El Calendario Pirelli recupera la sensualidad
La modelo Gigi Hadid, las actrices Laetitia Casta y Julia Garner, y la bailarina Misty Copeland son las protagononistas del almanaque, fotografiado por Albert Watson
Pirelli quiere que 2019 sea el año de los sueños: de éxito y fortuna, de grandeza y proyección, de reconocimiento y gloria. A la antigua usanza, eso sí, labrados con esfuerzo y sacrificio, nada del todo vale de nuestros días. He ahí el debate social sobre la mesa, a leer entre las líneas de las 40 imágenes que componen la nueva edición de su popular calendario, presentado oficialmente este mediodía en Milán.
En su empeño por significarse culturalmente, la marca de neumáticos más sensible al arte y la belleza vuelve a tomarle el pulso a la actualidad o, en palabras de Marco Tronchetti Povera, director ejecutivo de la compañía italiana, “a capturar las obsesiones que definen nuestro tiempo”. En este caso, la percepción que hay ahora de la idea de triunfo, los modelos aspiracionales de éxito y la fama apenas sudada en Instagram. Aunque el discurso explícito del que venía alardeando desde su sorprendente vuelta de tuerca, con la edición de 2016 y aquella muy vestida loa a los logros profesionales de la mujer fotografiada por Annie Leibovitz, se prefiere ahora más sutil. Tanto que hasta la sensualidad se ha colado de nuevo en sus páginas. Por exigencias del guion, faltaría.
“No quería limitarme a retratar una serie de personajes, sino crear una historia compleja, con diferentes dimensiones. Me gustaría que, al verlo, se comprenda que mi objetivo era pura fotografía: analizar a las mujeres ante la cámara e idear varias situaciones que propusieran una visión positiva de la feminidad actual”, explica Albert Watson, maestro del retrato de la celebridad y la moda al que Pirelli ha encomendado traducir en imágenes los próximos 12 meses de su calendario.
El inteligente uso de la narrativa cinematográfica ha permitido al veterano fotógrafo escocés (Edimburgo, 1942) estructurar cuatro historias cuatro películas imaginarias contadas a través de los que serían sus fotogramas- sobre los sueños, las ambiciones personales y los compromisos necesarios para alcanzarlos. La dramática combinación del color y el blanco y negro enfatiza los microrrelatos, protagonizados por las modelos Gigi Hadid y Laetitia Casta, la bailarina Misty Copeland (estrella del American Ballet Theater) y, atención, la actriz Julia Garner, en cuya crónica el desnudo femenino regresa a The Cat.
El cuerpo del delito es el de la modelo Astrid Eika -en un papel secundario-, que la rubia intérprete de la serie Ozark retrata transmutada en fotógrafa botánica anhelante de galerías y museos. La imagen de la una agazapada frente al objetivo de la otra evoca esa mirada femenina que tanto demanda la fotografía de moda. “Me pareció una idea bonita. La tensión no existe cuando una mujer fotografía a otra, con o sin ropa”, concede Watson, que arremete contra cualquier injerencia del MeToo en el asunto, aun consciente de las situaciones de abuso de poder masculino que pueden producirse en una sesión: “Es un error relacionar la denuncia del acoso sexual con el desnudo fotográfico femenino si la mujer ha accedido libremente”.
La consideración del Calendario Pirelli como artefacto cultural siempre ha ayudado a quitar hierro y desviar la atención de la presunta objetivización de sus modelos. El ideado por Watson, de título Dreaming, se presenta además en un estuche con láminas separadas, lo que eleva su alcance artístico. Sin embargo, las críticas a este objeto de coleccionismo, con el que la marca premia la fidelidad de sus mejores clientes y amigos desde 1964, no aflojan: hay quien lo ve tan fuera de onda como el desfile de Victoria’s Secret, incluso a pesar de su renovado discurso social.
“No entiendo el problema cuando las cosas se hacen con respeto”, dice a propósito de la controversia Sergei Polunin, que de polémica entiende un rato. “De hecho, me enfada un poco la presión política que se quiere ejercer sobre ciertos temas a través de productos como este”, continúa. El bailarín de origen ucraniano comparece en la presentación mundial de The Cal 2019 como uno de sus coprotagonistas masculinos (junto al diseñador Alexander Wang y el bailarín Calvin Royal III). El revuelo por el tatuaje con la cara de Vladimir Putin que luce en el pecho, ahora que ha obtenido pasaporte ruso, todavía le escuece.
“Responde al instinto de defender a alguien que está siendo atacado, me lo hice con intención de protegerlo. Yo no juzgo lo que está mal o no, pero sé lo que es que la gente te machaque, y no resulta agradable”, explica a EL PAÍS el que fuera el primer bailarín más joven de la historia Royal Ballet londinense. “No entiendo a esos artistas que atacan a sus líderes, a los presidentes de sus países. El odio solo genera odio. Las cosas solo se cambian con amor, concéntrate en arreglarlas por ti mismo de forma positiva”, remata.
Con sus pasos dirigidos a hacer carrera en el cine, Polunin interpreta en el Calendario Pirelli a un bailarín, pareja de una Laetitia Casta pintora, en busca del éxito. Esa misma gloria que casi acabó con él en 2012, incapaz de digerirla. “Me ha costado mucho trabajo y sacrificio, pero he tenido la posibilidad de aprender e ir superando poco a poco mis problemas”, confiesa, antes de concluir: “Hay que tener mucho cuidado con el ego. Es importante, porque te nutre, pero pero también te puede joder”.
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