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Columna
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De la desigualdad a Ultima Thule

Demoliciones Trump seguirá en 2019 manejando la enorme bola destructora, que pretende emular la famosa destrucción creativa de Schumpeter

Francisco G. Basterra
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca, en Washington, el pasado 21 de diciembre.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca, en Washington, el pasado 21 de diciembre. Evan Vucci (AP)

Si 2017 pudo definirse como el año de la fatiga de lo existente, con la llegada de un plutócrata disfrazado de populista a la Casa Blanca, el turbulento 2018 que estamos a punto de cerrar confirma los peores temores: la crisis de la democracia ha emergido. Parecería que caminamos sonámbulos, transitando el incierto camino hacia otra sociedad, otro mundo, que será diferente del que hemos conocido. Y lo hacemos sin liderazgo ni rumbo claros.

La Navidad y la última columna del año no son el marco propicio para sumirse en el pesimismo. Para soñar a lo grande y recuperar el optimismo de la razón, tan necesario, permítanme celebrar un hecho científico formidable, un cuento de Navidad, que tendrá lugar el día de Año Nuevo. Ocurrirá en un punto 40 veces más lejano del sol que de la tierra. El encuentro de la sonda interplanetaria de la Nasa, New Horizons, con un pedazo de roca itinerante en el cinturón de Kuiper, llamada Ultima Thule, de 30 kilómetros de ancho. En los remotos confines del sistema solar registrará la composición química de la inmensa nube de polvo y gas que se condensó para formarlo hace más de 4,6 billones de años.

La misma América que envía el artefacto, presidida por un millonario disfrazado de populista, que va a cumplir su segundo año en la Casa Blanca, ocupando con sus bravatas, mentiras y ocurrencias la atención mundial. Demoliciones Trump seguirá en 2019 manejando la enorme bola destructora, que pretende emular la famosa destrucción creativa de Schumpeter.

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El presidente acaba de ser abandonado por su último general, Mattis, el jefe del Pentágono. El paso de la Pax Americana a lo desconocido, que tanto denostamos en el pasado, ya se ha producido. Bienvenidos al tercer año de la época del desconcierto en el que arreciará la batalla de globalistas y nacionalistas. Hacer predicciones es difícil. Pero si me atrevo a apuntar dos grandes tendencias que alimentarán nuestros temores en 2019.

La primera es sistémica: sin reducir la desigualdad entre el reducido grupo de ganadores, complacientes, siempre los mismos, y los perdedores, airados, la inmensa mayoría, nuestros males no tienen remedio. Un trabajo medio ya no produce un salario medio que sostenga un estilo de vida de clase media. El modelo económico crea riqueza pero no construye sociedad.

La segunda es geopolítica. Cómo evitar con el trono mundial vacío tras la abdicación de EE UU, un choque comercial, tecnológico, en el ciberespacio, o incluso armado con China, convertida en isla de estabilidad frente al desconcierto del sistema capitalista. ¿Servirá la vieja contención que Washington aplicó a la URSS tras la II Guerra Mundial o continuará un boxeo sin reglas? Xi Jinping ya ha advertido de que no se someterá al acoso de EE UU. ¿2019 nos traerá respuestas?fgbasterra@gmail.com

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