
Amélie y otros personajes que ayudan desestigmatizar los trastornos de la personalidad
Afectan a entre un 6% y un 10% de la población

Cuando hablamos de psicopatología o de trastornos de la personalidad, el común de los mortales tiende a pensar en peligro. Esto es así porque la cultura popular, sobre todo a través de las películas, nos ha construido una muy peligrosa asociación entre enfermedad mental y comportamiento antisocial. Falsa como un euro de madera.
"Lo cierto es que, de cerca, estamos todos locos", segura Marcelo Mendes, psicólogo clínico, director del centro UNIPSI y profesor universitario. "Lo que llamamos locura no es más que la experiencia subjetiva de un ser humano por la que, quien más quien menos, todos hemos pasado alguna vez. Además, cada sociedad la define de una manera. Un esquizofrénico sería el jefe de la tribu en Brasil, porque oye voces de los espíritus y se conecta con el más allá, pero es un enfermo en nuestro sistema capitalista, porque no es productivo". En cualquier caso, de la mano de Mendes vamos a intentar jugar a diagnosticar a personajes conocidos del cine. Pero… no olvides que es un juego y ¡no lo intentes en casa! Es decir, jamás con personas reales.
El próposito de este juego será desestigmatizar la palabra "psicopatología", que engloba diversos tipos de trastornos y que afecta, según la Clasificación Internacional y Estadística de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, a entre un 6% y un 10% de la población. En realidad, cualquier personaje es susceptible de padecer un trastorno de personalidad. Lo cierto es que la mayoría de los personajes de ficción los padecen, porque un truco típico de guionista para dar profundidad a un personaje es asignarle uno.

Es el psicópata integrado perfecto. Un 1% de la población tiene este perfil predador en distinto grado, según publicó El País Semanal el pasado mes de octubre. Cuando nos imaginamos a un psicópata nos vienen a la mente personajes como Hannibal Lecter o Anton Chigurh (Javier Bardem), el sicario despiadado de No es país para viejos. Pero no hace falta ver películas para encontrarse con un tipo de estas características: estamos rodeados de ellos. Los psicópatas no criminales tienen sangre fría —a James Bond le matan una compañera o dos en cada película, no importa, en seguida busca a otra—, son carismáticos e irresistibles, suelen ser unas fieras en la cama (qué podemos decir de Bond), son promiscuos (007 tiene una novia en cada película, y varias amantes más, de paso), son adictos a la adrenalina, aman el riesgo…
"James Bond es un personaje de ficción, en la vida real hablaríamos más bien de un banquero o de personajes implicados en tramas corruptas de alto nivel. Lo que les define es que son personas sin empatía. En realidad, más que hablar de psicópatas, hablaríamos más de personalidades con rasgos psicópáticos Estos individuos no suelen venir a consulta, más bien, nos llegan los que se han cruzado con ellos para mal. De todas formas, los profesionales empezamos ahora a comprender que el espectro de la psicopatía es mucho más amplio de lo que creíamos, y desde luego no tiene nada que ver con lo que el cine y la cultura popular reflejan", dice el doctor Mendes.

Se le podía asignar un diagnóstico cruzado. Dos trastornos en un eje multiaxial: de personalidad histriónica y personalidad narcisista. Siente la necesidad constante de alimentar sus fantasías de grandiosidad y su autoestima a través de actitudes y comportamientos exagerados, como, por ejemplo, cuando le conocemos en la primera película al llegar a puerto sobre el mástil de su bote. Como buen narcisista es adicto (al alcohol, en su caso), y muestra un comportamiento y una indumentaria extravagantes destinados a llamar la atención, otra de las características que se destacan en la quinta edición del Manual de Diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-5).
"Los narcisistas llevan una máscara puesta todo el día. A partir de su necesidad excesiva de admiración, su expresión emocional es falsa, con mucha teatralidad y exageración. En contra de la creencia popular, son personas que sufren mucho, porque son verdaderamente adictos a la atención ajena. Pero los demás no se dan cuenta, ni ellos quieren que se sepa. El problema es que, sobre todo, hacen sufrir a otros", dice Marcelo Mendes.

Amélie Poulain es hija de un padre abandónico y una madre sobreprotectora. Es extremadamente tímida y tiene problemas para conectar con los demás. Solo ha vivido un corto y catastrófico noviazgo. Cuando mantuvo relaciones sexuales, de alguna manera era incapaz de disfrutarlas. Y cuando se enamora profundamente de Nino no hace más que poner pruebas y barreras entre los dos.
Este personaje vive en una película y, además, en París, y al final todo se resuelve y todo es poético y precioso, "pero en la vida real, el día a día de una persona con un trastorno de personalidad evitativa no es nada fácil. Las personalidades evitativas adoptan muchos roles y aparecen con muchos disfraces, pero tienen un punto en común: evitan la intimidad. Han sido profundamente dañadas y no se exponen a volver a serlo. Cuando una persona de este tipo aparece en terapia normalmente viene por las consecuencias, porque no consigue tener relaciones o porque se auto sabotea, pero no se da cuenta de que es evitativa: lo descubre en mi consulta", explica Mendes.

