Los maravillosos frescos de la ‘Cámara de los Esposos’ de Mantua (Italia)
Existen muchas razones para viajar. El arte es una de ellas
En 1465, el marqués Ludovico Gonzaga y su esposa, Bárbara de Brandenburgo, encargaron a Andrea Mantegna (1431-1506) la decoración de su habitación particular, la Cámara de los Esposos del Castello di San Giorgio, dentro del Palacio Ducal de Mantua, la ciudad de Virgilio. Figura clave del Quattrocento, Mantegna abandonó en 1459 la ciudad italiana de Padua, donde se había formado como pintor, para instalarse en Mantua, donde permaneció hasta su muerte al servicio de los Gonzaga, príncipes poderosos y ambiguos, grandes amantes del arte (entre las primeras obras realizadas para Ludovico Gonzaga figura el Tránsito de la Virgen, una de sus creaciones más sublimes, que se puede ver hoy en el Museo del Prado, en Madrid).
El pintor tardó casi una década en terminar el trabajo, pero el resultado es impresionante. Al entrar en este diminuto cuarto situado en la torre noreste del palacio, el visitante es sorprendido por unos frescos que multiplican el espacio mediante un uso magistral de la perspectiva, el escorzo y el trampantojo. En la pequeña estancia, Mantegna representó al marqués de Gonzaga, Ludovico, y a su mujer, Bárbara, con varios cortesanos y miembros de su familia, en un retrato colectivo en el que los personajes se mueven por un paisaje idílico y reconocible. Los personajes están representados sentados o de pie, ordenados en grupos, en actitudes relajadas y cotidianas. En la bóveda se recorta un trampantojo para ampliar el espacio del recinto: un balcón lleno de pequeñas cabezas de angelitos asomándose desde la barandilla al suelo. Una forma de pintar que tendría gran influencia en artistas posteriores como Miguel Ángel, Leonardo, Rafael, Correggio o Goya.
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