Estos son los trucos domésticos para vivir sin plásticos, según aquellos que ya lo hacen
La corriente del 'zero waste' o no generar residuos en un domicilio vigila que compres los productos a granel, que tus almohadas sean de lana ecológica o caucho y que cambies el detergente por el bicabornato
Patricia y Fernando llevan tres años sin comprar ningún producto cuyo envase sea de plástico: “Ni botellas de agua, bolsas, envases de muchas frutas y verduras, que se pueden encontrar sueltas; tampoco botes de gel y champú, que los compramos en formato sólido; ni desodorante, que lo hacemos casero, ni algunos productos de limpieza, pues con vinagre, jabón, bicarbonato y limón se puede limpiar casi todo”. Esta pareja, que cuenta su día a día a través del blog Vivir sin plástico, representa un estilo de vida sostenible que gana adeptos y modifica los hogares.
El pasado 18 de mayo se aprobó el decreto que ponía fin a las bolsas de plástico ligeras que se entregaban de forma gratuita en muchos comercios. Acostumbrados ya a ir a la compra con una bolsa de tela, ahora la lucha se traslada a los productos de un solo uso (pajitas, platos y cubiertos de plásticos), a los que la Comisión Europea quiere prohibir su venta. Es la cultura del zero waste, es decir, conseguir el residuo cero.
"Es minimalismo residual", aseguran Patricia y Fernando. Empezaron en agosto de 2015 con este estilo de vida y promulgan su caso como ejercicio de éxito: "Las primeras semanas fueron complicadas y al mismo tiempo estimulantes, estábamos tan adormecidos por la rutina de años comprando de la misma forma que continuábamos haciendo lo mismo esperando resultados distintos”, reconocen. Pero “tras cinco o seis semanas todo se volvió mucho más fácil, fue cuestión de crear una nueva rutina de compra”.
Más allá de evitar los plásticos de un solo uso, este movimiento también afecta a otros útiles habituales del hogar: cepillo de dientes, cuchillas de afeitar desechables, tápers de plástico que son sustituidos por otros de cristal, etc. Se trata de recuperar las buenas costumbres de toda la vida.
La gurú internacional de esta corriente es Bea Johnson, autora del libro Residuo cero en casa. Desde la empresa Zero Waste Home guía al usuario recordando las cinco R: “Rechaza, reduce, reutiliza, recicla y reincorpora –se refiere a la basura orgánica que puede servir para hacer compost– , y hazlo en ese orden”, aconseja. Su web aloja, además, una pequeña tienda donde encontrar muchos productos que ayudan a abrir los ojos en cuanto al consumo que hacemos en el hogar. Desde cepillos de limpieza en madera y fibras naturales hasta cestas de almacenaje en acero inoxidable.
Otro ejemplo es el de la colombiana Mariana Matija, quien también ha hecho de la ecología doméstica su bandera. Ella apuesta por disminuir su huella ambiental “y eso pasa necesariamente por reducir mi basura, pero el concepto del zero waste es problemático para el ciudadano de a pie”, apunta. Le parece importante que genere interés pero “también creo que es esencial llamar a las cosas por su nombre y entender que como ciudadanos comunes es imposible tener una vida sin residuos”.
¿Cómo podemos reducir considerablemente nuestro consumo de plásticos? Todos coinciden en que lo más fácil de evitar son “los envases de vegetales, granos y otros alimentos frescos. Usualmente se venden ya empaquetados en los supermercados, pero es cuestión de ir a otros lugares para conseguirlos a granel”, recomienda Mariana. Lo mejor es hacerse con frascos de cristal de distintos tamaños para guardar la pasta, las legumbres, los cereales y las harinas.
En cuanto a objetos de decoración, cada vez son más las firmas que se rigen por un criterio de no residuo. Es el caso de Coco-Mat, que crea productos innovadores como una bicicleta de madera o almohadas de copos de caucho natural; la cestería de Kazi, que se teje a mano en Ruanda y está hecha con sisal, un material similar al bambú y que abunda en la zona; o el mobiliario infantil de XO-inmyroom, de producción local y artesanal.
Fernando y Patricia aconsejan empezar progresivamente: “Si te planteas eliminar el plástico desechable de tu vida de un día para otro lo más probable es que te agobies y abandones. Un ejercicio muy interesante es guardar todos los plásticos que desechas a la semana para ver cuáles se repiten con mayor frecuencia”. Para Mariana no se trata de un concurso de perfección, “sino de una búsqueda en la que cada persona puede hacer cosas diferentes según su contexto”. Pero la finalidad es la misma, escapar de las 335 toneladas de plástico que se produjeron en 2016 en el mundo, según Greenpeace, para poder pensar en el futuro.
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