar por la carrera de aquella muchacha.
La hipoteca funcionó: Céline Dion es una de las voces más importantes y reconocibles de la música, ha vendido 200 millones de discos (según Forbes) y el primero, en 1990, vendió tres millones de copias solo en EEUU; es la artista más famosa de Canadá y una de las mujeres que ocupan, año tras año, un puesto bien alto en la lista de mujeres que más ganan de la industria. El cine le dio sus grandes éxitos, gracias a los temas principales de dos películas oscarizadas y tremendamente populares como La Bella y la Bestia y Titanic.
Pero los peligros de que quien más te quiere maneje los hilos de tu carrera son varios, y ella ha pasado por todos. El primero es que esa carrera sea conservadora. Dion no ha apostado por grandes espectáculos de Broadway, por cambios drásticos de guión o por una revisión vigorizante de sí misma. El otro es que el amor se acabe, de un modo u otro, y llegue la orfandad, sentimental y profesional. Y que esa orfandad, como en este caso, traiga graves problemas legales y económicos.
Esa falta de riesgo no ha implicado una falta de liquidez, al revés. Dion es la artista que más tiempo ha estado en Las Vegas en residencia (como se denomina a una serie larga de conciertos) y la que más dinero ha logrado con ella, como citaba The Guardian hace un año. El Coliseo del hotel Caesars Palace de la ciudad se construyó expresamente para su espectáculo A New Day..., que arrancó en 2003 y duró hasta 2007 y con el que, según contó Billboard hace unos meses, obtuvo 385 millones de dólares mediante 714 conciertos que vendieron 2,8 millones de entradas. La segunda residencia empezó en 2011 y acabará en junio, con casi 250 millones de dólares en 375 espectáculos que han visto 1,5 millones de espectadores. Todavía quedan algunos tickets para los últimos conciertos, casi nada por menos de 200 dólares y con precios que pueden rozar los 800.
No solo de la ciudad del pecado y esos 630 millones de dólares (555 millones de euros) vive la artista. Ha sabido cómo repartir sus inversiones gracias a clubs nocturnos, cadenas de restaurantes, perfumes, bandas sonoras y colaboraciones. También mediante la moda, su última gran pasión. De hecho, ha decidido crear una colección de ropa infantil, Celinununu, con la que busca abrir "un diálogo sobre la igualdad". La moda la ha convertido en todo un icono de estilo en las pasarelas internacionales, por las que se pasea vestida de los mejores diseños de grandes marcas hechos a medida, y ella se ha hecho experta y coleccionista. Una colección cara de conseguir y de mantener y que, de esfumarse esos 500 millones, sería un buen colchón económico. Una hipoteca para empezar, quizá, otra vez de cero.
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