Trastorno de personalidad antisocial. Como buen malo de ficción, miente, roba, mata y básicamente desafía cualquier norma social y de comportamiento, violando los derechos ajenos en favor de los propios. Un patrón que comienza, como en el caso de Voldemort, en la infancia o pubertad y se cronifica en la edad adulta. En fin... ¿Qué vas a esperar de alguien que ha sido amamantando por una serpiente?
"Como en todo trastorno, hay una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales, pero desde mi punto de vista no se puede comprender un trastorno así sin entender en muchos casos desde dónde ha venido esta persona, de qué familia altamente disfuncional o entorno desestructurado", afirma Mendes. "Con frecuencia son individuos que han tenido padres hostiles que interactuaban con ellos a través del abuso o el maltrato. Yo entiendo que nunca hemos de dar por perdido a alguien y que en principio toda persona puede ser el resultado de sus circunstancias y puede cambiar. En muchos casos, el comportamiento antisocial es el resultado de la propia sociedad hostil que lo fomenta".
A corto plazo, se trata con terapia cognitivo-conductal, estabilizadores del estado de ánimo y antidepresivos, pero no para el que no hay evidencia de que ningún tratamiento logre una mejora a largo plazo, según un manual de psiquiatría escrito por expertos de la escuela de Medicina de Harvard y del Instituto McLean (EE UU).
![<p>Sus padres fallecen, sus tíos lo maltratan, a su compañero lo matan delante de sus narices, se tiene que pasar toda la vida de un duelo a otro... No cabe duda de que padece de trastorno por estrés postraumático (TEPT), un desorden que, según el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unicos y el Centro Nacional para el Trastorno por Estrés Postraumático (EEUU), <a href="https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-por-estres-postraumatico/index.shtml" rel="nofollow" target="_blank">sufren alrededor de siete u ocho de cada 100 personas en algún momento de sus vidas</a>. </p> <p>Esta es la razón de sus tantas pesadillas y las alucinaciones que a veces sufre. Hasta un <em>muggle</em> [en la saga, humanos sin poderes mágicos] puede entender que la gente que experimenta un evento traumático —porque lo haya sufrido o presenciado— <strong>arrastra las consecuencias durante mucho tiempo</strong>. En Harry Potter y el prisionero de Azkaban, los dementores empujan a Harry, chupándole los recuerdos felices, a revivir la muerte de sus padres. Es la mejor metáfora de TEPT. "Harry es un personaje de ficción pero los supervivientes de un suceso traumático son como Harry, en el sentido de que sufren de hipervigilancia: saltan rápidamente y están siempre a la defensiva, preparados para luchar. En la vida real, cualquier cosa puede ser un dementor, un gatillo que detona los recuerdos de aquel episodio. Hay un dicho argentino que lo resume todo", ilustra Mendes: "Quien se quemó con la leche, cuando ve la vaca llora".</p> <p> </p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Q6UY3G45T5KPFOWIVXVFTMLY24.jpg?auth=6964154ccb3727c3aac75730b26e90362f3e9ae796f340c31449f76542a0431e&width=414)
Sus padres fallecen, sus tíos lo maltratan, a su compañero lo matan delante de sus narices, se tiene que pasar toda la vida de un duelo a otro... No cabe duda de que padece de trastorno por estrés postraumático (TEPT), un desorden que, según el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unicos y el Centro Nacional para el Trastorno por Estrés Postraumático (EEUU), sufren alrededor de siete u ocho de cada 100 personas en algún momento de sus vidas.
Esta es la razón de sus tantas pesadillas y las alucinaciones que a veces sufre. Hasta un muggle [en la saga, humanos sin poderes mágicos] puede entender que la gente que experimenta un evento traumático —porque lo haya sufrido o presenciado— arrastra las consecuencias durante mucho tiempo. En Harry Potter y el prisionero de Azkaban, los dementores empujan a Harry, chupándole los recuerdos felices, a revivir la muerte de sus padres. Es la mejor metáfora de TEPT. "Harry es un personaje de ficción pero los supervivientes de un suceso traumático son como Harry, en el sentido de que sufren de hipervigilancia: saltan rápidamente y están siempre a la defensiva, preparados para luchar. En la vida real, cualquier cosa puede ser un dementor, un gatillo que detona los recuerdos de aquel episodio. Hay un dicho argentino que lo resume todo", ilustra Mendes: "Quien se quemó con la leche, cuando ve la vaca llora".

Padecería disposofobia o trastorno de acumulación compulsiva: el hábito patológico de almacenar objetos, generalmente inútiles, sin reconocerlo, explican desde la Clínica Mayo. Su manía de recoger cosas de cada nave naufragada que se encuentra podría ser, en realidad, el inicio de un síndrome de Diógenes que ya se está manifestando en la adolescencia. ¡Tiene 20 sacacorchos y ni siquiera sabe para qué se usan!
"Nos llegan muchos adultos con Diógenes, pero no nos suelen llegar adolescentes diposofóbicos porque o bien la familia les controla o igual incluso les parece mono", dice Mendes. "Sé el caso de una chica que tiene cientos de peluches y duerme a veces en el suelo. Se trata de un manejo adaptativo de la soledad. La persona se rodea de cosas para sentirse protegida, para crearse una especie de familia de sustitución". Ariel tiene también problemas de relación con sus iguales (no entiende a sus hermanas ni a su mundo y se enamora de un príncipe inalcanzable). La peli de Disney acaba bien, pero el cuento de Andersen en el que se basa acaba muy mal. "En la vida real esto solo termina bien si acudes a consulta, por supuesto, porque la disposofobia se cronifica", asegura el psicólogo clínico.