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Columna
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Aperitivo

Bajo el sol de este domingo habrá dos Españas, la de los que expresan el amor a la patria machacando al adversario y la de los más necesitados que la cambiarían a pelo por una ración de patatas bravas

Manuel Vicent

Como siempre, también este domingo al mediodía habrá dos Españas: la de los patriotas que en la plaza de Colón de Madrid van a rivalizar en el odio al Gobierno y la de los ciudadanos corrientes que a esa misma hora no estarán dispuestos a que ninguna patria les arruine un buen aperitivo. Mientras unos se desgañiten acusando a Pedro Sánchez de alta traición por vender España al enemigo, otros sentados en las terrazas de los bares bajo un sol que ya anuncia la primavera pedirán a los camareros otra de mejillones. Si bien en el diccionario ya no quedan insultos infamantes que la derecha encabritada no haya usado contra el presidente del Gobierno, en contrapartida también existen mil clases de tapas y otras tantas formas de mezclar la ginebra con tónica. Pese a que dos horas de concentración patriótica harán que el aire de Madrid sea irrespirable, una vez que su odio haya sido eviscerado, la derecha se derramará por las calles con la bandera española en los riñones y al pie de las barras el amor a la patria bajará al nivel de una ración de calamares. “¡Viva España!”, gritará uno. “¡Camarero, un tinto y una de boquerones!”, gritará otro. Para celebrar el éxito de la concentración, algunos líderes de las derechas ocuparán los reservados de los mejores restaurantes donde unos y otros se saludarán enarbolando un percebe o una cigala en la mano como otra bandera, la de verdad, con la que se cierran los negocios redondos. Tal vez en la mesa sonará un crujido extraño, craaak, semejante al que podría producir España un día cuando se rompa, pero en este caso se tratará de un patriota que acaba de partir una pata del centollo con las tenazas. Bajo el sol de primavera este domingo habrá dos Españas, la de los que expresan el amor a la patria machacando al adversario y la de los más necesitados que la cambiarían a pelo por una ración de patatas bravas.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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