La espera para un tratamiento de cáncer varía meses según los países donde viva el enfermo
Los oncólogos europeos denuncian las desigualdades entre las naciones para acceder a las terapias más innovadoras
Ari no llegó a verlo, pero lo consiguió. Montó un concierto de Love of Lesbian, enredó a la plantilla del Barça y puso a sus pies a Joan Manel Serrat o a Judith Mascó. Lo que hiciese falta para conseguir fondos para llevar al hospital Clínic de Barcelona el tratamiento CAR-T (Chimeric Antigen Receptor-T), una terapia génica experimental para tratar la leucemia linfoblástica aguda (LLA), el cáncer hematológico que arrastraba la joven desde los 13 años y que se la llevó con 18 en 2016. Los CAR-T son linfocitos T del sistema inmune del paciente, reprogramados genéticamente para atacar solo células tumorales. Los expertos sostienen que este tratamiento elimina, hasta en un 85% de los casos, la LLA resistente a terapias convencionales. El problema es que, pese a las altas expectativas que la acompañan, es un tratamiento bastante inaccesible, por su elevado precio en el mercado. En Estados Unidos, donde ya se comercializaba (en Europa solo está en Reino Unido, Alemania y Francia), su precio ascendía a cerca de medio millón de euros por paciente.
La investigación oncológica avanza a pasos de gigante. Científicos y farmacéuticas ponen a punto cada vez más tratamientos especializados, teledirigidos a tumores concretos y diseñados casi a demanda del perfil genómico de cada paciente. Sin embargo, todas las prisas del laboratorio se topan con un muro: pese a contar con el beneplácito de las agencias reguladoras (la FDA en Estados Unidos y la EMA en Europa, por ejemplo), los fármacos pasan largo tiempo en el limbo hasta que llegan —si es que llegan— al paciente. Los precios se han encarecido y las autoridades sanitarias de los países, con un presupuesto limitado, miran mucho qué están dispuestas a financiar. En un informe de 2015 de IQVIA, se constataba que, de las 49 nuevas terapias contra el cáncer aprobadas entre 2010 y 2014, Estados Unidos había incorporado 41; Alemania, 38; y Reino Unido, 37. En el otro lado de la balanza, China, Indonesia y Kazahistán, que habían aprobado seis cada uno y, de primero por la cola, Vietnam, que solo había aprobado un nuevo fármaco.
“Continúa habiendo una disparidad muy grande en el acceso a los avances y esto va ligado a los modelos sanitarios, que en algunos países son muy limitados. Pero también va ligado al encarecimiento de los costes de los tratamientos”, apunta Josep Tabernero, director del Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y presidente de la Sociedad Europea de Oncología Clínica (ESMO, por sus siglas en inglés). Según un informe de IQVIA, una compañía de tecnologías de la comunicación de la salud e investigación clínica, los costes globales de la oncología pasaron de 84.000 millones de dólares en 2010 a 107.000 en 2015 y se estima que en 2020 llegarán hasta los 178.000 millones. “Si tenemos en cuenta todos los costes del control del cáncer, desde atención primaria hasta el tratamiento quirúrgico, radioterapia y fármacos, el 30% corresponde a los medicamentos”, apunta Tabernero.
Las diferencias en el sistema español
El estudio de la SEOM, publicado en Clinical & Traslational Oncology, refleja la horquilla de tiempo en el acceso real a los fármacos entre las comunidades autónomas.
Cáncer de mama. La media de tiempo transcurrido entre que Sanidad estableció las condiciones de precio y reembolso hasta que se prescribió el fármaco fue de seis meses en el caso de pertuzumab hasta 23 en el caso de nabpaclitaxel.
Cáncer de próstata. La media es de 21 meses en los dos fármacos analizados. La abiraterona varió de los cinco meses en Andalucía a los 31 en Madrid. El cabazitaxel, de dos meses en Galicia a 44 en Castilla La Mancha.
Cáncer de pulmón. La brecha osciló entre los 9 meses en el afatinib y los 16 en gefitinib. Por CCAA, gefitinib varió de cinco meses en Castilla La Mancha a 51 en Canarias. El afatinib, de cinco meses en Madrid a un año en Cantabria.
Precisamente, en el último congreso de ESMO, celebrado la semana pasada en Múnich y al que este diario acudió invitado por la compañía Roche, los oncólogos hicieron hincapié en las desigualdades de acceso a los tratamientos y los retrasos en su financiación por parte de los gobiernos. Un estudio presentado en el encuentro mostró cuánto tardan los países en decidir si financian un nuevo tratamiento oncológico. Hay meses de diferencia según el código postal.
