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Tribuna
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Jornada excepcional en Estrasburgo

La ausencia de alternativas y opciones legales de acceso les aboca a traficantes y a una violación infinita de su dignidad que se ensaña con mujeres y niños vulnerables

Juan F. López Aguilar
Pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia).
Pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia).PATRICK SEEGER (EFE)

Treinta mil ahogados en el Mediterráneo desde la crisis de los refugiados. ¡2.133 en lo que va de año! Esa emergencia no la han causado sus muertos, sino el desfallecimiento de la voluntad de Europa por los Estados miembros. Y sus incumplimientos del propio Derecho europeo, del internacional y de rescates en la mar.

Tras cada tragedia hay un rostro. Muchos en el Parlamento Europeo denunciamos la vergüenza de reprochar a quienes sobreviven a los tráficos ilícitos que hayan llegado “ilegalmente” cuando nunca se les dio ninguna oportunidad de hacerlo regularmente.

La promesa de la Europa de Lisboa (TL) incluía un espacio de libertad, seguridad y justicia: libre circulación, gestión común de fronteras, sistema europeo de visados y una política europea de inmigración y asilo.

En 2014, la Comisión impulsó un Código Europeo de Visas, del que he sido ponente: aprobado esta semana por el pleno en Estrasburgo. Pero este reglamento omitió toda cobertura a quienes vienen a la UE no por turismo o negocios, sino huyendo del infierno sin volver la vista atrás. Expulsados de su tierra como quien siente el aliento de un volcán. Sabiendo que el mar violento es más seguro que su tierra. La ausencia de alternativas y opciones legales de acceso les aboca a traficantes y a una violación infinita de su dignidad que se ensaña con mujeres y niños vulnerables.

¿Quién metería a sus hijos en una patera, por un precio exorbitado y una vida en deuda ante mafias despiadadas, si hubiera podido embarcarse en un avión a un coste cien veces menor, con un permiso para solicitar la protección que necesita frente a la persecución?

En el Parlamento Europeo hemos trabajado los tres últimos años una respuesta más humana que los lamentos rituales tras los naufragios y cadáveres. En una jornada excepcional —11 de diciembre— hemos aprobado, por mayoría cualificada, la Iniciativa Legislativa de Visas Humanitarias que completa esa laguna. Mandata a la Comisión un nuevo reglamento antes de las (decisivas) elecciones europeas (2019).

El objetivo es abrir al menos una vía legal y segura de acceso para los perseguidos que escapan con el terror con que se huye de la boca de un tiburón: sin morir en el empeño ni caer presa de redes de esclavitud. Un título para viajar, con todas las garantías de credibilidad y verosimilitud que cada demanda requiera. Expedido en consulados y embajadas de la UE y sus Estados miembros desde países terceros. Para que, una vez regularmente en la UE, puedan solicitar la protección que merezcan.

El 10 de diciembre hicieron 70 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Hace tres la UE recibió el premio Nobel de la Paz. Honra ese legado la iniciativa que establece por fin la posibilidad del visado humanitario con una ley europea.

Una amplia mayoría —izquierda y derecha europeísta, liberales y verdes junto a los socialistas— ha dado el buen paso adelante. El mismo día desembocaba brutalmente en jornada de excepción: toda solidaridad tras la matanza en Estrasburgo.

Juan Fernando López Aguilar es eurodiputado.

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