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Columna
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Matrioskas

Ahora en Madrid se plantea la misma batalla que en Barcelona: quién controlará la muñeca rusa más grande

Enrique Gil Calvo
Fotograma del vídeo con el que la alcaldesa de Madrid presentó la plataforma Más Madrid.
Fotograma del vídeo con el que la alcaldesa de Madrid presentó la plataforma Más Madrid. MÁS MADRID

La desintegración política de Podemos está presentando un sorprendente paralelo con la fragmentación del independentismo catalán heredero de CDC, pues ambos procesos cursan como un juego de matrioskas o muñecas rusas lleno de trampas. En efecto, tras el descubrimiento de la colosal corrupción de la familia Pujol, su partido patrimonial, la casa común o pal de paller del catalanismo político, se transmutó bajo la égida de Artur Mas en el actual PDeCAT, que a su vez se integró en el contenedor JxCat por exigencia de Puigdemont, quién ahora pretende superarlo por un movimiento todavía más amplio, la recién nacida Crida. Y con el magma político español situado a la izquierda del PSOE está ocurriendo algo formalmente análogo.

Aquí el origen del proceso fue el fracaso de las siglas PCE, que para sobrevivir se refundó como IU: la casa común de la izquierda extrasocialista que, tras entrar en regresión, fue fagocitada por la eclo-sión del fenómeno Podemos nacido del 15-M durante la crisis del austericidio. Pero al igual que los actuales herederos de CDC no soportan la arbitrariedad del hombre de Waterloo, tampoco los componentes del archipiélago Podemos soportan la arbitrariedad del hombre de Galapagar. De ahí que surgieran propuestas de abrir el artefacto para diluirlo en contenedores territoriales más amplios, como el de Más Madrid: la muñeca rusa de la matrioska Carmena y su ahijado Errejón.

Y ahora en Madrid se plantea la misma batalla que en Barcelona: quién controlará la muñeca rusa más grande. Pues se da el caso de que tanto Puigdemont como Iglesias quieren ser a la vez una parte y el todo del invento, la Crida o Más Madrid. Lo cual desafía la jerarquía de tipos lógicos que impone la teoría de conjuntos, pues una clase no puede ser miembro de sí misma. Es la paradoja de Bertrand Russell, que impide que una muñeca rusa esté contenida dentro de sí misma, siendo a la vez contenedor y continente. De ahí que se prohíba la doble militancia: o estás con la Crida o estás con el PDeCAT. Y de igual modo, a Errejón se le emplaza a tomar partido: o estás con Podemos o con Más Madrid, pero no en los dos al mismo tiempo.

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¿Cómo se explica este isomorfismo de las muñecas rusas posconvergentes y podemistas? Un elemento común a ambas experiencias es un problema común de falta de identidad propia, dada la difusa indefinición de sus bases electorales. ¿A quiénes representan, realmente, Podemos y la Crida? ¿Clases sociales, grupos de edad, segmentos sociales excluidos? También comparten el sorpasso como objetivo estratégico, que busca cercar, acosar y conquistar la fortaleza respectiva del independentismo catalán, representado por ERC, y del progresismo español, representado por el PSOE. Y un último factor común es el de su vocación antisistema, pues se trata de movimientos que se definen por su voluntad unilateral de romper las reglas y consensos básicos: un factor que, como ocurre con las enfermedades autoinmunes, les conduce a autolesionarse en el sendero de su autodestrucción.

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