Trump es solo un aprendiz
El mandato de Bush y Cheney pone en perspectiva las decisiones del actual presidente


Donald Trump es un presidente inverosímil. Por ejemplo, resulta extraño, por decirlo de forma suave, que el FBI investigue seriamente la posibilidad de que el presidente de EE UU sea un agente ruso. Ni en los momentos de mayor paranoia de la época de John Edgar Hoover se había abierto un debate de tales dimensiones. También es insólita su política exterior, contradictoria y errática, impulsada a golpe de tuits matinales. Trump resulta sin duda un peligro, no solo por sus actos, sino porque nunca se sabe por dónde va a salir y cuál puede ser su siguiente disparate. Sin embargo, la visión de una película actualmente en cartelera ayuda a poner las cosas en perspectiva sobre el desastre que puede representar el magnate inmobiliario, al que por lo menos le quedan dos años en la Casa Blanca.
El filme se titula El vicio del poder y relata la historia de Dick Cheney, un ambicioso político republicano que acabó convirtiéndose en el vicepresidente de George W. Bush entre 2001 y 2009. Durante sus dos mandatos ocurrieron dos de los mayores desastres que ha vivido el planeta en el siglo actual: la invasión de Irak, de la que Cheney fue el impulsor, arquitecto y beneficiario, y la crisis económica de 2008. Sobre el papel en la crisis de aquel presidente, que ganó por un puñado de votos de Florida donde gobernaba su hermano, existe todavía un debate. Sobre la hecatombe que supusieron sus políticas tras los atentados del 11-S, que desembocaron en la invasión de Irak, prácticamente ninguno (si exceptuamos a su aliado José María Aznar, claro, que nunca ha pedido perdón).
Bush, con la inestimable ayuda de Cheney, instauró la tortura y los secuestros como política de Estado y luego una tupida red de mentiras, mucho peores que las más desquiciadas fake news de las redes sociales, le sirvieron para invadir un país soberano y para gestionar la posguerra de una forma tan incompetente que acabó estallando una guerra civil que costó en torno a 600.000 muertos. El ISIS, por ejemplo, es el resultado directo de todo aquello. Trump tiene capacidad de sobra para alcanzar ese nivel de cataclismo, para hacer mucho peor, más injusto y más peligroso el mundo actual, que es el legado que han dejado Bush y Cheney, pero por ahora es solo un aprendiz, aunque muy avanzado.
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