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Por qué el nuevo vídeo de Rosalía es un manual contra los celos

'Cuando pienso en tu mirá' es un retrato, a veces obvio a veces implícito, del control machista

Isabel Valdés

Esa España de la que habló Rosalía en Malamente no hace ni dos meses, la profunda y palpitante, sigue su historia en Cuando pienso en tu mirá, la nueva canción que, los que saben, dicen que es una bulería por soleá tirando hacia cantiñas. Lleva desde las 23.59 del lunes 23 en la web y más de 230.000 reproducciones. En cuatro minutos, crea y destruye en un cuadro costumbrista algunas de las ideas más mohosas y arraigadas del machismo, las que tienen que ver con el control y la posesión de la mujer a la que se ama.

No es la primera vez ni será la última que se cante a los celos, sí es de las pocas —si comparamos con la inmensa cantidad de veces que lo hace para colocarlos como prueba del amor— que lo hace para reflejar su violencia y su dominio constante. Para aniquilarlos.

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Rosalía ya lo hizo con el anterior single, retratar una parte de la sociedad que existe, todavía, y que está enraizada con los prejuicios y los estereotipos del amor romántico. La cantante, que formará parte del elenco de Dolor y gloria, la nueva película de Pedro Almodóvar, hizo de Malamente el capítulo I del álbum El Mal Querer. Ahora, Cuando pienso en tu mirá es el III, el que habla de los celos, el que refleja la banalidad y la suavidad aparente con las que aparecen, con las que se justifican.

Me da miedo cuando sales / sonriendo pa la calle / porque todos pueden ver / los hoyuelitos que te salen / Y el aire cuando pasas / por levantarte el cabello / y el oro que te viste / por amarrarse a tu cuello / y el cielo de la luna / porque tú quieras mirarlo / y hasta del agua que bebes / cuando te moja los labios. / Pienso en tu mirá / tu mirá clavá / es una bala en el pecho.

Tan bonita que amenazas / cuando callas me das miedo / tan fría como la nieve / cuando cae desde el cielo del cielo. / Cuando sales por la puerta / pienso que no vuelves nunca / y si no te agarro fuerte / siento que será mi culpa. / Pienso en tu mirá / tu mirá clavá / es una bala en el pecho.

Estas son algunas de las ideas que dibuja a ritmo de flamenco el videoclip de este último tema, la ética y la estética de la toxicidad del amor romántico. Y de su destrucción.

El encierro

Desde el primer segundo se adelanta el choque y el objetivo. Un primer plano enfoca una flamenca de plástico que cuelga del retrovisor de un camión, se mueve con el traqueteo de la marcha. El camión enfila el final de una calle, saltándose un ceda el paso, hacia la fachada de una casa, hacia el interior de esa casa. Es uno de los primeros signos que da la violencia de género: el aislamiento.

La vigilancia y la propiedad

Una vez dentro de la casa, la comodidad, los regalos, la buena vida… Pero dentro de esas cuatro paredes y con ojos que vigilen. Carabinas del siglo XXI vestidas de luto, adornándola y guardándola, esperándola de noche, velando por su pureza con un baile de manos alrededor de su rostro; un vampiro que muerde, con colmillos de oro, eso sí, para marcar, para absorber, para delimitar la posesión y la pertenencia; y una esclava grabada con un enorme nombre: Varón Dandy.

La intimidación

El control y la intimidación que destila una mirada como idea principal, en la letra y en la imagen del videoclip: hombres a los que no les hace falta hablar para dar una orden, para someter y poseer, que educan a sus hijos en esa misma idea de lo que es el amor, actitudes y poses más o menos sutiles que encierran violencia de un lado y miedo del otro y un dominio que convierte cualquier movimiento en una amenaza, cualquier espacio en un zulo y que va agotando el aire, que se vuelve cada vez más denso y más pesado. Y que acogota, hasta que ya no se puede más.

La hartura

En esta historia los celos no ganan. Las carabinas se convierten en apoyo, alejan las manos de su rostro en una especie de aleteo de dedos, la hartura se prepara cargando una escopeta con aceitunas negras frente a una botella de licor y bajo la mirada de un ojo seco de la cabeza de un ciervo disecado en la pared. Aparece un bailaor moviendo los pies sobre brasas encendidas.

Y entonces las mujeres danzan, haciendo temblar los cimientos de esa casa, haciendo resquebrajarse el techo, que suelta cascarillas sobre un bodegón limones, granadas, naranjas, anís del mono, ajos, un frasco de Varón Dandy, cigarrillos, vino, uvas, naranjas, alcachofas, cebollas y una figura de Lladró, una mujer de porcelana que también despierta, y canta.

El despertar

A ese despertar le sigue la violencia que produce la desesperación de perder el control: un hombre lo destroza todo con un bate de béisbol. Pero ella ya se ha vestido, en rojo y amarillo, para el cambio, una diminuta pistola de oro cuelga en un collar sobre su pecho, y todas aquellas mujeres que la vigilaban son ahora sus filas, despojadas del luto, enseñando el rostro. La mujer de porcelana sonríe, enseña sus hoyuelos mientras le cae sobre la cabeza algo de ese polvo viejo de un techo que sigue cayéndose. Ella abandona esas cuatro paredes y en medio del asfalto, aparece el desastre humeante y ardiente de un camión volcado y vacío con su nombre grabado en el frente y del que un hombre sale a través de la luna. Él huye y ella, de pie sobre ese camión tumbado, gana.

Sobre ese camión, con el móvil en la mano, Rosalía escribe. Son unos WhatsApps que configuran los créditos del videoclip. Escribe: Los vídeos de Pienso en tu mirá [producción musical de El Guincho y Rosalía con mezcla de Jaycen Joshua] y Malamente, capítulos uno y tres del álbum El Mal Querer, de Rosalía, fueron rodados durante cinco días de Mayo de 2018 en Barcelona, Badalona, Hospitalet y Barberà del Vallès. [Los dos han sido dirigidos y producidos por CANADA].

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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