_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El dique verde

El auge de los partidos ecologistas se debe a que ahora son más transversales y centrales que antaño

Pablo Simón
Los líderes de los verdes celebran los resultados en las elecciones en Hesse (Alemania).
Los líderes de los verdes celebran los resultados en las elecciones en Hesse (Alemania).Thomas Lohnes (Getty Images)

La extrema derecha sigue creciendo en cada elección y su avance se dibuja incontenible. Sin embargo, algo parece que se mueve en la otra orilla. Lento, pero con paso seguro, se está levantando un dique verde. Junto a la extrema derecha, los partidos ecologistas ganan cada vez más espacio en los Parlamentos nacionales. Sus resultados en las elecciones de Baviera, Hesse, Luxemburgo, en las locales belgas o, en fechas recientes, su crecimiento en Islandia y en Países Bajos, apuntan en esa dirección.

Más información
El contrarrelato positivo que planta cara al populismo en Baviera
La defensa de la tierra rural engancha al ecologismo en la campaña electoral bávara

Los verdes son una familia política que comenzó a surgir a partir de los años ochenta al calor de las nuevas demandas de mayo del 68. Mucho más horizontales que las organizaciones clásicas, algunos autores hablan de ellos como “partidos movimiento”, organizaciones con un pie en las instituciones y otro en la calle, si bien con el tiempo se han vuelto partidos más convencionales. Tradicionalmente han sido críticos con la economía de mercado, abogando por la sostenibilidad del consumo y del medio ambiente, y reclamando con insistencia una democracia más participativa.

Aunque se tiende a amalgamar a los partidos verdes con la izquierda, eso va por barrios. En algunos lugares como Países Bajos o Islandia, es cierto, se habla de estas formaciones como partidos sandía (verdes por fuera, rojos por dentro) dado que conforman alianzas con grupúsculos de izquierdas. Ahora bien, en otros sitios, como Alemania, los verdes han operado con autonomía, llevando su propia agenda y siendo perfectamente capaces de pactar a izquierda y derecha. En Baviera, sin ir más lejos, los Verdes arrebataron casi tantos votos a la CSU como al SPD.

Lo interesante es que, al margen de esta distinción, los verdes se caracterizan por defender sin remilgos posiciones abiertas, europeístas y cosmopolitas. Quizá justamente su auge se deba a que estos partidos tienen posiciones que antaño eran radicales, pero hoy son muy transversales y más centrales —como el feminismo, los derechos de minorías o el medio ambiente—. Además, se trata de los partidos más impermeables a las llamadas reaccionarias de la extrema derecha y que conectan mejor con el electorado joven, acomodado y urbano, uno al que los partidos tradicionales no llegan con facilidad.

Está claro que no puede haber una sola causa detrás del crecimiento de los verdes. Sin duda el contexto nacional matiza cualquier análisis, pero el hecho es que les está dando resultado en las urnas. ¿Anticipa esto que la apuesta ecologista puede ser tan ganadora como la reaccionaria? ¿Será la nueva normalidad las pugnas entre verdes y extrema derecha como la de las presidenciales austriacas? Tal vez no estemos tan lejos de un escenario en el que los verdes sean el dique que salvaguarde las libertades al norte del Rin.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Simón
(Arnedo, 1985) es profesor de ciencias políticas de la Universidad Carlos III de Madrid. Doctor por la Universitat Pompeu Fabra, ha sido investigador postdoctoral en la Universidad Libre de Bruselas. Está especializado en sistemas de partidos, sistemas electorales, descentralización y participación política de los jóvenes.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_