Una vez que la EMA da el visto bueno a un fármaco, son las autoridades sanitarias de cada país las encargadas de decidir si financian ese tratamiento en la red pública. Por ello, antes de tomar la decisión, suelen evaluar el beneficio y la rentabilidad. Los investigadores analizaron los fármacos para tumores sólidos aprobados por la EMA entre 2007 y 2016 (en total, 47 medicamentos para 77 indicaciones) y se centraron en estudiar el tiempo de respuesta de cuatro territorios (Escocia, Inglaterra, Alemania y Francia). Los científicos hallaron que el tiempo de respuesta tras la aprobación de la EMA fue de dos a tres veces mayor en Inglaterra (405 días) y Escocia (384 días) en comparación con Alemania (209 días) y Francia (118 días). “La diferente cantidad de recursos invertidos en dichas evaluaciones y las diferentes regulaciones nacionales con respecto a los sistemas de evaluación de las tecnologías de la salud pueden conducir a una variación en el tiempo”, apunta la doctora Kerstin Vokinger, coautor del estudio e investigadora del Hospital Universitario de Zúrich (Suiza).
Diferencias en autonomías
España no fue analizada en este estudio pero hay informes similares en el contexto estatal. La Sociedad Española de Oncología Médica publicó un estudio en 2016 donde constataba las diferencias en el acceso a los fármacos entre las comunidades autónomas. Por ejemplo, desde que el Ministerio de Sanidad aprobó las condiciones de precio y reembolso del ipilimumab (para tratar el melanoma) hasta la primera prescripción del fármaco pasaron desde ocho meses en Andalucía hasta 27 en Asturias. En el caso del cabazitaxel, que se administra para un tipo de cáncer de próstata metastásico, el tiempo de demora varió de dos meses en Galicia a 44 en Castilla-La Mancha.
“En España, de los que aprueba la EMA, se acaban financiando todos pero el proceso de reembolso cada vez tarda más, pero es porque los sistemas sanitarios tienen que buscar los fondos para eso. Si pones una nueva indicación, o eso lo quitas de otro lado o aumentas la deuda. Las autoridades cada vez demoran más el reembolso completo porque no tienen fondos para pagarlo”, admite Tabernero.
Pagar los fármacos según los resultados en salud
Los oncólogos insistieron en el congreso de ESMO en facilitar el acceso a los tratamientos. La salud y el pronóstico de los pacientes están en juego. “En el melanoma todavía lloramos las vidas que perdimos debido a la tardía e inconstante introducción de terapias innovadoras aprobadas. Dejar que los pacientes mueran mientras esperan que los datos maduren no es una opción civilizada”, lamenta Bettina Ryll, presidenta del grupo de trabajo para la defensa de los pacientes de ESMO.
El retraso en la aprobación de los fármacos va ligado al precio que se termina negociando con las farmacéuticas. El doctor Carsten Bokemeyer, del Centro Oncológico de la Universidad de Hamburgo, recordaba en su ponencia en el congreso la diferencia de precios entre países de la UE para un mismo fármaco. Según un estudio realizado en 2015 por varios centros de investigación europeos, en Lituania, con un PIB per cápita de 12.400 euros, una dosis de ipilimumab cuesta 5.500 euros. En Francia, con un PIB per cápita de 32.200 euros, esa misma dosis vale 3.500 euros.
Tabernero apuesta por combatir las desigualdades con un nuevo modelo de financiación de los fármacos: el pago por resultados. "Este modelo de pagar los medicamentos en base al precio que te dice el mercado está acabado. Pensamos en crear un modelo de reembolso basado en el valor y adaptado geográficamente, porque el valor no es lo mismo en Alemania o en la India", zanja.
Sobre un mapa de Europa, Tabernero rodea la parte occidental del continente como la zona con más incidencia de cáncer. Los índices más altos de mortalidad por cáncer, no obstante, están en la zona este. "Hay más cáncer en la parte occidental que oriental de Europa, pero en cambio la mortalidad es mayor en la parte oriental. Por muchas cosas, pero en parte porque el acceso a los medicamentos es menor. En la parte occidental, el acceso a los medicamentos es prácticamente total, pero en la parte oriental hay muchos medicamentos que no están disponibles", argumenta.
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