Proyectos para cumplir metas
Estas iniciativas marcan la diferencia para que España alcance sus objetivos de desarrollo sostenible. Y todas han recibido los premios go!ODS de la Red Española del Pacto Mundial y la Fundación Rafael del Pino
Se echa el tiempo encima. Y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, promulgados por la Organización de las Naciones Unidas en 2015, tienen que pasar de acuerdo internacional a realidad visible. La lista suma 17 propósitos que van desde el fin de la pobreza hasta la producción y el consumo responsables. Ha de efectuarse en los años que quedan hasta 2030. Por eso, ya hay gobiernos e iniciativas particulares que están enfocando sus actividades a resolver estos fines. Hay algunas iniciativas en España que están contribuyendo a este objetivo. Todas tienen en común haber recibido un reconocimiento por parte de la Red Española del Pacto Mundial y la Fundación Rafael del Pino, los premios go!ODS.
“Tenemos una responsabilidad como sociedad para que nuestro país siga avanzando en su compromiso por la sostenibilidad”, pronunció Cristina Gallach, alta comisionada para la Agenda 2030 del Gobierno de España, durante el acto de entrega, celebrado el pasado mes de octubre. Entonces, los asistentes destacaron la necesidad de la inversión privada en la consecución de estos objetivos y la importancia de poner en el foco en aquellos impulsores más directos. Ángel Pes, presidente de la Red Española por el Pacto Mundial (que congrega a 2.356 entidades entre multinacionales, pymes o asociaciones diversas), agregó que con el lanzamiento de go!ODS, además de hacer un reconocimiento público de apoyo a las innovaciones que ya están impactando favorablemente sobre el desarrollo sostenible, la organización quiere hacer hacer"una fuerte apuesta" por la difusión de la Agenda 2030.
Pes también enfatizó la “decidida dimensión comunicativa” y la forma de “visibilizar” empresas “de toda naturaleza” que dan ejemplo a la hora de contribuir en la Agenda 2030. “No se elaboró solo para firmarla, sino que consiste en cumplirla. Se ha comprometido toda la Unión Europea y ha de ser marcadamente social”, explicaba el presidente por teléfono unos días después. “Somos conscientes de que es muy ambiciosa y que eso supone movilizar a empresas públicas y privadas”, continuaba. En ese sentido, “los premios pretenden valorar estos avances” y aquellas iniciativas que sirvan de ejemplo, que demuestren que no es una utopía.
A la hora de elegir a los 17 premiados, entre quienes están entidades bancarias como La Caixa y su obra Social o consultoras como Accenture, los organizadores se fijaron en dos parámetros principales: la innovación y el alcance. “Creo que 2018 ha sido muy importante. Se están dando pasos concretos y se ha ofrecido la posibilidad de que los estados expliquen qué están haciendo”, expresaba Res. “Ha sido el año de la acción”, remataba.
Lo más complicado es hacer a que la gente cambie su forma de ser, aunque sepa qué hacer. Hablamos de concienciar, pero tenemos que activar
Uno de estos agentes de cambio es Gawa Capital, un sistema de microcréditos al que han elegido por solucionar el primer apartado, “inversión de impacto social en países en vías de desarrollo”. Se gestó a finales de 2008 después de que su fundador, Agustín Vitorica, trabajase como asesor familiar en domicilios acaudalados. “Estaba bien, pero no quería que los ricos se hicieran más ricos”, cuenta Vitorica, que sigue: “Quería aplicar lo que sabía en que mejorara la vida de la gente. Quería que muchas asociaciones juntaran lo filantrópico con el beneficio económico”.
El primer socio fue el Banco Popular. La idea estaba inspirada por el premio Nobel Muhammad Yunus y sus microcréditos en Bangladés. “Hablamos de microfinanzas”, matiza. “No solo queremos dar dinero, sino ahorros. Ese es el colchón para atravesar la incertidumbre”, concede. El aspecto troncal es cubrir las cosas básicas y confiar en que la inversión resulte positiva. “Aplicamos el principio de impacto positivo”, dice el director y consejero delegado de esta empresa, que cuenta con seis responsables de inversión y que ha beneficiado a unas 200.000. “Es muy importante que el país donde llegamos a algún acuerdo sea estable política y socialmente”, apunta Vitorica, enumerando a Ghana, India, Sri Lanka, México o Colombia entre los lugares elegidos. “La nueva economía tiene que incluir lo social. Sin eso, el capital tiene brechas, porque solo se guía del binomio riesgo-beneficio”, sostiene, “queremos atraer el dinero privado. Asociaciones que junten lo filantrópico con lo económico”.
Para el apartado 7, ligado a la energía limpia, asequible y no contaminante, se reconoció a Heat R, un sistema de recogida del calor producido por algunas empresas para transformarlo en un recurso útil. “Somos 10 fundadores, entre ingenieros y científicos”, adelanta David Comellas, el director. Asegura que empeñan una gran cantidad de horas al día para mover lo que nació como algo de “alta tecnología” que no solo se basa en lo económico sino también en lo ambiental. “Nos dimos cuenta de que la industria era muy ineficiente. De hecho, la mayor parte se pierde en forma de calor. También nos dimos cuenta de que faltaban sistemas de recuperación con turbinas, que son como las máquinas de vapor pero muy caros y difíciles de implementar”, explica.
“Queríamos recuperar residuos para generar energía limpia. Fuimos evolucionando y desarrollamos los primeros prototipos”, relata. Llevan cuatro años, son 17 trabajadores y empezaron con una inversión de tres millones de euros. “Hemos instalado algunas de nuestras creaciones en la fábrica de SEAT de Martorell, en Barcelona, en Gabarró, empresa del sector del alambre, y tenemos otros seis proyectos piloto. Entre ellos, uno en la planta de Repsol de Puertollano (Ciudad Real), donde estamos probando un equipo de medición autónomo que funciona sin batería”, indica. Desde la Red Española del Pacto Mundial valoraron “una tecnología modular, escalable, robusta y de fácil instalación que permite mejorar la eficiencia energética de la industrial”.
Finalmente, entre los proyectos ganadores está Vizzuality, descrito como “una agencia de diseño y tecnología orientada a crear herramientas de visualización de datos, que ayudan a comprender grandes cantidades de información (big data) y mejoran la toma de decisiones sobre el estado de nuestro planeta y la calidad de vida”. Sergio Estella, su fundador, responde desde Inglaterra que el germen de la propuesta fue traducir las preocupaciones desde los datos incomprensibles hasta el conocimiento. Así han “diseñado y desarrollado plataformas que han ayudado a dar visibilidad a temas tan importantes como la deforestación y su impacto social, económico y medioambiental”. “Se pueden ver las causas y las consecuencias de algunos actos y tomar decisiones”, anota, con oficinas en Cambrigde, Oporto o Washington.
“Los datos están muy bien que existan, pero sin saber qué hacer con ellos no hay nada”, esgrime Estella. “Trabajamos con ONG, think thanks, gobiernos o corporaciones y cada uno aporta un valor, un conocimiento”, comenta, subrayando dos de sus logros más relevantes: “En Galápagos descubrimos la pesca ilegal china. Y en Perú vimos los abusos de una empresa de cacao que se denominaba sostenible”. “Lo más complicado es hacer a que la gente cambie su forma de ser, aunque sepa qué hacer. Hablamos de concienciar, pero tenemos que activar. Creemos que hay un cambio a la hora de hacer las cosas, pero le falta publicidad”, añade. Ese es uno de los cometidos de estos galardones. Que se hable de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, sobre todo, que se cumplan.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra newsletter.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.